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Juan Ramón nos presenta aquí a un burrito platero (nombre general del burro color de plata) y comparte una serie de estampas cotidianas de la vida rural en un pueblecito onubense, Moguer. Con capítulos cortos nos expone pequeños episodios, no cronológicos ni relacionados temáticamente, de recuerdos, vivencias e impresiones que retrotrae de su vida infantil y juvenil en este su pueblo natal. No se trata de una autobiografía ni de un diario, simplemente son estampas adquiridas en un mismo lugar real y que el autor selecciona de entre sus recuerdos. Es una obra difícil de clasificar, a caballo entre la lírica y la novela, escrita en prosa poética y en primera persona pero de forma especial, como señala Ana Suarez Miramón: «Esta primera persona va ligada a la segunda (Platero), con quien entabla un diálogo cuya respuesta es totalmente lírica. [...]». Casi en cada capítulo se pueden hallar reflexiones y temáticas complejas que pueden pasar desapercibidas por la sencillez y la lírica del lenguaje que usa el autor, pero que ahí están si se lee entre líneas. Cuando describe la sociedad lo hace desde fuera, como apartado, como observador, y en multitud de ocasiones con actitud crítica (aunque atenuada con su lirismo). Hay diversidad de temáticas en estas estampas, así como mucho simbolismo. En esta obra se habla de la alegría y la tristeza, la amistad, la conexión con la naturaleza y los animales, la muerte y la enfermedad, la injusticia, el sentirse diferente, la pérdida y la nostalgia... Encontramos realismo, lo bonito de la vida así como lo que no lo es, y una exposición de las gentes y formas de vivir (muy presentes los más desfavorecidos) así como de las festividades y tradiciones populares de la zona. He regresado a esta historia leída en mi infancia, tras leerla ahora considero que no es un libro idóneo para niños, es el adulto el que puede sacarle partido. Una obra magnífica que he disfrutado de principio a fin, con una belleza, un simbolismo y un estilo que me han cautivado y que he valorado a día de hoy muchísimo más de lo que lo hice en mi época infantil. ¡Reseña completa en el blog! ✨ Enlace: https://lectoraempedernida88.. + Leer más |
La relación de España e India tiene un nexo común en la poesía. La dedicación a la traducción de Zenobia Camprubí hizo posible que desde muy temprano Juan Ramón Jiménez conociera la obra del poeta indio Rabindranath Tagore, del cual se evidencia la influencia en sus obras. de esta manera, cultivaron una amistad que trascendió al conocimiento mutuo de dos culturas tan lejanas y desconocidas entre sí. Gracias a ella, se dio a conocer en España e Hispanoamérica la obra del poeta bengalí, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1913. Esta relación entre las dos culturas ha continuado en años posteriores. Una muestra de ello es el centro del Instituto Cervantes en Nueva Delhi, cuya biblioteca lleva el nombre de Zenobia - Juan Ramón Jiménez. En esta mesa redonda, previa al congreso internacional «La escuela del poeta Rabindranath Tagore: arte, ciencia, naturaleza e innovación educativa», se habló de esta relación, la labor de Camprubí y la influencia que supuso en la obra de Juan Ramón su amistad con Tagore.
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