Escribo esta reseña un 17 de agosto de 2021, y la publico (en Goodreads) al día siguiente, un 18.
Hoy justo hace 85 años que mataron al poeta en su Granada natal.
Un detalle que no sabia y que me destrozo descubrir durante esta lectura: fue en una noche sin luna cuando se cometió el crimen. Fue en plena noche, entre tinieblas, prisas y secretos; como solo se hacen los actos crueles y sin sentido, los que son cobardes y deleznables. El asesinato de
Garcia Lorca lo fue. Intentaron apagar su luz; borrarle de la historia; ignorar todo lo que hizo por el arte español; esconderle en una tumba anónima bajo un manto de silencio, humillación, olvido y desprecio. Pero no pudieron. Irónicamente lograron justo lo contrario, solo dieron pie a que comenzase su leyenda y a que su voz nunca pudiera acallarse. Convirtieron a
Federico en el poeta y dramaturgo del pueblo, lo transformaron en el símbolo del sinsentido, la crueldad y la arbitrariedad de la guerra, y del poder y la belleza de las artes frente a todo ello. Y ahora es en un icono, probablemente el escritor más famoso que tenemos en nuestro país tras Cervantes. Hicieron a Lorca inmortal.
Por eso no quiero pararme en ese fatídico final que todos conocemos. Si algo es “
Federico” es un canto a pleno pulmón a su vida, personalidad y obra, una celebración para conmemorar que haya existido tan magno escritor y nos haya dejado por herencia sus obras a perpetuidad. Es una afirmación rotunda de como y porque
Federico es ahora y por siempre de todos, como “venció”, tal y como ilustra esa famosa escena de la serie del “Ministerio del Tiempo” . Forma parte de la cultura y la mentalidad española, su obra está dentro de todos, porque él narraba , ideaba y componía para todos los públicos y ambientes. Pero todo ello sin perder o diluir su propia y personal esencia con sabor a sol y romería. Siendo único y especial supo ser él mismo y ser de todos. Y creo que esa es la magia de su trabajo y lo que le hace ser eterno y famoso.
De verdad que tengo un nudo en el estomago mientras escribo, lo noto desde que leí las últimas páginas del libro. Me está costando escribir esta reseña por eso. Para mi Lorca es muy importante y muy especial, y no tiene nada que ver con ningún tipo de significación política o histórica. Tiene que ver con lo me hace sentir leer un poema suyo. Como se me parte el corazón al leer el famoso monologo de “Doña Rosita la Soltera”. Como se me revuelven los pulsos y las entrañas cuando leo la descarnada declaración de la Novia a su suegra. Como me oprime oscuramente la atmósfera enlutada y contenida de
la Casa de Bernarda Alba. Como sus palabras me hacen oler el hierro y conocer a que sabe la luna. Como me hace volver a sentir lo que era ser niña mientras soy mujer. Como saca de mi sentimientos que ni sabia que tenia.
Éstas cosas solo puede hacerlas alguien que ha sido elegido por los dioses. Alguien a quien ha tocado un rayo.Por todo eso es, simplemente, mi escritor preferido.
Una de sus frases más celebres dicta “Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol". Este libro es una ventana para conocer a
Federico, y no solo al escritor; también al hijo, al hermano, al amigo, al amante. Incluso sus defectos y los errores que cometió en su vida tienen cabida aquí (que desilusión cuando supe de lo que le hizo al profesor Berrueta. No hay nadie perfecto, esta claro). Por eso me ha gustado tanto como
Ilu Ros ha enfocado este libro, presentándonos al
Federico más humano y real, el
Federico que logra (porque aun vive en sus versos) estremecer las entrañas del lector porque habla de sentimientos que todos conocemos y de situaciones que eran el pan nuestro de cada día en la España de la época y que aun hoy nos son familiares. Para ello la autora se vale de citas que salieron de él en cartas personales y entrevistas, de fragmentos de sus obras y poemas y de datos y curiosidades aportados por personas de su entorno. Nos presenta al poeta desde la perspectiva de quienes tuvieron la suerte de conocerle. Eso ha convertido la obra en algo intimo, personal y, sobre todo, cercano. El trabajo de documentación de Ros es concienzudo y soberbio, no se queda solo en lo conocido, bucea mucho más allá para conocer mejor al hombre tras la figura. Y todo ello acompañado de una labor editorial y de ilustraciones soberbia. La escritora y dibujante hace una labor extraordinaria, sus ilustraciones están llenas de detalles (estremecedor ver con qué colorido representa los años de gloria del escritor y la explosión cultural que vivió la España de antes de la Guerra Civil. Y como la parte final, a medida que vamos acercándonos al terrible desenlace, se va tiñendo de una paleta de blancos y grises sombríos) y al mismo tiempo logra que su propia esencia no se pierda ante la figura y el recuerdo de Lorca, y ante la fuerza y carisma de su propio trabajo. Pero sin perder nunca el cariño y la ilusión que se nota que siente por la figura de Lorca, y que nunca dejan de percibirse mientras lees el libro, junto a su gran capacidad de análisis y de narrar . Da gusto leer obras tratadas con tanto cariño, admiración y respeto, y con tanta calidad.
Parecía imposible poder innovar con un libro hecho sobre una figura histórica de la que tanto y tanto se ha hablado y escrito, pero Ros lo consigue. Logra hacer un trabajo especial , biográfica e históricamente bien documentado. Su estilo de escritura es sencillo y accesible a todos los públicos, siendo muy interesante la estructura narrativa de la obra: un prólogo y una división en tres escenas subdivididas en varios cuadros, al más puro estilo de las obras lorquiana. Sin duda es un libro que hará las delicias de todos los amantes del poeta andaluz de una y mil formas diferentes, desde lo sensorial (por la vista) hasta lo más visceral y personal (por lo que narra y como lo hace). Es un libro que supe desde el primer momento en que conoci de su publicación que iba a gustarme, tal y como lo ha hecho.
Como señala ella al principio “
Federico solo hay uno”, uno al que nada ni nadie va a poder silenciar nunca. No necesita nada más que su propio ser y su recuerdo para perdurar por siempre. Y biografías así confirman su fuerza tras la muerte.