Ceniza en la boca

El inicio de esta historia es la imagen de Diego saltando desde un quinto piso. A partir de ahí, su hermana, protagonista y narradora de la historia, nos da a conocer los motivos que llevaron a su hermano pequeño a quitarse la vida. Además, a través de un diálogo interior, descubriremos cómo la vida golpeó con dureza a nuestra protagonista en muchos otros momentos de su vida. Nos muestra un retrato de la violencia, la precariedad de su México natal y la de la España que los recibe, la discriminación, la humillación, el racismo con el que tiene que combatir cada día. Es una historia personal, de desesperación, de no encontrar su lugar en el mundo, de pérdida, de abandono social.

La crítica a la maternidad no deseada pero implantada se hace ver en muchas ocasiones. La niña que no pudo ser niña, la madre que no quiso ser madre. En esta historia encontramos a la madre que deja a sus hijos para ir a buscar mejor vida a otro país, la hermana mayor que es obligada a ser madre de su hermano pequeño, la abuela que es incapaz de trasmitir amor, las tías que sufren en silencio violencia física en sus hogares… El poco reconocimiento que existe para los cuidados que normalmente recaen sobre el universo femenino.

La narración de Ceniza en la boca es rápida, desordenada. Se escribe como se cuenta, sin interrupciones, sin detenerse a respirar. No es una historia que se cuente, se grita.

Es un libro con un trasfondo emocional muy duro, tan crudo como la vida. Muy necesario en los días que vivimos, donde la palabra integración cobra aún más sentido si cabe.

“Cuando Diego cantaba no quiero vivir así, pero no quiero morir, no entendía a qué se refería hasta que sucedió lo de mi tía Carmela. Qué pinche razón tenías, Diego, qué de cosas comprendiste desde siempre. Porque una se hace tonta, cree que entiende y sigue, pero él, él no quiso seguir. ¿Para qué seguir? ¿para qué vivir en una ciudad que lo hacía sentir poco bienvenido y ponía todo en su contra?, ¿para qué regresar con mis abuelos y volverse militar?, ¿y luego qué? Sangre, sangre, sangre, sangre y sangre”