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ISBN : 8437626676
472 páginas
Editorial: Ediciones Cátedra (31/05/2010)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 18 calificaciones)
Resumen:
" La busca " es la primera novela de la trilogía barojiana " La lucha por la vida " . Su protagonista, Manuel Alcázar, llega a Madrid siendo un adolescente, desempeña diversos oficios, cae en la compañía de los golfos de las afueras de la ciudad y vive como un delincuente entre ellos (así se relata en " La busca " ) hasta que logra salir adelante como un trabajador de vida ordenada, aunque con alguna recaída en la golfería (como se c... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
WSinclair
 22 September 2021
Pocas sensaciones conozco yo más terribles que la de sentir que la vida está vacía, que es absurda y sin sentido. Los domingos uno se pone a pensar porque tiene tiempo para ello, y piensa en cómo se va deslizando la vida, mecánicamente, cada semana, cada mes, cada año…, con la única pretensión de prolongarse en el tiempo. La desazón nihilista puede desesperar a quien no se siente parte del mundo; y esto ocurre, con más frecuencia, en las ciudades, donde el ser humano ha perdido los vínculos con la tierra, no es dueño de su trabajo ni de los frutos de este, y debe elegir entre vender su vida para no pasar hambre o ser libre, pero hambriento. Cuando uno no quiere ser un esclavo del sistema productivo, pero tampoco quiere mendigar…, ¿qué salvación queda en la ciudad? Pues me temo que ninguna, como no sea alistarse en algún grupo terrorista, como defendería con gusto más de un personaje del sabio Jorge Morcillo.

La lucha por la vida, de Pío Baroja, explora esta ambivalencia, la del muchacho humilde que no nace rico y que necesita dinero para vivir, sea trabajando a destajo para dormir bajo techo, sea pidiendo limosna y pasando hambre para dormir al raso. Sea como sea, Manuel, el protagonista de la trilogía, no quiere una ni otra cosa, y de ahí sus constantes vacilaciones y búsquedas: un sentido de la dignidad personal (del que él, por cierto, no es demasiado consciente) le aleja del trabajo asalariado, pero también de la vida del trapicheo y del hampa. Manuel quiere, simplemente, vivir, y no sobrevivir: su lucha por la vida no es la del que busca enriquecerse ni alcanzar el poder y la fama, sino, simplemente, la del individuo que se opone al hambre y al exilio interior, y que busca pasar el tiempo de la forma más tranquila posible. Y por eso no encaja en su mundo, o sea, Madrid: porque el mundo de las ciudades es el mundo del exilio interior para aquellos que nacen pobres y mantienen un mínimo sentido de la dignidad personal. Cualquiera que viva en una ciudad y necesite ganarse el jornal para vivir, pero a la vez quiera conservar su dignidad personal en el intento, las va a pasar canutas y se va a quedar muy confundido, porque en la ciudad un hombre honrado no es más que un esclavo de las patronales que lo explotan y del Estado que lo saquea. Es por este motivo, entre otros, por el que La lucha por la vida sigue siendo una lectura tan enjundiosa a más de cien años desde que fuera publicada.

El estilo de Baroja puede resultar algo chocante al principio, sobre todo si se lo compara con sus coetáneos, a cuál más esteta (piénsese en el florido Valle-Inclán, en el pulcrísimo Azorín o en el denso y grave Unamuno); pero uno acaba admirando ese lenguaje en cierta forma folletinesco, bajo cuya superficie, tan sencilla y coloquial que parece, da la sensación de que se agita algo más misterioso y tremendo: acaso la naturaleza humana, esa “esencia” que, cuanto más tratamos de describir y aprehender, más se nos escapa de las manos. Y quizá por eso mismo sea el estilo de Baroja el más adecuado para hacernos una idea cabal de lo que supone ser humano en una ciudad; o, dicho de otra forma: quizá por eso el escritor vasco es un retratista privilegiado de la condición humana occidental: porque no intenta capturarla, no pone su prosa al servicio de ninguna cátedra ni trata de convencernos de lo cruda, absurda e irreal que puede ser la vida humana puesta al límite. No. Ninguna de esas “grandes palabras”, tan rimbombantes y de tan elevado tono, tiene cabida en la trilogía de Baroja. Sin nombrarlo explícitamente, y ni siquiera tangencialmente, Baroja nos habla de lo insondable a partir de personajes y acciones, de lo tremendo a través de ambientes y callejas. No hay más que lo real, sin los adornos de la emoción ni lo grandilocuente de la poesía: Baroja es un observador que toma nota de lo inabarcable y ordena lo caótico del mundo “moderno”. Su afán no es el del esteta, sino el del testigo.

Son tan abundantes los personajes —muchos de los cuales no vuelven a aparecer tras su “minuto de oro”, que puede ser una descripción, un diálogo, una referencia indirecta…—, es tan trepidante la acción, son tan lacónicos los diálogos…, y, en general, es tanta la sensación de “agradable desorden”, que uno no sabe por dónde empezar a reflexionar sobre la lectura. Me viene a la cabeza “Madrid”, que es el encuadre de la obra; pero también “Manuel”, que es el protagonista; o “anarquía”, que es la idea sobre la que pivota el tercer libro; y, sin embargo, tanto “Madrid” como “Manuel” como “anarquía” se me quedan pequeños y creo que no hacen justicia a la trilogía, que es mucho más universal que “Madrid”, mucho más amplia que “Manuel” y mucho más profunda que “anarquía”.

La lucha por la vida es un humus humano en que las relaciones sociales están imbricadas en mil direcciones. Ya no las personalidades concretas, sino el azar y la espontaneidad propias de la naturaleza me parecen los verdaderos protagonistas de esta obra, siendo Manuel, la Salvadora o Roberto —por decir algunos de los personajes más carismáticos— unos meros antagonistas, luchadores por la vida en un medio hostil y marchito, de muerte y derrota omnipresentes. La voluntad de los más férreos personajes o el desamparo de los más castigados, vistos desde un ojo de águila indiferente a los afanes y padecimientos de nuestra especie, se alejan de todo heroísmo y toda tragedia, y se tornan insignificantes, absurdos, contingentes: la lucha por la vida no es más que la ley de conservación orgánica propia de nuestra condición, que cada cual lleva como sabe y como puede. No hay más. Todo es naturaleza, y lo demás nos lo hemos inventado porque, al fin y al cabo, el ser humano no quiere —no queremos— ser como el animal.

Detrás del retrato del Madrid de principios de siglo se oculta lo tremendo y terrible de todo el mundo occidental. Y es que, cuando uno va al campo, o al bosque, o al mar, y reflexiona sobre la cadena trófica, se da cuenta de que las ciudades no son tan diferentes. Ahí estamos: luchando por la vida tras haber perdido los vínculos con ella. Sobreviviendo en las ciudades, tal y como hacen —así diría Emilio Picón— los humanimales.
Enlace: https://dariomendezsalcedo.w..
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RocioPV
 12 October 2023
A lo largo de la obra, el autor narra la historia de Manuel, un joven que llega a Madrid en busca de una vida mejor. A medida que avanza la trama, Manuel se ve envuelto en situaciones de pobreza, marginalidad y desesperación, lo que lo lleva a experimentar una serie de desventuras y encuentros con personajes diversos.

En términos generales, "La busca" es una obra importante dentro de la literatura española de principios del siglo XX, ya que refleja de manera cruda y realista la vida de los menos privilegiados en una ciudad en constante transformación. La prosa de Baroja es directa y descriptiva, lo que contribuye a la creación de un ambiente urbano y sombrío.

Sin embargo, la obra también presenta ciertas limitaciones para mí. En primer lugar, la narrativa carece de una trama principal sólida, lo que hace que la historia se sienta fragmentada y a veces dispersa. Además, la profundización de los personajes podría haber sido más pronunciada, ya que en ocasiones resultan un tanto superficiales.

A pesar de sus limitaciones, sigue siendo una obra importante en la literatura española y una lectura valiosa para aquellos interesados en la época y el estilo de Pío Baroja.
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jjglezl
 15 August 2023
De Pío Baroja podemos apreciar una escultura al final de la Cuesta de Moyano, junto a las casetas de libros antiguos y de ocasión, en Madrid. Conque figuraos la importancia del personaje.

No se puede hablar de este escritor sin nombrar a la Generación del 98. La Generación del 98 supuso un segundo Siglo de Oro para las letras castellanas. Unamuno, Azorín, Maeztu, A. Machado, Valle-Inclán y, entre ellos, Don Pío Baroja. El desastre militar de 1898, por el que España perdió sus últimas colonias en Cuba y Filipinas, las protestas sociales que se produjeron y la necesidad de renovación de un país atrasado y en decadencia fueron el germen de esa Generación cultural, cuyas notas distintivas fueron el uso de un lenguaje sencillo y una visión pesimista de la realidad española.

En la edición de “La busca” que he leído, Biblioteca Básica Salvat, hay un magnífico prólogo de Julio Caro Baroja, sobrino del autor, del cual me he ayudado para esta crítica.

En 1904 aparece por primera vez “La busca”. Se publica como primera parte de una trilogía que se va a titular “La lucha por la vida”. Los siguientes títulos, que aparecieron en el mismo años, fueron “Mala hierba” y “Aurora roja”. “La busca” se comenzó a publicar por capítulos por entregas en el diario El Globo. A destacar que el capítulo en que se describe el comedor de la casa de huéspedes estuvo ilustrado por un joven pintor; Pablo Ruiz Picasso.

La busca” es una novela claro exponente de la Generación del 98. Tiene un estilo realista que muestra múltiples visiones del Madrid de finales del siglo XIX. Madrid hosco, pálido y lívido. de gentes humildes y bajos fondos. Se parece mucho a las novelas de Galdós, pero en ésta aparecen más golfos, vagabundos, descuideros, que luchan por sobrevivir en una sociedad desamparada, abigarrada, violenta, trágica y grotesca. La novela no tiene un argumento lineal, sino que es un relato de distintas escenas con las que Baroja quiso poner de manifiesto el mal reinante en la clase baja madrileña. Su protagonista, Manuel, no tiene mucha voluntad ni mucha inteligencia. Va de trabajo en trabajo en trayectoria descendente, lo que le lleva a tomar contacto con personajes cada vez de más baja extracción social. El Madrid de los barrios más humildes se convierte en protagonista fundamental de esta novela.

Baroja empleó en “La busca” un ritmo muy vivo y rápido, sencillo, fluido y preciso, lo que permite una fácil lectura.
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Citas y frases (3) Añadir cita
jjglezljjglezl10 August 2023
Pensando y pensando entonces en lo triste que es no tener dinero y no servir, además, para nada, se me figuró que quizás sirviera para literato.
-¿Qué te parece, papá?
-Bien -contestó mi padre, encogiéndose de hombros-. Es, indudablemente, la profesión donde hay más idiotas. Por poco listo que seas, yo creo que algo harás. Siempre es más fácil hacer una mala novela o un mal drama que una mala cerradura.
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jjglezljjglezl19 July 2023
Las hierbas se alimentan de la tierra; a las hierbas se las comen los pulgones, a los pulgones, las hormigas; a las hormigas, las gallinas; a las gallinas, los hombres; a los hombres, las mujeres, y a todos, la tierra; y de la tierra vuelven alimentarse las hierbas...
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jjglezljjglezl21 July 2023
Eso sí, si él fuera del Gobierno, expulsaría a todos los frailes y monjas, porque son como la sarna, que viven mejor cuanto más débil se encuentra el que la padece.
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Videos de Pío Baroja (10) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Pío Baroja
El Círculo de Orellana, en colaboración con el Instituto Cervantes, rendirá un homenaje a la escritora Carmen Baroja, con la quinta conferencia de la octava edición de «Españolas por descubrir», a cargo de Carmen Caro Jaureguialzo. Carmen Baroja, hermana menor del escritor Pío Baroja y del pintor Ricardo Baroja, mujer del editor Rafael Caro Raggio, madre del historiador y etnógrafo Julio Caro Baroja y del documentalista Pío Caro Baroja, fue una mujer con voz propia a comienzos del siglo XX. #Españolaspordescubrir
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