Anna Kavan escribió un conjunto de relatos que son un testimonio singular en primera persona de la neurosis.
Enlace: https://elpais.com/cultura/2.. |
Anna Kavan escribió un conjunto de relatos que son un testimonio singular en primera persona de la neurosis.
Enlace: https://elpais.com/cultura/2.. |
Los relatos de «El descenso» los escribe la autora con una nueva identidad, en un intento de romper con el pasado. Tienen como base, las experiencias sufridas en las recientes estancias psiquiátricas. En muchos de los relatos podemos observar una confluencia con la narrativa de Kafka. No es de extrañar, pues Kafka mantiene una difícil relación con su padre. A instancias de su progenitor tiene que trabajar en la empresa familiar, un empleo que no le es grato. Él solo desea tener tiempo para dedicarse a su pasión, la escritura; robándole horas al sueño para plasmar sus escritos. Esa tensión que mantiene con la figura paterna, de algún modo, tiene que verse reflejada en su obra. Recordemos la situación de extrañeza que vive el personaje principal de «La metamorfosis», inmerso en la soledad e incomprensión de la familia. En Anna, la figura materna es la que polariza la tensión que se establece entre ambas. Anna, ha crecido alejada del cariño materno. Tiene que renunciar a sus estudios en Oxford en favor de un matrimonio de conveniencia, a instancias de su madre. No hay que olvidar que dependerá económicamente de su madre. Sus escritos apenas aportan beneficios en tiempos difíciles. Es cierto que tratará de mantenerse alejada de la madre, pero ello, al amparo de relaciones sentimentales frustradas y traumáticas. Solo encontrará amparo en el refugio emocional que le ofrece Ian Hamilton, durante un tiempo; la comprensión, entendimiento y amistad del psiquiatra Karl Bluth; algunos amigos, como Rhys Davies. Pero a diferencia de Kafka, en Anna, a la traumática relación y dependencia de su madre se unirá su adicción permanente a la heroína. En los relatos, tendremos una narración dominante en primera persona, salvo en la mayoría de los apartados del relato principal, titulado al igual que el libro, «El descenso». En el relato inicial, «La marca de nacimiento», la narradora, una joven de 14 años, que podemos relacionarla de algún modo con la misma Anna; ya que nos indica que su madre la ha enviado a un internado en Suiza, debido a la enfermedad de su padre. En la vida real, su padre se suicida. Pero en el relato, quien polariza la atención es una joven compañera de especial sensibilidad, que parece mantener comportamientos atonales con el resto: «Aunque no era impopular, no tenía amigos íntimos; y aunque estaba en los primeros puestos tanto de capacitación académica como de deporte, siempre había algún suceso inevitable y accidental que le negaba el éxito supremo. Parecía aceptar ese destino sin cuestionárselo.» La narradora testigo, tratará de acercarse a ella, teniendo lugar un extraño momento: «H. se subió una de las mangas y silenciosamente señaló una mancha en la parte superior del brazo. Era una marca de nacimiento, un trazo leve, como si la tinta se hubiese descolorido, que a primera vista parecía no ser más que una pequeña red de venas bajo la piel. Pero cuando la examiné más de cerca vi que se parecía más a un medallón, un diseño en miniatura, un círculo hecho con puntas afiladas que albergaban una forma pequeña, muy suave y tierna, quizá una rosa.» Ese episodio es clave para el desenlace que vivirá la narradora; kafkiano y turbador. Aquí podemos observar la otredad que va a desarrollarse en algunos textos narrativos de Kavan. En «Ascendiendo al mundo», como ocurría en el relato anterior, hay cierta atmósfera kafkiana, donde la protagonista vive en un entorno oscuro donde anida la niebla. La soledad que padeció en su infancia, Anna, la refleja en sus personajes: «¡Me muero de frío y de soledad allí abajo, en la niebla!” exclamo con una voz que tartamudea de tan urgente que suena; “por favor, sean amables conmigo. Permítanme compartir un poco de su luz y calidez. No les causaré ningún problema.» Transmite en el mismo relato, además de la soledad, la incomprensión. Puede reflejar también un estado mental en el que se siente aislada del mundo: «Dudo incluso de si me están escuchando. No saben cómo es la niebla; para ellos no es más que una palabra. No saben lo que significa estar triste y sola en una habitación fría en la que el sol no brilla nunca.» En «El enemigo», Anna hace referencia a una amenaza. Este elemento es muy común en sus textos. La protagonista, prolongación de ella misma se encuentra escribiendo. Alude la narradora a personas uniformadas con chaquetas blancas viniendo a por ella, una con una jeringuilla hipodérmica. La situación remite a una reclusión en un Centro mental. El «enemigo», puede ser también fruto de una alucinación: «En algún lugar del mundo tengo un enemigo implacable, aunque no conozco su nombre. Tampoco sé que aspecto tiene. De hecho, si entrara en este mismo instante en mi habitación, mientras estoy escribiendo, seguiría sin reconocerlo.» Esa amenaza en «Un cambio de estado», tiene lugar por la noche en una casa vieja. Temores nocturnos, quizás Anna por la adicción padeciera estados de insomnio alterados: «Por la noche, la casa vieja abre sus pétreos ojos internos y me observa con una hostilidad que apenas resulta soportable.» En el relato, «Los pájaros», además de la soledad, vive en un estado irreal, padeciendo una espera en la que el futuro no se presenta esperanzador: «Estoy sola en un mundo donde no tengo nada más que hacer que esperar, día tras día, un destino que solo puedo intuir pero que, en cualquier caso, apenas será más tolerable que la incertidumbre anterior. Este es el estado de irrealidad en el que he permanecido sumida.» Conmueve como en ese estado depresivo de fragilidad, el único consuelo lo encuentra contemplando desde el aislamiento, los árboles y vuelos y juegos de los distintos pájaros: carboneros, petirrojos, herrerillos, mirlos … La espera sin esperanzas tiene también lugar en el relato, «Revelando la injusticia»: «Qué difícil es sentarse en casa sin nada más que hacer que esperar. Esperar, simplemente esperar, carente incluso de la última y piadosa privación de toda esperanza. A veces pienso que algún tribunal secreto ha debido juzgarme y condenarme, sin escucharme siquiera, a esta opresiva condena.» El relato, «Otro fracaso, nada más», es otro ejemplo de incomunicación y de no encontrar consuelo y ayuda en persona alguna. El texto es desolador: «¿Podría entonces sobrevivir a mi propia condena? Una pregunta sin duda retórica porque, aunque es difícil vivir con tantísima tristeza y tantísimos fracasos, morir parece aún más duro.» El relato, «La citación», parece estar inspirado en un hecho real. El escritor galés amigo de Anna, Rhys Davies, contaba en la introducción de «Julia and the Bazooka and other stories» (1970); estando comiendo con Anna en un restaurante, se vio alterada por un camarero y su «supuesta fealdad animal»; bajaron a la parte baja y el mismo camarero los volvió a atender. Ella fue al servicio y se inyectó heroína para evitar las injerencias del camarero. Al mismo tiempo las alucinaciones de una persona esperándola en el vestíbulo, que aparecen en el relato, debieron ser fruto del efecto de la droga. Los relatos, «Por la noche», «Un recuerdo desagradable» y «Máquinas en la cabeza»; están marcados por el insomnio y las alucinaciones. De éste último relato, podemos hacernos cargo de la soledad y el sufrimiento por el que estaba atravesando Anna: «¿Nadie sabe o a nadie le importa que me esté muriendo entre estas palancas y ruedas? ¿Puede alguien salvarme? En realidad no he hecho nada malo… me siento muy enferma, apenas puedo abrir los ojos…» El relato central del libro, «El descenso», está dividido en capítulos. Se centra en un Sanatorio Mental. Cada uno de los capítulos se refiere a un paciente del Centro. Exceptuando algún capítulo puntual, la narración es en tercera persona. Un narrador omnisciente nos cuenta los anhelos y temores de los pacientes. Está muy clara la división definida por la autora. Por un lado, los profesionales del centro; vistos de manera despectiva por su trato denigrante hacia los pacientes; por otro, los pacientes; vistos como seres desvalidos. Algún empleado puntual es tratado de modo favorable por su generosa conducta hacia los pacientes, pero siempre remarcando la autora, la difícil conexión anímica que puede establecerse entre ambos. Se debe destacar en estos textos, la otredad que los caracteriza. Anna Kavan, que ha experimentado en carnes propias sus estancias recientes en Centros Mentales; trata de ponerse en lugar de cada uno de los pacientes, para transmitirnos lo que verdaderamente están sintiendo. En un capítulo, donde la narración es en primera persona, se incide en el sufrimiento interior, «sueños como máquinas en la cabeza». Para continuar con el monólogo interior en el que, nuevamente la soledad está presente, además de la nula empatía de los profesionales del Centro: «Estaré siempre sola en esta habitación en la que la luz está toda la noche encendida, donde las caras de desconocidos profesionales, sin calor ni piedad, me miran a través de la puerta entreabierta. Espero, espero, entre la pared y la amarga medicina del vaso.» Los textos suelen estar protagonizados por mujeres. Pero en un capítulo, Hans, paciente del Sanatorio, lo protagoniza. Las malas noticias sobre su negocio compartido con su hermano lo sumen en la contrariedad y la indefensión. Se nos definen los trabajos de los pacientes en jardinería o en el taller como automatizaciones. Este es otro rasgo que observaremos en los capítulos. Los pacientes son vistos como autómatas, por sus medicaciones. Hay una incomunicación general entre pacientes y trabajadores. Se nos describe una salida al exterior de Hans para enviar un telegrama donde un operario oscuro destruye su misiva. Posible alucinación. En otro capítulo. Una madre angustiada habla con el jefe médico para ver a su hija en el sanatorio. Éste le niega la visita. Zèlie su hija se desesperará pensando que su madre no ha querido verla. Pieza angustiosa. Demuestra el autoritarismo y la insensibilidad médica. En otro capítulo, un marido supuestamente, lleva a su mujer a la Clínica Psiquiátrica. Kavan describe con benevolencia a la mujer, en cambio, acompañante y psiquiatra son descritos de forma negativa, por su escasa empatía y frialdad hacia la futura paciente. En los escasos capítulos que se establece una conexión entre el personal del Centro y los pacientes, destaca el de una empleada de limpieza y una paciente. La empleada de estrato humilde limpia la habitación de una paciente de estrato social acomodado. La limpiadora observa la tristeza en la que está sumida la paciente y trata de consolarla: Entre ellas se establece una interrelación. Parecen romperse las convenciones sociales: “No sea tan infeliz. No se está tan mal aquí… Y saldrá pronto y volverá a su casa. ¿No puede considerar su estancia como unas pequeñas vacaciones?” «“Estoy aterrorizada… muy sola… y tan lejos de todo”, contesta la otra en un susurro, saboreando las lágrimas en su boca. Aún se siente como en un sueño, ajena a la inapropiada situación.» El capítulo continúa y se atisba cierta luz esperanzada en la soledad en la que habita la paciente. Un capítulo muy destacable se refiere a un centro con mayor supervisión por los casos, La Pinède. Hay un asistente de guardia que abre y cierra la puerta. La asistente es una chica joven, alegre por ver a su pretendiente. Anna destaca la contraposición que se produce entre la chica alegre y la tristeza que reina en el interior del edificio: «Todo en ella es normal, alegre, sereno. Resulta difícil asociar a esa alegre muchacha con la infelicidad que se esconde bajo ese mismo techo.» En el mismo capítulo, dos pacientes son amigas; la joven Freda y la madura señorita Swanson. El esposo de Freda, considerablemente mayor que ella, viene a pasar el día junto a ella. Freda quiere que la lleve con él. La señorita Swanson, teme perder a su amiga: «Un instinto maternal frustrado en ella se ha aferrado a esa chica, su compatriota, que como ella está en el exilio, prácticamente una prisionera en ese lugar tan infeliz. Se siente posesiva y protectora respecto a Freda; siente celos de todo aquel que se interponga entre ellas. “Me alegro de que estés feliz, por supuesto”, continúa. “Pero tengo miedo de que las cosas sean después peores para ti, miedo de que te sientas más sola que nunca cuando tu marido se haya ido.» La pieza es muy emotiva. En un principio, la señorita Swanson se muestra posesiva con su amiga. Más tarde, se comportará de manera ética y altruista, aún sabiendo que la ausencia de la amiga puede condenarla a la soledad dentro del Sanatorio. En los dos últimos relatos se retoma la primera persona. «El final está a la vista» es un angustioso relato de corte kafkiano, donde el personaje principal está a la espera de una sentencia. Solo encuentra consuelo en la naturaleza y los objetos inanimados: «Caminando de vuelta a casa tomé la decisión de salir más a menudo, de no quedarme entre cuatro paredes pensando sin descanso, sino sacar el máximo provecho posible a la naturaleza e identificarme con objetos inanimados, puesto que ellos no suponen una amenaza para mí.» La narradora sin esperanzas de comunicación humanas, busca un intento de comprensión en un perro, Tige, que aún en su impotencia por no poder ayudar de forma más eficiente a la persona doliente, manifiesta una empatía que ella comprende. Quizás el perro pudiera ser una proyección que la misma narradora ha creado. Es un relato verdaderamente conmovedor. «No hay final» es el relato que cierra el libro. La narradora y personaje principal, hace alusión a unos versículos de la Biblia que le rondan constantemente en la cabeza y siempre con la amenaza de un «enemigo»: «“Si en el infierno hago mi lecho, allí estas.” Esa es la frase concreta que retumba en mi cabeza con un acierto horroroso, porque es verdad que he construido mi cama en el infierno y que él está allí conmigo. Él está cerca todo el tiempo aunque no lo vea.» Pero el «enemigo» del que no parece poder desprenderse y que aparece en varios relatos del libro, nos reconoce la narradora que pueden ser una proyección de ella misma, por la desconfianza que siente hacia la humanidad, que ella encuentra cruel y destructiva: «Últimamente me ha sobrevenido la idea -lo suficientemente fantástica, lo admito- de que después de todo, probablemente, no sea mi enemigo personal sino una proyección de mi persona, una personificación de mi misma con la crueldad y destructividad del mundo.» Los relatos son un lamento desesperado y desgarrador de la autora; manifestado en unos personajes desvalidos -prolongación de ella misma-, confrontados con personajes autoritarios y carentes de empatía. Se aúnan en el libro; atmósferas kafkianas; experiencias de internados psiquiátricos; los estados mentales alterados; la carencia afectiva con su madre, prácticamente desde el nacimiento; la fragilidad anímica en la que se encuentra tras sus reclusiones por la adicción; la incomunicación e incomprensión en la que se hallaba y se halla; un estado de impotencia latente; la otredad; el refugio y alivio en lo no-humano -aves, naturaleza, objetos-; pero lo que más conmueve, es la sensación de aislamiento y soledad que desprenden por sus páginas los personajes, y por ende, Anna Kavan. Complemento la crítica con claves de la vida de Anna Kavan y material gráfico: Enlace: https://queridobartleby.es/a.. + Leer más |
‘El descenso’ de Anna Kavan es una obra que es difícil que pase sin pena ni gloria por tu vida. Relatos independientes en los que es fácil encontrar un hilo conductor y asumir que forman parte de un todo. El nombre original, ‘Asylum Piece’, menos evocador y simbólico que ‘El descenso’, da pistas de por donde nos llevarán estás historias, que tienen un fuerte componente autobiográfico. La paranoia, la soledad, el miedo, la enfermedad, la depresión, la manía persecutoria, el delirio y el abandono, están presentes de forma más evidente o simbólica en cada uno de los relatos. De hecho, tras leer dos o tres, algo en mi cabeza hizo “click” y empecé a ver más allá de las apariencias y encontrar simbolismos en frases aparentemente inocentes. Nada es inocente, nada es casualidad cuando escribe Anna Kavan. Así, volví atrás y releí, disfrutando de descubrir nuevas capas y significados, quién sabe si acertados o no. Los relatos de ‘El descenso’ te dejan sin palabras ante su carga simbólica, tan sutil como clara. La naturaleza (ahora belleza, ahora amenazante), se convierte en reflejo del estado de ánimo de la narradora, quien también se mimetiza con su casa (con zonas oscuras y temibles y áreas claras y acogedoras); los objetos se insuflan con ánima para reflejar la realidad de alguien que sufre enormemente. Aún con eso, los relatos destilan realidad, lo hace que sean fáciles de leer y duros de digerir. Anna Kavan atrapa con sus palabras, te mete en su delirio y oníria, impidiéndote discernir qué es realidad y qué está en su cabeza. Un retrato asfixiante y angustioso de la enfermedad mental y la soledad. Una obra cruda y desesperanzadora, donde quien sufre y padece, no tiene salida posible. Los muros que atrapan al enfermo no son físicos, son mentales; y cómo Anna lo transmite, es poético, intenso y sobrecogedor. El pasado se presenta como algo bueno y perdido, que jamás volverá. Esta lectura de alguna forma es activa, no respeta las fronteras de las páginas y, sin piedad, los sentimientos y la asfixia de los personajes invaden el espacio y la realidad del lector. + Leer más |
🏔Ambientación. En esta ocasión tenemos que imaginar un mundo en una época glaciar, donde un clima arrollador o quizá asolador moverá en cierta manera los cimientos de esta novela. ❄️Hay tres tipos de protagonistas en esta novela, el narrador, una mujer y el hielo. ¿Cómo es posible que el hielo sea un protagonista? Pues os diré que en cierto modo ha sido EL protagonista. Me cuesta hacer una definición de éste, porque sádico no le hace justicia e inteligente se me queda corto, pero el juego que nos da, crea una expectación digna de aplauso, ya que es capaz de infringir el suspense necesario con una habilidad asombrosa. 🥶Me gustaría hablaros de los otros dos protagonistas y es que nuestro narrador es un tío oscuro y curioso cuánto menos, pero precisamente estas dos cualidades y el hecho de que sea quien te cuente la historia van a hacer que sientas la desesperación y la rendición que siente ella. Ella, no sabemos su nombre, pero no nos hace falta para empatizar con su fragilidad. 🧊Esta novela, a pesar de ser una distopía con las que sabéis que no me llevo especialmente bien, me ha ganado por su nivel de perturbación. Anna,nos plantea un doble juego enmarañado de tal manera que la crudeza con la que nos cuenta ciertos pasajes y algunas escenas, me han tenido pegada. No me escondo, la destrucción que se recoge en estas páginas, sumada a la que fluye de tu mente a medida que vas leyendo, es lo me ha ganado. 🧊¿Qué es lo que vamos a encontrarnos entre tanto hielo? Pues andando con cuidado para no escuchar crujir el hielo bajo nuestros pies, Anna nos puede llevar a varios puntos pero a mi me ha llevado a reflexionar sobre la locura, sobre la salud mental. El narrador tiene un punto obsesivo con una mujer, que nos va a dejar un montón de reflexiones, de pensamientos, de preguntas que lanzaremos al aire y que algunas podremos contestar, otras nos quedaran en el tintero y las más importantes son aquellas que te llevarás para aplicar en el día a día. ❄️Me voy a tomar la licencia de daros un consejo. Si sois de esas personas a las que les gusta entrar en la historia sin tener ni idea de que se cuece, haced el favor y no leáis el prólogo, ya que hace una interpretación de la historia que aunque no ha sido la mía; puede influir en vuestra opinión/lectura. Es la primera obra de trotalibros que leo, y reconozco que el mosqueo sordo que me agarré con este detalle solo lo sabe el sofá y mi libro si alguna vez quiere contar su propia historia, así que por ello os comento esto. + Leer más |
La verdad es que no sé bien cómo hablar de este libro porque creo que es uno de los más extraños que he leído en mi vida La historia está ambientada en un mundo distópico en el que un mortal frente de hielo va avanzando y cubriéndolo todo, arrasando con cualquier forma de vida. A causa de esto la tierra está en un conflicto continúo entre países y naciones, hay guerras, enfrentamientos, escasez y hambre, por lo que la situación es verdaderamente complicada. Pero todo esto no es el núcleo ni el tema principal, porque donde de verdad nos adentramos es en la mente del protagonista y también narrador, o al menos hasta donde él nos lo permite. Una persona totalmente confusa, trastornada y perdida, aunque paradójicamente con un objetivo claro, que no siempre es capaz de razonar del todo, ni sobre sus actos o motivaciones, y ni tan siquiera sobre la realidad. Él es quien cuenta la historia a su manera, y leyéndolo me vi envuelta en una espiral de locura y obsesión, sin tregua, no sabía si lo que me estaba contando era cierto, si existía realmente, o eran alucinaciones fruto de su paranoia. Los límites entre los momentos de lucidez y los de alienación están muy difusos y eso hizo que me contagiara su propia confusión. La sensación de angustia y desasosiego me acompañó durante toda la narración, la forma que tiene de jugar con el lector es alucinante. A día de hoy aún no sé a dónde me quiso llevar la autora, si es que acaso quiso llevarme a algún sitio, y la verdad es que sigo descolocada, ya os digo que no he leído nada igual. Si os atrevéis con él yo os aconsejaría ir sin ninguna expectativa, sin esperar nada, y simplemente entregaros a vivir el viaje. + Leer más |
Buscaba lecturas originales y diferentes para este verano infernal y este título me convenció inmediatamente: Hielo (1967) de Anna Kavan, ¿qué mejor para combatir el calor? Sin embargo, y sin abandonar los términos térmicos, la verdad es que su lectura me dejó un poco indiferente. Ni frío ni calor. La novela tiene aspectos muy interesantes, como una serie de descripciones sobrecogedoras sobre paisajes y atmósferas, así como un aura de misterio que resulta muy atractiva, aunque también desconcertante. El problema es que deja al lector demasiado perdido, a la deriva, lleno de dudas. Me explico: La acción transcurre en un mundo que se está enfriando (no se detallan las razones), haciendo que la vida en el planeta sea insoportable. Reina un clima de guerra inminente a nivel internacional, mientras que las ciudades se sumen el caos. Hay escasez de todo, miedo e incertidumbre, éxodos masivos… Sin embargo, la autora deja el marco de la historia en el terreno de las suposiciones: no sabemos dónde transcurren las aventuras del protagonista, del cual ignoramos también el nombre, como el de la chica de pelo plateado a la que persigue por el mundo, sin que sepamos tampoco las causas ni las motivaciones. Todo es demasiado inconcreto, demasiado nebuloso. «Como su destino, aceptó el mundo de hielo, brillante, trémulo, muerto; se resignó al triunfo de los glaciares y la muerte del mundo» A esto hay que añadir una narración un tanto errática, en la que a menudo no se sabe si el narrador (el protagonista) está explicando lo que sucede o lo que está soñando, recordando o imaginando. Demasiada confusión. Y lo cierto es que es una lástima, porque la obsesiva y temeraria búsqueda a través de los más terribles escenarios que se narra en Hielo tiene por sí sola un enorme magnetismo. Anna Kavan Anna Kavan (1901-1968) Según he podido saber al buscar información sobre esta novela (principalmente con el objetivo de tratar de entender lo que había leído), muchas cosas se explican cuando se conoce la verdad sobre la autora. Anna Kavan escribió Hielo solamente un año antes de morir por sobredosis. La autora británica se pasó media vida enganchada a la heroína. En esta droga buscó desesperadamente evasión y consuelo a una existencia plagada de tragedias personales. Eso tal vez explique algunos de los pasajes delirantes de la novela, como parte de las visiones y alucinaciones que ella misma padeció en la etapa final de su vida. Una novela apocalíptica que refleja el propio apocalipsis en el que estaba sumida Anna Kavan cuando la escribió. Hielo me recordó en algunos de sus pasajes a El país de las últimas cosas. Estoy casi convencido de que Paul Auster leyó esta novela y encontró en ella inspiración para escribir la suya, con un resultado más eficaz. En definitiva, una obra sugestiva e inquietante, pero (hablo siempre desde mi humilde experiencia), demasiado inconsistente. Para mí, se queda en la promesa de lo que podría haber sido una buena novela. + Leer más |
Hay algunos libros que son realmente complicados de reseñar y Hielo es uno de ellos. Pero va, voy a intentarlo .. •• En este libro el mundo está desapareciendo bajo las garras de hielo. Un frío sobrenatural avanza por el mundo y lo convierte todo a su paso en bloques de hielo. Nuestro protagonista, el nombre del cual nunca nos es revelado, no se cansa en su búsqueda de la chica de piel de porcelana y cabello rubio. La ve por todas partes y es capaz de cruzar el mundo entero por ella si hace falta. •• En primer lugar diré que no es una lectura sencilla ni tampoco para todo el mundo. Este libro requiere mucha atención por parte del lector ya que la narración cuenta con diferentes saltos temporales, lo cual en ocasiones, nos puede desubicar. •• Por otro lado creo que el libro en realidad es todo una metáfora a la adiccion que tiene el protagonista por la chica. Realmente mientras leía el libro he llegado a pensar que el personaje tenía esquizofrenia o algún trastorno bipolar además de sentir ira en numerosas ocasiones con pensamientos turbios y oscuros. Cuando he leído la nota del editor al final del libro y me he puesto a investigar sobre la autora, he empezado a comprender algunas cosas. •• En definitiva, un libro para pensar y saber leer entre líneas con una magnífica edición de @trotalibros !! + Leer más |
Muy, muy buena novela de ciencia ficción/psicológica que explora la violencia, el trauma y el abuso. Una búsqueda postapocalíptica de la mujer de la que se ha abusado que alegoriza (entre otras cosas) la relación del drogadicto con la droga. La calidad de la escritura en sí es bastante buena, y es sorprendente en comparación con la mayoría de la ciencia ficción. La escritura fue tan buena que probablemente podría haber leído esto en uno o dos días si no fuera por la necesidad de un descanso de la intensidad. No os voy a engañar, fue una lectura extraña y surrealista. Una obra oscura, alucinógena, pesadillesca y deprimente sin mucha esperanza, pero al mismo tiempo, la belleza de la escritura, el estilo y la prosa la hacen bastante hermosa. |
Si hubiese que resumir el argumento de una forma muy básica se podría decir que “Hielo” trata de una persecución. El narrador trata de salvar a una mujer ante el inminente avance de una helada glacial que está arrasando el planeta. Pero esta novela es mucho más. Muchísimo más, me atrevería a decir. El argumento de “Hielo” nos permite hacer tantísimas lecturas que la convierte, para mí, en una novela magistral. En primer lugar porque estamos ante un narrador no fiable: ¿de verdad quiere salvarla?, ¿o es el narrador en verdad el villano? Y es que la mujer con la que está obsesionado huye constantemente de él. A esto le sumamos que la historia se mueve entre la realidad del avance del hielo que está congelando el mundo y las constantes paranoias y sueños del narrador. No puedes fiarte de nada de lo que estás leyendo, todo lo tienes que cuestionar como lectora. “Hielo” es también una distopía climática, un tipo de novela que siempre me tiene dentrísimo. Y es que normalmente en estas novelas encontramos la dicotomía civilización y barbarie de la que habla José Carlos Rodrigo en el prólogo, otro tema que me apasiona y me obsesiona a partes iguales. Al contrario de cómo se concibió en el siglo XIX cuando la cuidad era la civilización frente a la barbarie de la Pampa desértica, en estas novelas del siglo XX y XXI estos conceptos de invierten y lo que hemos considerado civilización se vuelve barbarie, y viceversa; de manera que vemos cómo el protagonista busca llegar a esa suerte de paraíso que es esa isla selvática habitada por los lémures. Esto nos permite hacer una lectura (mi favorita) de “Hielo” como una alegoría del planeta defendiéndose de nosotros, los humanos, y cómo nuestra civilización no es, en verdad, nada más que barbarie. A esto podemos sumarle que Anna Kavan era adicta a la heroína, por lo que el avance del hielo se puede leer como un símbolo de la droga y la depresión. Y también se podría añadir toda una lectura en torno a la mujer protagonista de la novela, que daría para mucho: una mujer frágil, sometida, que busca huir… + Leer más |
Nunca había leído un libro como este. Empecé totalmente perdida, no sabía qué estaba leyendo, pero a medida que fui avanzando empecé a entender ese juego entre la realidad y los sueños o alucinaciones que interrumpen constantemente el hilo conductor de una trama llena de incoherencias, de saltos temporales y espacios vacíos. Y es que quien nos narra la historia no es un personaje en quien confiar. No sabemos si nos está contando la verdad o nos miente, no sabemos si simplemente esa es la forma en cómo está percibiendo él los acontecimientos o si ha perdido la razón y confunde la realidad con la imaginación. Un protagonista sin nombre al que acompañamos en una huida, para alejarse de ese mundo helado que avanza sin pausa y de una población donde reina el caos, la guerra y la violencia. Pero una chica lo retiene, la busca, la encuentra, la pierde, quiere llevársela con él pero no lo consigue, se aleja y vuelve. La chica lo rechaza, lo repudia, le teme, se escapa. En esa relación se percibe abuso y acoso, la chica es maltratada por todos. La sentimos débil, sumisa, miedosa, escurridiza, agotada. No sabemos por qué se siente así ni lo que pasó entre ellos en el pasado. Una historia en la que las dudas marcan el ritmo de la narración, las preguntas no encuentran respuesta, la sensación de pérdida y desasosiego nos persigue. Entrar en el mundo de Ana Kavan es una locura de la que no se sale indemne, los vacíos ganan terreno en nuestra cabeza y dejan una huella difícil de borrar. Según José Carlos Rodrigo en el prólogo, este es un libro apocalíptico, en el que el hielo avanza como un animal destructor dejando el planeta blanco y sin vida, en un cambio climático como venganza a una humanidad despiadada que lo ha maltratado. O, como propone Jan Arimany, en la nota del editor, se trata de una alegoría de la pesadilla que supone tener una adicción que te consume, de querer huir de ella sin conseguirlo. También veo en esa relación de amor odio en la que están inmersos los protagonistas, la relación que se puede tener con algo que sabes que te destruye pero que necesitas para seguir soportando el peso de la vida. Cualquiera de las interpretaciones es buena, incluso diría que todas se complementan, sobretodo si tenemos en cuenta las adicciones a las que se vió abocada la propia autora a lo largo de su vida. Una propuesta arriesgada que todavía no sé si la he disfrutado o solo la he sufrido. Lo que sí puedo afirmar es que me ha explotado la cabeza, me he sentido desorientada y he vivido una experiencia literaria única que ha valido la pena. Sigo dándole vueltas. + Leer más |
Solo hay una forma de leer ‘Hielo’ y es: intensamente. Dejándose llevar por el caos que esconde en forma de fenómeno climático devastador que acecha el mundo de esta alegórica novela. Asumiendo que nada es lo que parece y que quizá la única certeza es que no puedes fiarte de nadie, incluido (y especialmente), del narrador. Un narrador busca de forma obsesiva a una mujer, mientras ella se aleja, huye y le rechaza. Así, veremos una suerte de doble persecución: el hombre a la mujer, ¿para salvarla? y la del Hielo, al mundo, ¿para destruirlo o para protegerse? La mujer, por cierto, tiene ojos azules, cabello de plata, frágil… y su comportamiento es siempre frío. ¿Comparte características con algo? ❄ Algo fascinante y desconcertante al tiempo es como cada vez que el Hielo (si, si… con mayúscula porque es un ente que merece nombre propio) hace presencia, toda la coherencia desaparece de la narración y comienza el caos, el delirio, la oniria y la paranoia. También aparece la violencia y la muerte, y acaba con un salto temporal. Así, el Hielo acecha cada vez más de cerca al protagonista, una suerte de Sísifo, condenado a sufrir cíclicamente, donde cada vez está más expuesto, en un lugar más inhóspito, con una situación más adversa y un estado mental más inestable. A pesar del obvio peligro que supone y destrucción que genera, el Hielo, te atrapa y te hace entrar en su juego. El Hielo es mucho más que agua congelada, que un personaje, que una amenaza; el Hielo es lo que da forma y sentido a todo lo que sucede. Pero… ¿qué es lo que sucede? Eso te toca discernirlo a ti, pero lo que debes tener claro no será sencillo. De hecho, en el prólogo @literatura_instantánea plantea una interpretación y @trotalibros en la nota del editor, otra muy distinta. Ambas posibles, aunque reconozco que yo tengo mi propia visión, en clave de enfermedad mental degenerativa o quizá, depresión; donde ambiente, personajes y Hielo son diferentes aspectos de un todo, la mente enferma. Independientemente de cualquier interpretación es una novela sobrecogedora que rezuma dolor, sufrimiento y soledad. La autora no deja nada al azar en esta novela distópica inclasificable hecha para intrigar, obsesionar, asfixiar, angustiar y desafiar al lector, llevándote al extremo, tal y como sucede a los protagonistas, conectándote con ellos fuertemente. Ahí una de las muchas genialidades que nos regaló Anna Kavan. No es una lectura para todo el mundo, no te lo pone fácil, pero si llama tu atención, atrévete a descubrir este libro que es un sueño con mucho de pesadilla. + Leer más |
Esta novela entra de lleno en la lista de los mejores libros que he leído este año. No es una lectura fácil, no os engañaré al respecto. Es dura, difícil, poética, arrolladora, perturbadora, compleja, enloquecedora… sobre todo al principio, te verás arrojado a una historia inconexa, sin una línea temporal clara. Las ensoñaciones del narrador te desubicarán por completo. Pero no te desanimes, al avanzar la historia adquiere forma, hay un hilo narrativo (débil, pero lo hay) que te hará estallar la cabeza buscando una explicación para todo lo que sucede y cómo sucede. No voy a pretender haber entendido el mensaje que la autora nos quiere transmitir con esta historia, hay múltiples interpretaciones de expertos y no expertos. La mía ha ido cambiando con la lectura y ya no sé lo que creo en realidad. Me quedo con la sensación de indefensión que transmite, la lucha de poderes, la fragilidad de la existencia… leedla y haceros vuestra propia opinión. |
¿Reseña más complicada del mundo? Puede ser. Pero bueno... Vamos a comenzar contextualizando. Hielo es la obra maestra de la escritora francesa Anna Kavan, la cual fue publicada en 1967 poco antes de la muerte de la autora. Es necesario saber que la autora tuvo una vida muy complicada con serios problemas como fueron las drogas o enfermedades mentales. Digo que me es muy complicado hacer esta reseña porque es un libro que no he llegado a entender del todo. Es una lectura que exige muchísimo del lector. Miles de interpretaciones son posibles y no hay ninguna que crea que sea la correcta. De las posibles visiones que he leído, hay una con la que estoy completamente en desacuerdo. La obra fue nombrada mejor novela de ciencia ficción el año de su publicación. Para mi, la autora nunca buscó encasillar a la novela en este género, y el entorno climático no es más que un recurso para hacer mucho más agobiante si cabe el relato y para dejar claro el tormento que existe en la cabeza de nuestro narrador. Al final, creo que la novela es eso, sumergirnos en la cabeza de una persona que está viviendo una realidad opuesta a la nuestra y que es muy difícil entenderla y creo que ahí es necesario conocer la biografía de la autora para poder darle un sentido a esta narración. No va a estar entre mis libros favoritos precisamente por lo que he comentado. No he logrado entenderlo del todo aunque si me ha transmitido muchas sensaciones de lucha interior, de desamparo, de miedo incluso. ¿Quizá la culpa sea mía como lector por intentar darle explicación a lo que leo? Puede ser, y puede ser que en este libro lo único que buscase la autora es transmitirte sus sensaciones evocando este cataclismo de hielo y usando esta angustiosa narración. No lo sé... Por todo esto, yo si os la voy a recomendar, pero desde un punto de vista completamente egoísta. Os la recomiendo porque necesito respuestas, y creo que solo leyendo reseñas y otros puntos de vista conseguiré tener una visión completa y clara de la obra. Lo que si tengo claro es que esta obra es inigualable y no os va a dejar indiferentes para nada. + Leer más |
Esta es la historia de un hombre, nuestro narrador, que persigue obsesivamente a una mujer mientras el hielo se extiende inexorablemente por el mundo. Se entremezclan sus alucinaciones con visiones del pasado y el futuro que hacen que cualquier cosa pueda ser el presente. Así que el hilo conductor de todo es la necesidad de reencontrarse con esa chica, de "salvarla" (aka someterla). Según leemos nos aprisiona la sensación de persecución, la huida, la atmósfera opresiva. Ese hielo que avanza, imparable, es el simbolismo de algo que no sabemos a ciencia cierta qué es (¿el chute de la heroína recorriéndonos las venas?, ¿la depresión?, ¿la maldad humana?), pero que nos acorrala a nosotros como lectores de la misma manera que vence en la novela al mundo existente. Os diré que he leído esta extraña distopía en el peor momento posible para mí, pero que este libro es un éxito en tanto que logra hacernos sentir exactamente esa opresión que la autora sentía y que debía buscar transmitir. Ojo cuidado, aviso de que no es nada fácil seguir la lectura con un narrador tan despreciable e ir viendo su anhelo por la chica, que es quien mueve la trama y la trama misma, pero de la que no sabemos apenas nada y es considerada nada más que una víctima fácil de doblegar. Lectura durita emocionalmente sin duda. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. + Leer más |
Libro autoconclusivo Escrito en 1967 . Distópico, oscuro y extraño. Vamos a destacar la calidad y belleza de la edición, que sin duda es inmejorable. Por no hablar de la magnífica traducción de @ainizestephen Prólogo de @josecarlosrodrigobreto y nota del editor geniales y muy necesarios para comprender más esta obra. Edición llena de detalles donde te saca una sonrisa hasta el " cuándo se imprimió" Sin duda toda esta ambientación fría y despiadada va calándote poco a poco hasta los huesos, crees que no sientes el hielo pero a medida que avanza la novela créeme que lo sientes. Tiene personajes más que interesantes, quizás destacando a nuestro personaje principal que, sin duda, tiene una mente muy peculiar que quizá no ayude a empatizar con él, o sí... es un personaje de moralidad cuestionable dejémoslo así, lo que lo hace original y bastante intrigante. Se puede hipotetizar mil cosas sobre este libro, partiendo desde la más absoluta ignorancia como hice yo hasta por ejemplo sabiendo luego la vida de la autora que nos deja otra sensación y otra posible interpretación de la obra. Os invito a leerlo sin saber nada en absoluto primero. Es una obra complicada con una narración cambiante, que confunde en ocasiones y que hace que debas releer algunos párrafos o páginas más atrás, quizá se aprecie y valore aún más su magnitud haciendo una relectura. Puede que requiera leerlo con una mente abierta y con disposición a tener que empatizar con todo tipo de acontecimientos/sentimientos a los que no estamos acostumbrados para poder comprender. Lo que resulta altamente interesante en realidad. • Una novela intensa, profunda y dramática, que podrás comprender más o menos, que te hará sentir mil cosas, que te hará helarte con algunos pensamientos, pero que, sin duda, no te va a dejar indiferente. ¿Lo habéis leído? ¿ Qué os pareció? + Leer más |
Hielo, la obra más importante de la escritora Anna Kavan, es una novela cargada de imágenes y sensaciones desconcertantes, desoladoras e inquietantes. Un cataclismo atmosférico ha puesto patas arriba el mundo conocido. El planeta va camino de la congelación y las luchas por los recursos se vuelven carnicerías. En este entorno, nuestro narrador busca a una mujer, de pelo plateado, conocida suya, para intentar salvarla de lo que se les viene encima. Poco a poco descubriremos que el interés por esta mujer va más allá del deseo de protegerla. Sus intenciones habitan la dominación, la posesión y el sometimiento. La búsqueda da paso a la persecución. Hielo posee muchos elementos interesantes: un regusto kafkiano, imágenes brutales de aquellos paisajes arrasados por el hielo, la barbarie humana y la relación tóxica que mantiene la mujer de cabellos de plata con los hombres que la rodean: una crítica a la cuestión de género. Sin embargo, creo que todas estas ideas no lograron cuajar, no logran atarse ni permiten que podamos sumergirnos en la historia porque la mayor parte del tiempo no sabemos hacia dónde vamos. Hay dos constantes en Hielo: el frío y el delirio. El narrador juega con nosotros. Leeremos lo que él permite, lo que vive, sueña o delira. Una y otra vez entraremos en esa persecución infinita, llena de baches delirantes, parones inciertos, vueltas de tuerca que me resultaron muy agotadores. Esta novela ha dado pie a múltiples interpretaciones. Algunos la analizan sin reparar en el contexto biográfico de Anna Kavan. Desde mi punto de vista, creo que no puede leerse sin un acercamiento a la vida de la autora (en este sentido me recordó a las pinturas de Frida Kahlo). Hay elementos que se nos describen en Hielo que tienen mucho que ver con aspectos de su vida. Sabemos que la mujer de los cabellos de plata tuvo una relación terrible con su madre, lo mismo que la autora; que vivió en Escandinavia, de ahí la cuestión de los paisajes nevados; el tema de los lémures: su paso por Madagascar; y, sobre todo, el carácter errático de la novela, relacionado con su adicción a la heroína y los problemas mentales que padeció toda su vida. Me parece imposible pensar esta historia sin los antecedentes de vida de Anna Kavan. No creo (después de romperme la cabeza con el tema) que cada personaje o situaciones constituyan un símbolo claro, pero sí se puede casi tocar con las manos la carga alegórica. No soy de los lectores que buscan identificarse con los personajes; al contrario, agradezco que me muevan el suelo, que me hagan estremecer, que me provoquen emociones y me saquen de mi zona de confort. En el sentido emocional, Hielo no falla, es inquietante, desoladora, desesperante, pero toda esa parte emocional, sensitiva, queda relegada un segundo plano gracias a esos instantes que no encajan, que confunden hasta el extremo. Esa sensación de vuelta a empezar, ese ‘si ton ni son’ de algunos momentos, fue demasiado para mí, me arrebató el ritmo de lectura muchas veces, me consumió las ganas de seguir y la digestión ha sido difícil. He escuchado por allí que lo errático de Hielo es un golpe de efecto consciente. Yo no lo creo. Para mí la situación mental y emocional de la autora ha sido la encargada de llevarnos por esos caminos delirantes. Eso no significa que no existan preocupaciones y discursos reales en cada página, pero no pudieron ser desentrañados y perdieron fuerza precisamente por ese carácter o condición que se le fue de las manos. Sé que esta novela llegará a quien tenga que llegar porque estas historias tienen su público y hay quienes serán capaces de mirar con ojos más audaces lo que yo no fui capaz de apreciar. Toda lectura deja algo en uno y yo me quedo con la brutalidad de la atmósfera, el clima que recrudece todo lo demás y que se adelanta a la lógica de lo que se avecina. Me quedo también con la carga de emociones y sensaciones que me acompañaron durante la lectura. Gracias, Marenpergamino por la lectura conjunta. Valoré como oro en paño tus comentarios y apreciaciones. Me ayudaron muchísimo a aterrizar tantas ideas. Y ahora, a visitar nuevos territorios literarios. Ya veremos qué tal se nos da. + Leer más |
¿Pero qué acabo de leer? Durante los días en que estuve leyendo "Hielo" de Anna Kavan, la pregunta que más se repetía en mi cabeza era esa. Soy una persona que necesita encontrar lógica en las cosas y, en este caso, la autora no me lo puso nada fácil: adentrarse en la lectura de "Hielo" supone abrazar la desorientación y la confusión, dejando de lado cualquier acercamiento convencional a la trama, sucesos y personajes. La ambientación es uno de los puntos clave de esta novela, con un mundo helado y postapocalíptico donde el peligro acecha en cada paso. Otro aspecto crucial es el punto de vista del narrador obsesivo y enfermizo, que parece no distinguir entre lo que ocurre en su mente y lo que le rodea. No quiero revelar demasiado sobre este viaje que a veces parece dolorosamente real y otras tantas alucinatorio y pesadillesco. Solo os diré que se trata a la vez de una persecución y de una huida. Es esta una lectura que puede ser complicada y que requiere un alto grado de concentración. De hecho, empiezo a creer que debería darle una segunda oportunidad porque cuando lo leí no estaba en el estado mental adecuado. Sea como sea, estoy segura de que esta lectura no os va a dejar indiferentes, provocándoos emociones contrapuestas, desde la fascinación y la intriga hasta la inquietud y el horror, pasando por la desesperación e incluso la irritación. Quisiera destacar, cómo no, la maravillosa y cuidada edición de Trotalibros, repleta de detalles y de cariño, y os animo a completar su lectura con el prólogo y la nota final del editor, en las cuales José Carlos Rodrigo Breto y Jan Arimany nos proponen diversas maneras de acercarse y de entender este texto publicado un año antes del fallecimiento de su autora, Anna Kavan, en 1968, debido a una sobredosis de heroína. + Leer más |
Abordo la reseña de “Hielo”, de Anna Kavan, con respeto, miedo y mucha inseguridad, pues tengo la sensación de que diga lo que diga sobre este libro va a ser como si no dijera nada. ¿Cómo se reseña un libro así? Desconcertante, inquietante, sorprendente, confusa, errática, caótica… son tantos los adjetivos que podría utilizar para describir esta obra y, sin embargo, no se me ocurre una forma concisa para hablar de ella, y es que estamos ante una novela inclasificable. Durante la lectura he tenido la sensación constante de que tiene tantas interpretaciones como lectores que se atrevan a embarcarse en ella, pues estoy segura de que dependiendo de la mentalidad, del momento vital, de la personalidad, etc. se sacarán unas u otras conclusiones, se verá el simbolismo encauzado hacia un punto o el opuesto, se vivirá de una manera o de otra completamente diferente. Una novela con tintes distópicos en la que nos moveremos entre conflictos bélicos y glaciaciones, con cierto aire apocalíptico, fatalista y deshumanizado. Sin saber qué ha desatado esta turbia situación mundial, la autora nos lleva a un viaje en el que los límites de la realidad se desdibujan, en el que lo onírico y lo simbólico toman protagonismo y en el que no se tiene claro qué sucede ni por qué, de ahí que diga que sacar una conclusión final o un por qué a todo esto dependa única y exclusivamente de la persona que lo lea. En mi opinión, la pregunta no es de qué va “Hielo” sino qué voy a ver en “Hielo”, a sentir, cómo lo voy a interpretar. Hay quien dice que esta obra es el reflejo de los vicios y los problemas de la autora, de su frágil salud mental, de su propia inestabilidad; yo no sé si esto será así, pero si os digo la verdad prefiero pensar que, más allá de lo extraña o diferente que pueda resultar, esta no es más que el reflejo de su talento, de su genio, de su originalidad. Prefiero quedarme con que para escribir algo así hay que tener ciertas capacidades artísticas e intelectuales, ajenas a cualquier factor externo, a cualquier estado mental. Me quedo con la luz de Anna, seguro que era mayor que sus sombras. + Leer más |
Muchas veces me preguntan el por qué disfruto de las historias de terror. Ese tipo de narraciones en la que lo siniestro, lo tenebroso, incluso lo grotesco tienen cabida para moldear nuestro intelecto en busca de sus emociones más primitivas. El surgimiento del terror emerge como respuesta a la excesiva importancia que le damos a nuestra racionalidad, presentándonos todos esos escenarios en donde lo que prima son nuestras pasiones. La historia que nos presenta Anna Kavan en Hielo no es una historia de terror al uso. Aquí no encontramos la presencia de seres sobrenaturales, no muertos, fantasmas o cualquier tipo de entidad procedente del inframundo. Sin embargo, cada una de las páginas que contiene esta historia está impregnada de un aroma fácilmente reconocible que se perpetúa una vez has acabado el libro. Tenemos una fortaleza llena de lugares decrépitos e inhóspitos, una damisela cautiva y aterrorizada, un villano ambiguo y autoritario, romance trágico, una contínua y desbordada angustia emocional en sus personajes, una atmósfera opresiva que contamina todo a su paso…pero sobre todo eso, un antihéroe que ejerce el papel de narrador que hará todo lo que tenga en su mano por rescatar a su amada. Sin embargo, todo esos elementos quedan sepultados bajo toneladas de hielo, retorciendo sus formas y creando espejismos en donde todo cobra un sentido mucho más siniestro. Basta un par de capítulos para entender que detrás del gélido decorado existe una puerta a una realidad escondida que susurra ,palabra tras palabra, profundos lamentos. Lo hace desde la propia narrativa, camuflando entre paisajes apocalípticos donde la muerte se va abriendo camino la propia realidad de una autora que explora sus propios fantasmas, sus adicciones y su pérdida de control entre bloques de hielo. Uno de los pilares fundamentales del terror es el miedo a la pérdida de la autonomía y en esta novela se expande como los vientos, limitando la capacidad de movimiento hasta la completa desesperación de sus protagonistas. De hecho, la autora no contempla la posibilidad de un universo tan decadente sin contaminar en su devastación a los propios personajes. El mismo narrador y su obsesión genera rechazo desde el inicio y su opuesto, o acaso él mismo, no deja de ser un reflejo de una sociedad en la que las relaciones humanas solo se entienden desde la posesión. Miles de golpes azotan cada una de las frases en las que tratan de reflejar el sentimiento al que llaman amor, esa emoción que deja de existir cuando no se ejerce en libertad. Desde ese punto de vista, la liberación de la dama cautiva solo podrá ser abordada desde su propia individualidad como mujer pero, como todo en esta novela, su destino también estará contaminado, al igual que el propio planeta, por la fatalidad. De tal modo que la novela es una fría invitación a transitar por una realidad a la que, sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado. Adicciones, violencia, egoísmo, depresión y, por encima de todo eso, la resignación ante un destino que no podemos cambiar. Al fin y al cabo, duele menos escoger el camino fácil, el transitado, el que conocemos como propio. Escoger la alternativa solo está alcance de los Indris y de la calidez de su ecosistema. Hielo no es una novela agradable. Está llena de tristeza, de desesperación y de muerte. Nada de eso puede reconfortar el corazón de aquellos que buscan en un libro un hogar donde refugiarse. Es una propuesta destinada a aquellos que disfrutan de Lo sublime y sus últimas consecuencias. Al fin y al cabo, no deja de reflejar la realidad de una autora cuya tristeza comparte el propio universo de sus personajes. Una realidad fría que te atenaza, te acecha y de atrapa, dejando como única salida, sus propias historias. + Leer más |
“Hielo”, de Anna Kavan, obliga a una reevaluación de las texturas de lo real, mediante una historia que niega al lector cualquier asidero.
Enlace: https://www.lne.es/cultura/2.. |
¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?