Buenos días, tristeza

Buenos días, tristeza de Francoise Sagan.

🚨Libro de mis pendientes recomendados y es un muy buen libro, hasta el punto de quedarse cerca del "imprescindible" para los que apreciamos una pluma elegante.

📇En una hermosa mansión a orillas del Mediterráneo, Cécile, una joven de diecisiete años, y su padre, viven felices, despreocupados, entregados a la vida fácil y placentera. Un día, la visita de Anne, una mujer inteligente, culta y serena, viene a perturbar aquel delicioso desorden. Y es Anne quien se lleva mis aplausos en este libro de tan solo 120 páginas, donde tres o cuatro escenas serán suficientes premiar a unos excelentes personajes en una historia brillante.

📇Historia que hoy sería simple, pero en los años 50 fue un libro prohibido por el abordaje explícito del comportamiento tan elocuente a cargo de la protagonista, Cécile, una joven de 17 años.

📇Me gustó la evolución de Cecile, de joven egoísta a sentirse culpable de sus actos, para ello Sagan usó un monólogo interior perfecto. Como dije arriba, Anne se lleva mis aplausos, porque su sola presencia sacude la mente dormida de Cecile, donde ese amor de juventud y la inexperiencia ayudaron a la autora a poner al descubierto la facilidad con la que el mal, los celos, la ausencia de moralidad y el egoísmo se abren paso cuando el propio bienestar se siente amenazado.

📇El desenlace de la historia es una metáfora del triunfo de la sensualidad y el culto del placer. Un triunfo relativo y que paga un alto recio: la tristeza.

Françoise Sagan, quien cambió su apellido -Quoirez- por el de un personaje de En busca del tiempo perdido, fue catapultada al éxito literario -nacional e internacional-, en 1954, a sus diecinueve años, con su novela Buenos días, tristeza (Cátedra, 2023).

La protagonista, Cécile, es una adolescente acostumbrada a hacer lo que le place, que veranea en una villa de ensueño, frente al Mediterráneo, junto con su padre, Raymond, un bon vivant. Los acompaña la nueva y joven amante de éste, Elsa y también se une Anne, amiga de la madre de Cécile, quien parece esconder sospechosas intenciones con Raymond. Además, Cécile se encapricha de Cyril, un atractivo veinteañero que se verá enredado en la trama. El conflicto surgirá cuando Anne y Raymond comiencen un romance, implantado esta última la disciplina y el orden en la caótica existencia paternofilial. Esto no será recibido con resignación por la joven, que comenzará a maquinar un relato paralelo que haga creer a su padre que Elsa está enamorada de Cyrill, despertando sus celos y provocando la ruptura con Anne.

Esta novela, de perspectiva adolescente, que se rebela ante un mundo que se le ha vuelto hostil se lee, prácticamente, del tirón. Su crítica a la frivolidad finaliza con ese impactante desenlace, que da a entender que la señorita Quoirez no estaba especialmente orgullosa del ambiente en el que se movía.

A Sagan, una joven francesa de la alta burguesía intelectual de la época, la obra le puso el mundo a los pies. Con dieciocho años, fue responsable de escribir una serie de reportajes de viaje sobre diferentes destinos del sur de Italia, siempre titulados "Buenos días..." y el topónimo correspondiente. Y es que su primer libro la posicionó, automáticamente, en la cresta de la célebre Nouvelle Vague, un movimiento cinematográfico caracterizado por una particular manera de contar historias, desde la espontaneidad e improvisación en el que también participó.
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Buenos días, tristeza es la primera novela de la autora francesa Françoise Sagan y escrita cuando ella tenía diecinueve años. Consta de dos partes. En la primera sección conocemos a la delgada adolescente Cécile, su padre viudo y jovial y su novia en turno, Elsa. El padre alquiló una residencia junto al mar para pasar el verano en compañía de sus dos mujeres. Los días transcurrían de una manera deliciosa al lado del joven Cyril quien estaba enamorado de Cécile a pesar de que ella no le correspondía de igual manera. Todo era perfecto hasta el anuncio de la llegada de Anne Larsen, amiga de la familia, fue ella quien tuvo a su cuidado a Cécile después del fallecimiento de su madre. Cécile recordaba a esta señora de sociedad como una persona elegante y de maneras formales, lo cual no era atractivo para tener en un descanso veraniego. Cécile tampoco consideraba una posibilidad el hecho de que su padre se enamorara de una mujer como ella; sin embargo, después de la convivencia de algunos días y a pesar de la presencia de Elsa y el descontento de Cécile, la nueva pareja anunció su compromiso. A partir de ahí comienza un juego de encuentros inesperados tras la salida y regreso de Elsa a la vida de la nueva familia. Elsa y Cyril se exhiben como una pareja de jóvenes muy enamorados en lugares frecuentados por Cécile, su padre y Anne. El padre se siente herido al verse desplazado por un hombre como Cyril y no teme esconder sus celos mientras que Anne no tiene muestras de sentimientos negativos. El final es inesperado y excelente, ocurre un hecho que define el resto de las vidas de los protagonistas y su regreso a la rutina citadina en París después de un verano inolvidable. Recomiendo ampliamente Buenos días, tristeza para todo tipo de lector, es una agradable lectura para pasar el verano o cualquier estación.

"Pero hoy, cuando se me apaga una cerilla, recuperó aquel extraño instante, aquel foso entre mis gestos y yo, el peso de la mirada de Anne y el vacío en torno, la intensidad de aquel vacío..."
Una historia de una adolescente que te conmoverá y te hará reencontrarte con esas emociones de la edad.
La necesidad de la libertad, el sentimiento de poder al sentir miradas y los amores de verano.
Podrás leer su ocupación de cada día y las preocupaciones de ser adulta. También el "peligro" de llegar a serlo.
Y como nuestros deseos pueden volverse pesadillas.
Intima para su época.
Historia breve, con una pluma de su época y adecuada a la edad de la escritora, también adolescente cuando la escribió; con un toque psicológico sobre la adolescencia, los celos y sus inseguridades, las relaciones familiares y como llegar a entender la vida.
También de la necesidad de darle la bienvenida a las emociones, sin importar que sea la tristeza quien llame a la puerta. Son las emociones que debemos dejar salir y sentirnos libres de sentir. "Buenos días, tristeza".
Edición especial de Cátedra, por su Colección Cinco décadas.

‘Buenos días, tristeza' puede catalogarse como una novela de verano, por su facilidad de lectura, su aparente ligereza, porque la historia transcurre en verano, y porque ésta misma pudiera parecer a priori una historia sencilla. Sin embargo, es mucho más que eso. al margen del boom editorial que supuso, la obra puede enmarcarse dentro la ‘tradicional' característica de la literatura francesa, de la novela de análisis psicológico escrita en primera persona. Pero sobre todo, y así se denominó al momento de su publicación, “la obra es una producción especialmente hija de su tiempo”. Una obra contextualizada en el ambiente de cambio social que vivía Francia en los años 50.
Es la primera novela de su autora, Françoise Sagan, publicada en 1954 a la edad de 19 años. Se convirtió en pocos meses en el mayor éxito inmediato del mundo editorial francés. Traducida a 25 idiomas, incluido el latín. Y con una adaptación cinematográfica (1958) a manos del célebre Otto Preminger, con las interpretaciones de Jean Seberg, Deborah Kerr y David Niven.
Ediciones Cátedra ha recuperado la obra en una colección que conmemora el 50 aniversario de la editorial, para la que ha elegido ocho obras publicadas originalmente en sus colecciones más reconocidas (Letras Hispánicas y Letras Universales). En esta edición acompaña la obra con una introducción a modo de contextualización o guía de lectura que analiza la relevancia de la misma. Entre los análisis, se incluye un estudio que hace referencia a la obra de Oscar Wilde, ‘El retrato de Dorian Gray'.
‘Buenos días, tristeza' es la historia de una catástrofe sentimental. Raymond y Cécile, padre e hija, están acostumbrados a una vida despreocupada, caprichosa incluso, hasta que un verano reaparece una vieja amiga con la que Raymond decide casarse y asentar su vida. Esto supondrá para Cécile un cambio hacia una vida más ordenada o, en cualquier caso, un cambio drástico a su vida tal y como se desarrollaba hasta el momento. Cuestión que en un principio no parece desear y por lo que idea un plan para “distraer” a su padre con otra joven.
Una obra escrita con suma delicadeza que destila melancolía e impotencia por lo que pudo haber sido y no fue. Un relato escrito en primera persona por una narradora que da conocer el camino que le ha llevado a la tristeza, relatando el episodio clave vivido en la adolescencia y que fracturó su estado de felicidad absoluta.
Una crisis existencial sobrevuela esta historia contextualizada en un ambiente de cambio en la sociedad francesa de los años 50, que fue el caldo de cultivo de la Françoise Sagan adolescente. Conociendo este contexto queda evidenciado que la obra es, como se dijo, “hija de su época”.
Tal y como se expone en la Introducción de la mencionada reciente edición de Ediciones Cátedra: «La experiencia existencial que se entresaca del texto ‘Buenos días, tristeza' surge al calor de la profunda evolución de mentalidad cuyos primeros síntomas está experimentando en aquellos momentos la columna vertebral de la sociedad francesa: la burguesía».
Historiadores y sociólogos marcaron la década de los cincuenta en Francia como el cambio de una época. al contrario que en los periodos de postguerra, la sociedad francesa no va a conocer una crisis provocada por circunstancias económicas (de hecho, se produce un despegue de los sectores económicos). “La crisis del statu quo francés que comienza en los cincuenta será esencialmente una crisis de identidad”. Entre sus circunstancias está el proceso descolonizador, o las continuas crisis gubernamentales del periodo en el que se gestó la obra.
Debido al desarrollo de los mass media, «en el caso de la literatura, a la burguesía letrada, alimentada con la literatura clásica, le va a suceder un público atento a la imagen que del hecho cultural van a tener los medios comunicación: se leerá al autor objeto de promoción publicitaria, al premiado o a aquél que ha conocido la notoriedad por moda, escándalos o estrategias de marketing. Por primera vez el escritor de éxito se convertirá en un producto que hay que vender porque se crea la necesidad de imitarlo (…)». Así Françoise Sagan también se convierte en “personaje por extensión” y los medios comienza a dar cabida a las idas y venidas de la vida de la autora. Lo que agranda todavía más el fenómeno, literario en relación a la obra, y el fenómeno Françoise Sagan.

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"Buenos días, tristeza"es una novela de la escritora francesa Françoise Sagan. Se publicó en 1954.Ganó
el premio de la crítica francesa. Tiene adaptación cinematográfica.
La novela está escrita en primera persona por la protagonista, Cécile, una adolescente de 17 años que vive con su padre, un mujeriego y vividor que la conduce por la senda del hedonismo. Pero llega a su casa en la Riviera francesa Anne, la amiga de su madre fallecida. Anne supone una amenaza para su vida llena de placeres sensuales. Por eso, Cécile urdirá una serie de maquinaciones para alejarla de su padre.
Me ha gustado mucho la novela, que está bellamente escrita. Sorprende que la autora la compusiera cuando apenas contaba con 19 años.
También me ha agradado la descripción de los sentimientos contradictorios de la protagonista, así como los personajes principales: el padre, hombre bastante inmaduro, con su falta de responsabilidad y compromiso; Cécile, todavía maleable, que solo busca el placer de los sentidos y Anne, una mujer que contrasta con ellos, ya que es sensata y reflexiva.
La recomendaría, se puede leer en un día y es fácil de comprender, aunque también te puede hacer reflexionar en algunos momentos.
Por último, decir que su publicación fue un escándalo, y que en algunos países, como España, se prohibió.

-𝐁𝐔𝐄𝐍𝐎𝐒 𝐃Í𝐀𝐒, 𝐓𝐑𝐈𝐒𝐓𝐄𝐙𝐀-
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En un lugar idílico de la costa azul francesa, de los años cincuenta, se ambienta esta introspectiva y sutil novela, que causó gran polémica en el año de su publicación, y que fue escrita por la autora en 1954, cuando tenía diecinueve años.
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Una obra breve, pero profunda, que transcurre en verano, y en la que la protagonista, Cécile, una adolescente rebelde y caprichosa, pasa sus vacaciones junto a su padre y su joven novia, en un entorno natural en el que el sol, el mar, el baile, la buena cocina, la abundante bebida y el clima social, invitan a gozar de los sentidos sin inhibiciones, con despreocupación y sensualidad.
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Todo este ambiente embriagador se trastoca, cuando aparece en escena Anne, una vieja amiga de la madre de Cécile, que tiene la intención de poner orden en este pequeño universo, y en consecuencia, trastocar los planes de la protagonista.
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La narración de 'Buenos días, tristeza' constituye una exposición sincera y desgarrada de una sociedad acomodada, en un momento de transición, en el que se aprovechan las vacaciones para rendir culto al placer.
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Y es que es precisamente el placer, el tema principal de la novela, pero tratado desde una perspectiva ambigua, ya que la otra cara de la moneda, no es tan positiva, y nos transmite la idea de que los celos, los temores, el resentimiento y la defensa de los propios intereses, generan enredos y engaños, que vistos desde la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, pueden generar sentimientos de culpabilidad y una ácida sensación de tristeza.

Hoy os traigo otro de los títulos que la editorial Cátedra ha incluido en colección #Cincodécadas.

Cécile, una joven de 17 años y Raymond, su padre, viudo y cuarentón, pero alegre, frívolo y seductor, amante de las relaciones amorosas breves y sin consecuencias, viven felices, despreocupados, entregados a la vida fácil y placentera. No necesitan a nadie más, se bastan a sí mismos en una ociosa y disipada independencia basada en la complicidad y el respeto mutuo. Un día la visita de Anne, una mujer inteligente culta y serena, viene a perturbar esta vida deliciosa y desordenada. A partir del momento en que Anne que había sido amiga de su madre intenta adueñarse de la situación, Cecile como niña malcriada y caprichosa que es, tomará decisiones que tendrán consecuencias inesperadas.

Un libro entretenido, ligero, sugerente y evocador y que por su brevedad, unas cien páginas, se lee en una tarde , perfecto para el verano por su ambientacion vacacional. Ideal para leer entre libros más densos y especial por la edición ya que el texto empleado para la traducción ha sido el de la edición original, las notas a pie de página ayudan a situar la lectura y la introducción a cargo de Maria Luisa Guerrero es espectacular.

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Lo primero que me llamó la atención de ”Una cierta sonrisa” fue saber que Françoise Sagan solo tenía 19 años cuando escribió esta novela corta, en 1954. Me adentré en ella a ciegas, sabiendo únicamente que estaba protagonizada por una jovencita durante un verano en la Riviera francesa.

Cécile es una joven que disfruta de una vida de puro hedonismo, sin normas ni complicaciones. Este estilo de vida empieza a correr peligro cuando su hasta entonces mujeriego padre se enamora de Anne, una mujer de su edad que funcionará como un contrapunto, como una especie de Pepito Grillo para la joven Cécile y para su padre, intentando aportar algo de equilibrio y responsabilidad en sus vidas. El problema es que nuestra frívola protagonista, en lugar de entenderla como la mentora y guía moral que nunca ha tenido, decide verla como un agente enemigo que los juzga y quiere imponer sus normas. Y no estará dispuesta a dar su brazo a torcer.

“Buenos días, tristeza” es un libro narrado con sencillez y con una trama que mantiene el interés del lector. Se lee con placer porque consigue trasladarte a las sensaciones embriagadoras del verano, con la playa, el mar, los barcos, los días de ocio sin fin pasados tirada en la cama dejando pasar las horas muertas, las fiestas, los paseos... Todo muy Éric Rohmer.

Pero no os engañéis, esta novela esconde una historia de mayor empaque del que podría parecer a primera vista: hay espacio para reflexionar sobre la vida, el paso de una juventud sin responsabilidades a la madurez, la belleza, el sexo y el deseo, la responsabilidad afectiva, o la culpa.

El resultado es una historia cálida y ligera teñida de melancolía y tristeza (obvio), a través de la voz introspectiva y reflexiva de una Cécile adulta que recuerda ese verano que le cambió la vida.

Suenan las primeras notas de “La belle vie”. Una escalera excavada en la roca nos lleva hasta una playa solitaria. La luz del sol en la cima de un cielo celeste augura un verano despreocupado. Sencillo. La voz de Sacha Distel lo corrobora. “Sin problemas. Estar solo. Ser libre”.
La lectura de “Buenos días, tristeza”, de Françoise Sagan, me ha llevado a esta melodía. La novela de Sagan nos traslada a una preciosa casa a orillas del Mediterráneo. Nos invita a bañarnos en sus cálidas aguas y a disfrutar de una vida sin complicaciones. A vivir en la piel de una joven de diecisiete años, Cécile, que disfruta de una juventud ociosa y, por qué no, pretenciosa. Su padre, viudo y seductor, y su amante de turno, serán su compañía hasta la llegada de Anne, una antigua amiga de su madre que tratará de otorgar orden a unas vidas anárquicas y veleidosas. No falta tampoco el joven atractivo a lomos de una barca para cerrar este círculo de personajes acomodados entregados al deleite.
Anne traerá consigo unos cambios que Cécile no está dispuesta a admitir: la estrecha relación que mantiene con su padre, más cercana a la amistad que a la propia paternidad, se tambalea. Asistimos de la mano de la protagonista a uno de esos juegos en los que los caprichos y el egoísmo se imponen, y pueden hacer que lo que comienza siendo un pasatiempo frívolo termine dándonos una bofetada de realidad.
“Buenos días, tristeza” es una novela fresca y breve, perfecta para leer en una de estas tardes de verano. Mención aparte merece el hecho de que Sagan la escribiese con tan solo diecinueve años. Quizá por ello pudo plasmar de manera muy real los sentimientos de esta joven, y cómo ese deseo de posesión paterna y de inmutabilidad se antepone a la razón sin remedio aparente.
Suenan las últimas notas de “La belle vie”. Abandonamos la playa. Escuchamos de nuevo la voz de Distel: “Nos abrazamos, estamos tristes. Despierta”. Bonjour Tristesse.