Los ingratos

Pedro escribe a la nostalgia en esta historia. Contada a dos voces, una la de un niño y otra la de su cuidadora, esta ultima de forma epistolar.

Nos cuenta una parte de esa diaspora que han vivido desde las década de lo setenta los pueblos de España hacia las grandes ciudades en busca de oportunidades.

Es una lectura llena de emociones, de verdad y realidad, y Pedro lo hace de forma sencilla, ligera y sin afán. Me ha gustado mucho que he sentido la inocencia del niño en sus líneas y eso no es fácil de lograr.

El único "pero" en mi opinión es que usa frases o escenas de otros libros y no obstante que hace referencia al final del libro, creo que resta originalidad a su obra.

Un libro precioso, que transmite la sencillez de la infancia, haciéndote sonreir, pero al mismo tiempo rebosa una melancolía y añoranza que por momentos duele aunque no quieres dejar de leer por qué esa infancia es la de uno mismo, todos esos recuerdos ,incluidos olores y sensaciones, que guardamos en el corazón.
Sin dudarlo será uno de los libros que recomiende e incluiré en mi lista de favoritos.

Hay libros que te pillan desprevenida, no los ves venir y te das cuenta del golpe y las heridas que te van a dejar cuando estás recibiendo el impacto y ya no hay nada que hacer.
 
A pesar de las buenas críticas de ‘Los ingratos', llegué a esta novela sin demasiadas expectativas. al principio, me sentí desconcertada porque no lograba ver “eso” (fuera lo que fuera) que a todo el mundo fascinaba pero, con el avance de las páginas, ¡lo encontré! Y vaya que si lo encontré.
 
‘Los ingratos' nos trae una historia de lo más sencilla, ambientada en la España de hace pocas décadas y que nos habla de la soledad, olvido, familia, el crecer, lo rural, sobre el amor incondicional. Narrada en su mayoría desde el punto de vista infantil de Daniel, que llega a un pueblo con su familia puesto que su madre ha sido nombrada maestra local. Rápido ves la ternura, el drama familiar, el descontento, las travesuras y el desarraigo de un pequeño al que mueven de casa cada pocos años.
 
La madre, sobrepasada por una crisis matrimonial, pide a la señora Emerita que le ayude a cuidar de su hijo más pequeño. Y bueno, la Eme lo es todo. Eme es ya anciana, es sorda, es encantadora, es buena, es cariñosa. Emerita, pese a no oir, sabe lo que dicen de ella en el pueblo. Lleva el drama del pasado en la espalda. Emerita es tantas y tantas personas reales que lo han dado todo por sus seres queridos y que han tenido mala suerte. Emerita es uno de los personajes más bonitos que he leído, nunca podré pensar en ella sin emocionarte.
 
La trama pone ante tus ojos la intensidad y pureza de los sentimientos de los más mayores y los niños, y cómo perdemos eso cuando crecemos y nos replegamos en nosotros mismos y nuestros intereses. Habla del esfuerzo que supone mantener a alguien en nuestras vidas, por importante que fuera en el pasado. Como las personas, con tiempo y distancia, parecen perder importancia. Como todo esto, desde el punto de vista no de quien crece, sino de quien ya ve el ocaso de la vida de cerca, es radicalmente opuesto.
 
Objetivamente, esta es una historia preciosa, que respira realidad y provoca mil y una reflexiones, de ahí su fuerza. A nivel emocional, a cada cual las cosas le llegan de una manera distinta, todos tenemos temas que nos tocan especialmente porque apelan a nuestro pasado, a nuestros muertos, a nuestra culpa. No puedo firmar porque esta historia rompa a todos los lectores como ha hecho conmigo, pero de verdad, me ha dejado sin consuelo.
 
El título de la novela me persigue, ‘Los ingratos' y con ello espero sacar de esta pequeña historia una lección de vida importante.
 
Esta novela es como el nudo en la garganta de las despedidas. Nada de lo que diga puede reflejar lo que me ha hecho sentir y el vacío que me deja. Tenéis que leerla, eso sí en casa, en un lugar donde podáis sentir plenamente y llorar tranquilamente.

¿Somos ingratos al dejar atrás esas personas que forman parte de tu vida?¿Que te han enseñado, te han apoyado e incluso sobreprotegido?
Si, somos ingratos, pero la vida va pasando demasiado deprisa, aunque por muchos años que pasen esas personas siempre estarán ahí esperándote.
Este libro para mí tiene un personaje que me deja huella , Emérita, creo que con ella sobra lo demás. Estaba deseando que llegara el momento de leer lo que escribía en su diario y en sus cartas cargadas de reflexiones y frases a subrayar. Es un personaje maravilloso, ¡¡Quiero una Eme en mi vida!!!
Las vivencias de David y su familia en el pueblo no me han llamado la atención, muchos tópicos. En esta parte de la lectura la trama es un poco pobre y bastante repetitiva.
No le puedo poner 5 estrellas, me ha recordado a " Las gratitudes" de Delphine de Vigan y creo que ese ha sido el problema, ...no puedes comparar estas dos lecturas porque Pedro Simón sale perdiendo.

Soy de ese grupo de personas que cuando echa la vista atrás recuerda con nostalgia y felicidad su infancia. Yo también me crié en varios pueblos de campo, me trasladé de un lugar a otro dejando atrás los micromundos que iba construyendo. Hasta que crecí y me fui a la ciudad para “prepararme” para la vida adulta: estudiar en la universidad, coger la guagua sola…

Recuerdo esos primeros días de ese gran cambio y lo primero que puedo afirmar es que ciertamente sentí que me sacaban de una burbuja de felicidad. Ya no volveríamos a estar los tres hermanos juntos, ni a pasar horas entre la naturaleza sin más preocupaciones que la de jugar a todas horas.

Por todo ello, lo cierto es que es muy fácil identificarse con el protagonista de esta historia. Un niño que viaja de pueblo en pueblo debido al trabajo de maestra de su madre. Junto a sus dos hermanas mayores, su infancia transcurre entre anécdotas de la época y la relación con iguales que conoce allá donde va. Es en el último pueblo al que se muda la familia, donde entablará una amistad muy especial con la Emérita, una mujer con un pasado doloroso.

Este libro también pone de manifiesto lo rápido que pasa la vida y cómo el hacerse adulto en ocasiones arrebata los mejores momentos de la misma. No nos detenemos a disfrutar de esas pequeñas cosas que creemos eternas y que sin embargo, algún día desaparecerán y quizá ya sea tarde para volver a ellas. Por eso somos ingratos.

Esta es pues, una historia breve pero real como la vida misma. Deberíamos atesorar con más ahínco todos esos regalos en forma de momentos junto a las personas que queremos, el tiempo pasa y los recuerdos y el afecto serán el único legado que nos quedará.

☀Somos tan afortunados que la vida, sin pedirnos nada a cambio, nos regala sensaciones y momentos maravillosos. Cosas como un amanecer, un arcoíris, el sonido de las olas, el olor del mar, el canto de un pájaro, el olor a tierra mojada después de una tormenta de verano, o el silencio que precede a la nieve. Pues bien, hay libros que consiguen sumarse a esa lista de sensaciones agradables, que sin tener nada destacable, son capaces de hacerte sentir paz. Los ingratos lo hace. Te sosiega, te lleva de viaje a la infancia, rebusca en tus recuerdos más lejanos. Y no es que sea una historia increíble, magnífica o que no vayas a olvidar en un tiempo. Lo que hace especial a este libro es la sencillez, la humildad, la capacidad que tiene el autor con su maravillosa forma de narrar, de presentarte a un personaje con una bondad infinita. Una protagonista a la que no te va a quedar más remedio que querer, aunque te resistas, aunque esas cosas a ti no te pasen. He recorrido las calles de mi pueblo mientras leía. He sentido las manos ásperas de mi abuela cargadas de cariño, vigilándome y haciendo ganchillo mientras yo, indiferente a su compañía, jugaba y era feliz sin ser consciente de serlo.

Una persona "ingrata" podría describirse como alguien que no reconoce, agradece o valora lo que otras personas hacen o han hecho por ellas.
Es el año 1975 cuando una familia se traslada a vivir a un pequeño pueblo de España, donde su madre será la maestra, donde el padre será ausencia, como goma elástica que va y vuelve, donde hay dos hijas y un hijo. Es la historia de aquella generación, de ese pueblo y de sus gentes desde los ojos de un niño y de su inocencia. Pero también es la historia de una mujer de ese pueblo, una gran mujer que una vez se rompió y que se traslada a vivir con esta familia, a cuidarles, a transformarles y amarles de por vida. Es la historia de recuerdos, de olvidos y de ingratitudes.
Me ha encantado y alegrado leerlo, porque me ha traído a un tiempo que, aunque ya muy lejano, me ha hecho volver a ver, oler y saborear, a saber que sí, que somos unos ingratos. Es un libro muy bello que recomiendo.

Crecí con La bola de cristal, Vacaciones Santillana, las raquetas de madera, el bocata de chocolate, dos canales de televisión...

Ha pasado tanto tiempo y a la vez ha sido tan fugaz que rara es la historia que, tocando aquellos años, no me tenga ganada. Echar la vista atrás, revivir, es un pellizquito en el corazón. Es por eso que Pedro Simón tenía conmigo medio camino andado.

Pero si, además, a la sangre que haces correr por mi vena nostálgica la nutres de buenos personajes y grandes reflexiones, te colocas en una de mis mejores lecturas en lo que va de año.

Ambientado en la España de los 70, Los ingratos es un buen reflejo de la sociedad entonces pero, sobre todo, es a través del entrañable personaje de Emérita un recordatorio de lo verdaderamente importante en esto que llamamos vida. ¿Suena manido, verdad?, pero ¿y si dejamos caer ese toque de atención dentro de una reflexión mayor?, la de la ingratitud de quienes no miran atrás o lo hacen demasiado tarde.

Somos quienes somos y estamos donde estamos por nosotros mismos pero, también, por quien nos sostuvo del modo que fuera y, demasiadas veces, damos muchas cosas por sentadas restándoles su auténtico valor.

En definitiva, solo puedo recomendaros que conozcáis a Eme y a David.

Vaya joya, ¡Qué libro más bonito!.

Es emotivo, entrañable, evocador, está muy bien escrito y es de esos que te transportan a otra época, a tu niñez.
Comienza con una mirada nostálgica a la infancia, a los años 70, a la vida rural y sencilla, la carente de tecnología. Y te va llevando a esa donde empiezan a aparecer los primeros televisores, y donde solo había un teléfono para todo el pueblo. Y por ejemplo, el recuerdo de esos primeros viajes familiares e interminables en el Simca o en el SEAT, donde viajaban apelotonadas en el asiento trasero y sin cinturón de seguridad.

Es un libro que habla de relaciones. Está cargado de sentimientos y de esos vínculos que se establecen en la niñez y que nos marcan para siempre. Trata la evolución a los nuevos entornos y las nuevas formas de vida. Nos muestra ese crecer e ignorar lo que fuimos, vivimos y a quienes quisimos. Nos enfrenta a ese borrado que hacemos en nuestras vidas a aquellos que se han ido quedado en su entorno y continúan anclados en el pasado.
Magnífico es el retrato que hace el autor de la relación entre Eme y Currete. Eme es un personaje, que una vez que lo descubras, no lo olvidas. Es una mujer amorosa, a la que abrazaría durante horas.

Os diré que es un libro corto, con un lenguaje y un mensaje que te llega. Un libro que va de menos a más y que merece mucho la pena leer.

Un bellísimo, tierno, duro y nostálgico relato sobre la España rural de los años 70.
Una ambientación logradísima y unos protagonistas tan reales y cercanos que parecen invitarte a vivir esa experiencia con ellos son capaces de crear una burbuja segura donde perderse y aprender durante unas cuantas horas.
¡Ay, Emérita, cuántas sonrisas y lágrimas gracias a ti! Uno de esos personajes que perduran en el corazoncito por mucho tirmpo.
Desde luego, es innegable el talento literario de Pedro Simón.