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Hielo de Anna Kavan
Era evidente que él la consideraba de su propiedad. Yo consideraba que me pertenecía a mí. Entre ambos, ella quedaba reducida a la nada...
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Hielo de Anna Kavan
Era evidente que él la consideraba de su propiedad. Yo consideraba que me pertenecía a mí. Entre ambos, ella quedaba reducida a la nada...
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Hielo de Anna Kavan
Como su destino, aceptó el mundo de hielo, brillante, trémulo, muerto; se resignó al triunfo de los glaciares y la muerte del mundo.
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El descenso de Anna Kavan
Cuando la vida se pone en tu contra, tiendes a buscar una especie de tímido consuelo en las cosas más simples.
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Hielo de Anna Kavan
Me sentí decepcionado: era yo quien debía de habérselos roto con tierno amor; yo era la única persona con derecho a infligirle heridas.
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El descenso de Anna Kavan
El gran secreto , en mi opinión, es concentrarse en aquellas cosas que no nos pueden robar: el pasado, por ejemplo, los árboles, la poesía...
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El descenso de Anna Kavan
Estaré siempre sola en esta habitación en la que la luz está toda la noche encendida, donde las caras de desconocidos profesionales, sin calor ni piedad, me miran a través de la puerta entreabierta. Espero, espero, entre la pared y la amarga medicina del vaso.
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El descenso de Anna Kavan
¿Podría entonces sobrevivir a mi propia condena? Una pregunta sin duda retórica porque, aunque es difícil vivir con tantísima tristeza y tantísimos fracasos, morir parece aún más duro.
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El descenso de Anna Kavan
Qué difícil es sentarse en casa sin nada más que hacer que esperar. Esperar, simplemente esperar, carente incluso de la última y piadosa privación de toda esperanza. A veces pienso que algún tribunal secreto ha debido juzgarme y condenarme, sin escucharme siquiera, a esta opresiva condena. |
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El descenso de Anna Kavan
¡Me muero de frío y de soledad allí abajo, en la niebla! exclamo con una voz que tartamudea de tan urgente que suena; por favor, sean amables conmigo. Permítanme compartir un poco de su luz y calidez. No les causaré ningún problema.
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Hielo de Anna Kavan
Nuestras miradas se encontraron y volvió aquella confusión; una confusión aún mayor no solo respecto a mi identidad, sino también en relación con el tiempo y el espacio.
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Hielo de Anna Kavan
Aquello me resultaba vagamente familiar, pero, aun así parecía irreal. Me sentía confuso. La irrealidad del mundo exterior era una suerte de prolongación de mi perturbado estado mental.
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El descenso de Anna Kavan
¿Nadie sabe o a nadie le importa que me esté muriendo entre estas palancas y ruedas? ¿Puede alguien salvarme? En realidad no he hecho nada malo… me siento muy enferma, apenas puedo abrir los ojos…
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El descenso de Anna Kavan
Estoy sola en un mundo donde no tengo nada más que hacer que esperar, día tras día, un destino que solo puedo intuir pero que, en cualquier caso, apenas será más tolerable que la incertidumbre anterior. Este es el estado de irrealidad en el que he permanecido sumida. |
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El descenso de Anna Kavan
En algún lugar del mundo tengo un enemigo implacable, aunque no conozco su nombre. Tampoco sé que aspecto tiene. De hecho, si entrara en este mismo instante en mi habitación, mientras estoy escribiendo, seguiría sin reconocerlo.
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Hielo de Anna Kavan
En todo momento, sentí que no era yo mismo, sino él. Incluso por un instante me pareció que llevaba su ropa. Me marché de allí confundido; más tarde no supe qué había ocurrido, o si había sucedido algo en realidad.
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Hielo de Anna Kavan
Algo en ella demandaba victimización y terror, de modo que corrompía mis sueños, me conducía a lugares tenebrosos que no deseaba explorar. Ya no estaba claro para mí quién de nosotros era la víctima. Tal vez ambos éramos víctimas, el uno del otro.
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¿El pollo Pepe es amigo del Perro López?