Otoño

Ali Smith es una escritora que me desconcierta en cada libro, pero me sigue interesando muchísimo. Su forma de entretejer las historias en momentos temporales diferentes, seleccionando unos pocos episodios para narrar aún no sé bien qué… mi impresión es que ella no cuenta una historia; ella habla acerca de la naturaleza humana, y selecciona historias que le sirven de excusa. Este libro habla de cómo nos relacionamos con el otro, lo que en todo caso remite a nuestra propia identidad, a la forma como se construye en ese espacio que se comparte con el otro, y a esos lugares que suponen una pertenencia común… A su vez, ello remite a la no pertenencia y a la exclusión. Lo que brilla más para mi en esta escritora es el estilo y la forma de jugar con el le lenguaje y de hacer emerger problemáticas de profunda relevancia social a través de pequeñas historias y episodios cotidianos, aparentemente intrascendentes. Por ahora no soy capaz de capturar todo el simbolismo que contienen sus obras pero me resulta apasionante intentarlo…

Entiendo que haya personas a las que no les haya gustado Otoño:
Confusa, lenta, sin un argumento tradicional, inconexa, rara, desordenada, caótica y que podría llegar a aburrir a quien no entre en la historia.

Entiendo que haya personas a las que les haya encantado Otoño:
Diferente, especial, arriesgada, circular, con una narrativa casi poética, un estilo dulce y dos personajes entrañables (Daniel y Elisabeth), una matrioska de historias dentro de historias y un maravilloso collage de reflexiones sobre el Brexit y el paso del tiempo con interesantes referencias a mujeres del pasado como Pauline Boty y Chistine Keeler.

Yo me encuentro más cerca del segundo grupo que del primero... ¿y tú?

“¡Los prepucios van y vienen, pero Mozart es eterno!”

Voy a empezar con unas palabras del crítico y escritor José María Guelbenzu que me han parecido muy acertadas y que, cautivado por la novela, de paso, alimentan mi vanidad: «Ali Smith (…) exige al lector que se merezca la lectura».

En efecto, la Ali Smith de “Otoño” es especial, tanto como lo pueda ser la Jenny Offill de “Departamento de especulaciones” o la Cusk de “A contraluz”. Su estilo es fragmentario, impresionista, desordenado, temporal y sentimentalmente, una amalgama de estilos y formas lo suficientemente distante como para que lo poético brille en su justo momento y medida, como para que su humor triste y envenenado nos golpee dónde más nos duele, para que lo imaginativo de sus planteamiento y de su exposición nos seduzca. El texto es hermoso y necesario, merecí la lectura y me enorgullezco de ello. Será que yo también quiero que me saluden preguntando ¿qué estás leyendo?, que me pone triste cuando se va el verano y viene el otoño, que necesito que alguien me muestre que el verano aún sigue ahí.

Me gustó la mezcla de tonos, de historias y detalles, me gustó su libertad y su atrevimiento, su claro y valiente posicionamiento social y político. Me convenció la llamada de atención a las posibilidades que siempre tiene todo relato, como las que ella misma encuentra en una fotografía de Boubat en la que se ve a una niña en un bosque, de espaldas y con un vestido hecho de hojas de otoño, algo precioso pero que al mismo tiempo podría ser terrible si lo que llegamos a ver es el desamparo de una niña pobremente vestida, o un cuerpecito del que se está desprendiendo la piel tras un ataque nuclear, o llegamos a pensar que fue llevada al bosque para… Smith no quiere que sean los otros los que escriban el relato, esos que vuelven a gritar con descaro e impunidad “Por mucho que huyáis, vamos a por vosotros” ante nuestra desidia e indiferencia.

En un collage tan imaginativo, colorista y diverso como los de su admirada Pauline Boty, la Bardot de Wimbledon, una pintora del pop-art de los 60, menospreciada, prematuramente muerta y olvidada, Ali retrata nuestro mundo, al que hemos llegado, al que ella pertenece, tal y como hicieron tantos otros escritores, como su admirado Dickens en el que se inspira la frase que inicia la novela.

“Era el peor de los tiempos, era el peor de los tiempos.”

Una exageración, claro está, nunca ha habido tiempo bueno pues no hay libertad/paz/derechos/justicia/prosperidad si no la disfrutamos todos. Necesitamos alarmas como esta de Ali Smith que nos despierten de tanta indolencia y resignación, necesitamos reaccionar… y rápido.

Necesitan leer esta novela… y rápido.



P.S. Además de a la pintora citada, hay otras dos mujeres en la novela con un papel principal. Chistine Keeler, la chica del escándalo político-sexual del caso Profumo, en cierto sentido la Marilyn británica, utilizada y humillada, para la que su belleza fue una maldición, como quizá también lo fuera, aunque en un sentido muy distinto, para Pauline Boty. La otra mujer solo se cita una vez aunque en mi opinión está presente en toda la novela:
“Thatcher nos enseñó a ser egoístas y no solo a pensar, sino también a creer, que la sociedad no existe.”

Elisabeth vive en un Reino Unido roto con Europa por el Brexit. Cuando tiene tiempo libro acude a una residencia de ancianos para visitar a Daniel Gluck, un anciano en un sueño eterno y a las puertas de su final. Este fue el vecino de Elisabeth y se conocieron cuando ella era una niña. Con él creció y aprendió a ver la vida desde otra perspectiva totalmente diferente. Con ella, conoceremos el pasado y el presente, un viaje entre lo onírico y la realidad, en una sociedad cada vez más inconexa entre ellos mismos.

Esta es la primera parte de una tetralogía, cada uno con el nombre de una estación. No voy a mentir, es una lectura compleja. al principio parece que hay escenas sin ningún sentido, inconexas, pegadas ahí porque así lo quiere la autora. Esto es una lectura superficial, porque esta historia exige al lector una mayor atención y entendimiento.

A mi juicio, Smith presenta una sociedad fría, privada ya de la humanidad, donde nadie ayuda al prójimo y cada uno vive su vida sin pensar en los demás. Esto hace que las conversaciones entre ellos sean frías, distantes, sin emociones ni sentimientos. Excepto la de Elisabeth y Daniel. Entre ellos hay una buena conexión de amistad, con una conversación franca, directa y profunda cargada de muchos temas apasionantes. A través de esto, la Elisabeth niña crecerá en su ser hasta convertirse en la mujer actual.

La novela trata muchos temas, siendo el principal el de las artes. Los os protagonistas hablarán de música, pues Daniel fue un prestigioso compositor, pero también de pintura, especialmente con la técnica del collage. El lector va a conocer también el trabajo de la artista Paulina Boty, la única mujer artista en el arte pop británico y que tendrá un papel fundamental en la vida de los dos protagonistas. Pero también se tratan otros temas sociales, como la discriminación (aparecen casos de odio hacia los turistas europeos), el antisemitismo (con alusiones también al holocausto judío)

La pluma de Smith es muy sencilla y fácil de leer, además de fresca. El ritmo también se mantiene muy bien. Sí es cierto que puede chocar a veces algunos cambios de registros o de escenas, más tirando a los sueños y al pensamiento que al presente real, pero ahí está la belleza de esta historia. al mismo tiempo, los capítulos son tan breves que la novela se bebe con mucha fluidez.
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Los protagonista de esta novela son
** Elisabeth, una joven historiadora del arte de 32 años que, unas semanas después del referéndum del Brexit en el Reino Unido, va casa de su madre para visitar en una residencia de ancianos a Daniel Gluck, de 101 años.
**Daniel Gluck, un judío que fue el único de su familia que escapó del holocausto. Vecino de la madre de Elisabeth, fue para ella un buen amigo desde que se conocieron. Él está en la residencia, en ese estado de sueño que precede a la muerte, a veces no le es posible diferenciar entre sueño y realidad.
**También hay dos personajes reales, una artista Pauline Boty y una prostituta Christine Keeler que tienen que ver de alguna u otra manera con los dos protagonistas
Cuando Elisabeth visita a David le lee para hacerle compañía, pero también él también le acompaña, sin ser consciente. El pasado de ambos vuelve en fragmentos de los recuerdos que enlazan sus vidas;
Elisabeth repasará su vida, sus influencias, la sociedad actual y sus contradicciones, la división existente y el recelo que empieza a haber hacia quien viene de fuera, desde la votación. Se siente encerrada cada vez más en un mundo que no comprende, un mundo consecuencia del resultado de una votación que divide una sociedad.

No sé qué pensar de este libro porque sus capítulos no tienen ni pies ni cabeza para mí. Sin ánimo de ofender, esta novela parece que está escrita a trozos que luego han sido pegados y publicados sin antes revisar si el conjunto en sí tiene coherencia.

La novela fluctúa entre el pasado y el presente. Por un lado, nos encontramos con Elisabeth, una niña que establece una bonita amistad con su vecino y, por otro lado, Elisabeth ya es adulta y visita a Daniel todos los días para hacerle compañía y leerle. Entremedias de estos capítulos, Ali Smith nos mete algunos totalmente inconexos en los que habla del conocido caso Profumo, una artista británica de la cultura del pop llamada Pauline Boty y otras escenas que pretenden reflejar un país dividido.

Estoy segura de que dentro de Otoño hay que leer entre líneas y yo me he quedado en la superficie, sin ahondar más en todos esos detalles que la autora intenta transmitir y que yo no he logrado ver. Es por ello que no puedo hablar de manera positiva de este libro e incluso me siento incapaz de hacer una reseña enteramente justa.

Las dos estrellas van por su originalidad, pues nunca había leído algo parecido, y por algunos extractos que realmente he disfrutado gracias a sus reflexiones y narración (algunas conversaciones entre sus protagonistas son realmente interesantes y productivas).

Era ineludible para mí acabar leyendo a Ali Smith, una autora que empieza a ser considerada como la Virginia Woolf de nuestros tiempos, por lo innovador y atrevido de sus técnicas narrativas y por su profundidad reflexiva.
“Otoño”, editada en 2020 es el primer libro de una tetralogía dedicada a las cuatro estaciones que ya es conocida como “El cuarteto estacional” de una autora escocesa que según algunos críticos apunta ya al Premio Nobel de Literatura.
Se suele catalogar a “Otoño” como una novela brillante, excepcional, conmovedora, post-Brexit y fundamental para entender la fractura, la confusión y las contradicciones de la sociedad británica.
Partiendo de una hermosa pero desconcertante rememoración poética, “Otoño” nos adentra en...

Leer la reseña completa en:

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Esta no es una reseña fácil. La historia de Ali Smith me ha gustado en contenido, pero no en trama. Es uno de esos libros que te mantiene la frente arrugada durante la lectura, pero te hace reír, y además en buenas carcajadas, en algunas partes. Se podría decir que Elisabeth y Daniel son sus dos protagonistas, los que mantienen el hilo de la historia a través de sus conversaciones, de sueños, recuerdos; presente y pasado. Mientras, Ali aprovecha para hablarnos de la sociedad actual, de la política, de inmigración, del arte.

Para mí que Ali habla tanto de sus gustos personales como de sus pensamientos, y los transmite en estas páginas. Como si quisiera contarnos un poco más sobre ella. Como si quisiera chillar al mundo en el que vivimos.

A pesar de todo, no he disfrutado de la lectura como me hubiera gustado. No me he encontrado con lo que esperaba, ni siquiera una vez empezada la historia. Hay partes que son muy interesantes y da gusto leerlas, pero otras se me han hecho pesadas y sin interés alguno.

No es complicado de leer. Creo que he comprendido lo que me he encontrado; simplemente no le he encontrado la chispa.

"Hace un instante era junio. Y ahora hace tiempo de septiembre. La mies está alta, lista para la siega, brillante, dorada.
¿Noviembre? Inconcebible. Solo a un mes de distancia.
Los días todavía son cálidos, pero en la sombra el aire es más frío. Las noches llegan antes, más frescas, más breve la luz. "
Y hoy os traigo una recomendación para leer estos días de otoño, bajo una mantita, o bajo lo que nos queda de atardecer.

Otoño, de Ali Smith, es un viaje tremendamente original, casi onírico, por la frontera entre la realidad más salvaje y la fantasía más tierna. Te envuelve en el mundo que proyecta, te acoge en la intimidad de la tierna relación entre una joven y un anciano que comparten una especial forma de mirar el mundo. Que, en ocasiones, no es otra cosa que mirarlo, precisamente.
Los diálogos son lúcidos, juguetones, mordaces, inteligentes, pero de una sencillez impecable. El estilo de Ali Smith es original y lleno de juegos de palabras (especial mención a Magdalena Palmer, por haber superado de forma impecable la difícil tarea de traducir este libro).
Otoño es una obra tierna, entrañable. Y, en muchos momentos, esperanzadora. Una historia sencilla que contiene un mundo entero en su interior.

Onírico.

Esta es la palabra que me ha acompañado a lo largo de esta lectura. Casualmente, empieza al igual que el título. Una O. Redonda. Asombrada. Unos sueños en los que viajamos gracias a Daniel Gluck, el hombre con apellido de suerte.

Olvido.

Al que parecemos estar condenados, al igual que una artista pop que rescata de sus brazos la autora: Pauline Boty. El que intenta evitar Elisabeth, que recupera los momentos vividos con su amigo anciano y que comparte con nosotres.

Otoño.

El que marca otro cambio en la vida. El anuncio de una muerte. La de la naturaleza, al igual que la del Reino Unido en la Unión Europea, se percibe en este título. Con fondo de Brexit, Ali Smith aprovecha para denunciar una sociedad xenófoba.

Otra obra entrañable. Otra lectura que atrapa, no por sus tramas, si no por su forma de contarnos un amor, una amistad, un país.