Solo que yo no conducía nada, ni siquiera a mí misma.
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Solo que yo no conducía nada, ni siquiera a mí misma.
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Hay algo desmoralizante en observar a dos personas que se excitan más y más locamente entre sí, especialmente cuando la única persona que sobra en la habitación es uno mismo. Es como contemplar París desde el vagón de cola de un expreso que marcha en dirección contraria: a cada instante la ciudad se hace más y más pequeña, sólo que es uno quien se siente cada vez más y más pequeño y más y más solitario, alejándose a toda velocidad de aquellas luces y de aquella agitación, alejándose a cerca de un millón de kilómetros por hora. |
Debe de haber unas cuantas cosas que un baño caliente no puede curar, pero yo conozco muchas; siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: “Tomaré un baño caliente”
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Pensé que lo había planeado todo desde el principio, pero Buddy dijo no, su padre simplemente no podía soportar el espectáculo de la enfermedad y especialmente la enfermedad de su propio hijo, porque pensaba que toda enfermedad era enfermedad de la voluntad. El señor Willard no había estado enfermo ni un solo día de su vida
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Podía ser bello el ser pura y casarse con un hombre puro. ¿Qué si de pronto él confesaba que no era puro después de estar casados, como lo había hecho Buddy Willard? Yo no podía soportar la idea de que una mujer tuviera que tener una vida pura de soltera y de que un hombre pudiera tener una doble vida; una pura y otra no.
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[...]¿por qué no podía simplemente asistir a clases y mirar y aprenderlo todo, olvidándome de las calificaciones y las promociones? Era una cuestión de honor entre gente honorable y el contenido importaba más que la forma, y las calificaciones, después de todo, eran una cosa poco tonta, ¿verdad?, cuando se sabe que siempre se va a obtener la más alta.
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Tenía que estar tan emocionada como la mayoría de las demás chicas, pero no lograba reaccionar. Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito circundante.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises