El laberinto de los espíritus

En esta vida nadie es feliz de balde, ni aunque sea por un instante.

Uno sabe que está vivo porque duele, porque de repente todo importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda aliento en el cuerpo.

A veces la vida, no los días quemados, es solo un instante, un día, una semana o un mes.

Uno no se da cuenta del vacío en el que ha dejado pasar el tiempo hasta que vive de verdad.

Las esperanzas las guardan las personas, pero el destino lo reparte el diablo.

Uno solo se enamora de verdad cuando no se da cuenta de que lo está haciendo.

En la literatura solo existía un tema de verdad: no lo que se narraba, sino el cómo se narraba.

¿Quién quiere ser una buena chica por voluntad propia? Yo no.

Los libros me enseñaron a pensar, a sentir y a vivir mil vidas.

Nada asusta más a un cafre que una mujer que sabe leer, escribir, pensar y encima enseña las rodillas.