La campana de cristal de Sylvia Plath
[...]¿por qué no podía simplemente asistir a clases y mirar y aprenderlo todo, olvidándome de las calificaciones y las promociones? Era una cuestión de honor entre gente honorable y el contenido importaba más que la forma, y las calificaciones, después de todo, eran una cosa poco tonta, ¿verdad?, cuando se sabe que siempre se va a obtener la más alta.
|