La novela empieza con el suicidio de Diego, y su hermana no podrá sacarse jamás de la cabeza la imagen de él estrellándose contra el suelo desde un quinto piso, aún sin haberlo visto. Ella es la que nos contará su historia esforzándose por adivinar los motivos que pudieron llevar a su hermano a tomar esta decisión, sintiéndose culpable a ratos, enfadada por momentos y perdida todo el tiempo. Esta joven nos narra sus emociones asfixiadas por una vida llena de pérdidas y abandono, rabia y anhelo. de pequeña ya sufrió la separación con la madre, que huyó a España en busca de una vida mejor, y la dejó en México al lado de sus abuelos, pero con la responsabilidad de cuidar a su hermano pequeño. Una infancia despojada de toda inocencia y felicidad, pero con el anhelo de poder encontrar algún día una vida mejor. Una niña que tuvo que crecer rápido y una joven que maduró de sopetón. Pero no es solo la historia de esta joven sino de todas las que como ella luchan por abrirse camino en un país extraño que las acoge pero no las entiende. Un lugar donde huir de la pobreza y la violencia, para encontrar otro tipo de violencia, más sutil pero igual de cruel, que arruina toda esperanza de hacer los sueños realidad y apaga las ganas de vivir, las ganas de ser. Con una narrativa intensa, cruda, sincera y demoledora, Brenda Navarro nos habla con valentía del desarraigo y la xenofobia, para cuestionarnos qué vida merece la pena ser vivida. Y aunque no ha conseguido llegarme tanto como Casas vacías, he vuelto a encontrar en esta novela la fuerza de un texto que te atrapa, te ahoga y te lleva a hacerte muchas preguntas. + Leer más |