Ciento noventa y dos páginas. No. Veinte años. No. Toda una vida. Este libro me ha hecho viajar toda una vida. Mi migración, o muchas otras migraciones que he conocido. La precariedad, los papeles, cola de no comunitarios, la distancia, la mirada condescendiente, la mirada de odio, no sentirse de ningún lugar, sentirse de uno, querer volver, ser esa, no, querer ser ellos, no querer, querer ser otra. Crecer demasiado rápido. Ser sostén, sin todavía saber sostenerse a una misma. Lo que hay en este libro es tanto, pero tanto. Creo que juega muy a favor de la narración el recurso de la primera persona de nuestra protagonista, a modo de diálogo interno, desordenado, con líneas temporales y espaciales diferentes y un lenguaje casi oral. Permite mostrar situaciones muy complejas en estructuras cortas pero que te siguen dando vueltas en la cabeza. El crisol de recuerdos y vivencias que nos conforma, que nos deja marquita. Es impresionante todo lo que consigue narrar en apenas un puñado de páginas: la migración, la precariedad y la explotación, las relaciones familiares, la pertenencia, los afectos, el clasismo, la discriminación, la v|olencia. Hay una cosa que me parece brillante de la narración de Brenda y es la habilidad de ubicar las v|olencias a ambos lados del charco, en España y en México, casi como un diálogo sombrío. Brenda huye de establecer juicios de valor simplistas, idealizaciones erróneas o defensas inútiles. Aquello que sí tienen en común estas v|olencias es que las víctimas siempre son las mismas. Sea aquí o allá. Me ha costado mucho terminarlo, lo he leído muy de a poco. Porque en cada página había un recuerdo propio, algo que resonaba y me dejaba pensando rato. Brenda ha escrito el libro que mejor me habla sobre una historia que, en parte, también es la mía. Salvando las enormes distancias. Ha escrito desde una voz que muchas necesitábamos leer. Una voz enrabiada, dolida, conocida; que consigue acompañarnos. ¿Por qué no se le podría decir la voz de una generación? De una generación nacida en otro lado, pero sufrida en esta tierra. La generación de los desarraigados, los sobrantes. La generación liminal, la que soñaba con volar. + Leer más |