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Críticas sobre La dependienta (125)
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Xenia
 22 February 2021
En esta historia conocemos a Keiko Furukura que tiene 36 anÞos y lleva 18 trabajando en la misma tienda por horas. de cara a la sociedad se inventa siempre la misma excusa de por que sigue ahiì al igual que en la tienda cuenta otra mentira ya que no se ve capaz de cambiar de trabajo. Cuando queda con sus amigas se da cuenta que todas de alguna manera han progresado en la vida mientras que ella sigue estancada en el mismo lugar. Pero ella realmente no necesita maìs. Es muy feliz en la tienda y no tiene esa urgencia por casarse o por irse de su casa.


Realmente la literatura asiaìtica es muy profunda y hay que saber (en ocasiones) leer entre liìneas. Cuando termine este libro , en un primer momento no entendiì muy bien que habiìa leiìdo. Despueìs de reflexionar varios diìas he llegado a la conclusioìn que el libro hace homenaje a la vida sencilla. A aquellas personas que no necesitan mucho para ser felices y que a veces hacemos cosas solo porque la sociedad nos empuja a ello de alguna manera
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Marinieves
 09 November 2020
Un libro muy corto que se puso de moda hace un tiempo y no quise leer entonces por llevar la contraria y al volverlo a encontrar me puse con él. Me ha sorprendido muy gratamente. Si al final no me va a disgustar tanto la literatura japonesa.
Keiko Furukura era rara ya de pequeña. Demasiado literal en la comprensión del lenguaje, poco empática, incomprendida e inadaptada pero muy inteligente. Cuando comienza la universidad empieza a trabajar por horas en una konbini, una especie de tienda de alimentación abierta las 24 horas, donde encaja tan bien y se encuentra tan cómoda que a los 36 años sigue trabajando en ella sin buscar un trabajo a tiempo completo.
Toda su vida gira en torno a la tienda y, para justificar su permanencia en ella por horas, utiliza la excusa de una supuesta enfermedad que no le permite trabajar en un empleo fijo.
La tienda no parece contratar nunca a trabajadores permanentes pues, pese a la cantidad de años que Keiko trabaja en ella, no le han ofrecido esa posibilidad, y nuestra protagonista ha visto pasar a muchos universitarios y mujeres que buscan un complemento a la economía familiar mientras ella sigue con el mismo sistema.
Keiko es feliz a su manera, se considera realizada como dependienta, de forma que considera su trabajo más como una esencia que como una ocupación. Siente que "es" dependienta. Pero todo el mundo a su alrededor la presiona para que explique por qué no busca algo mejor y, sobre todo, por qué no tiene pareja y sigue soltera a su edad.
A ella le da lo mismo y no cambiaría la tienda por otro trabajo. Allí sabe lo que se espera de ella a cada momento y no tiene que pensar ni responsabilizarse de otra cosa que el trabajo diario de colocar los productos, atender a los clientes, cobrar y estar pendiente de que todo se desarrolle como debe hacerse según las directrices de los diferentes jefes que ha tenido a lo largo del tiempo. No necesita pensar mucho e incluso copia frases de compañeras en sus propios diálogos para intentar así acertar en sus opiniones y el tono de su voz imita a veces a quienes considera que hablan bien y son aceptadas por los demás.
Keiko no necesita mejorar en su trabajo, no quiere cambiar ni necesita para nada un hombre a su lado, pero la presión de un grupo de mujeres, con las que se reúne a veces con idea de socializar, la obliga a intentar buscar una vida distinta para ser aceptada y encajar en la idea de mujer que tienen los demás. Así que aprovecha que un compañero nuevo de la tienda, aparentemente más inadaptado que ella, es expulsado por incompetente, para generar la falsa apariencia de vida en pareja e intentar que la dejen en paz cuando consideren que ya "se ha adaptado" o "curado" porque tanto sus padres al principio como su propia hermana consideran que hay algo raro en Keiko que puede solucionarse, que puede curarse.
Keiko ofrece a Shiraha, el hombre que conoce en el konbini, irse a vivir a su casa.
Él, más perro que una manta y aparente defensor de la idea de que no hemos cambiado desde la Edad de Piedra y que siempre se ha venido exigiendo que hombres y mujeres deben comportarse de una determinada manera, no ha sabido tampoco adaptarse a lo que le exige el rol masculino. No tiene empleo ni ganas ni intención de trabajar, ni de ayudar a Keiko, sólo refugiarse en su casa para no pagar sus deudas y que sea ella quien se ocupe de llevar dinero a casa mientras él se dedica a entretenerse con el móvil y la tablet en la bañera del cuarto de baño.
Keiko no eligió bien al hombre que debía dar cobertura a su "normalidad" y hacer evidente su "curación" y adaptación al concepto tradicional de mujer japonesa, aunque intenta seguir lo que se espera de ella, pero no solo no se le soluciona el problema sino que le complica la vida.
Es un libro muy corto y refleja los problemas de las personas para adaptarse a rol que por su sexo o condición se espera de ellas, con independencia de lo que les guste o les haga feliz. En alguna ocasión seguro que hemos experimentado esa presión, sobre todo las solteras de una edad, je, je. En Japón la cosa debe ser más habitual porque ya he visto el asunto en varias novelas, pero tampoco por aquí somos ajenos a esos condicionantes.
Si eres varón, tienes que trabajar, ganarte el pan, triunfar, tener pareja, hijos... Si eres mujer, a cierta edad o tienes un trabajo importante o exigente que justifique el hecho de no tener pareja o tienes que tenerla sí o sí. Menos mal que si sigues cumpliendo años se considera que ya el arroz se te pasó y dejan de preguntarte. O eso espero, por lo menos.
El libro ha respondido a mis expectativas. Es interesante.
Enlace: https://marinieves.blogspot...
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Labibliotecadeunquintopiso
 03 November 2020

Primer contacto con la literatura japonesa, y ha sido con La dependienta. Ya os dije en entradas anteriores que quería ampliar mis conocimientos literarios y leer más novelas diferentes a las que estaba acostumbrada a leer. Y es que a veces, puedes descubrir grandes libros que en un principio, nunca hubieras pensado en leer. Y las redes sociales y los blogs literarios son una "ayudita" a la hora de descubrir estos libros.

La dependienta nos cuenta la historia de Keiko, una mujer japonesa de 36 años, soltera y cuya aspiración en la vida es su trabajo por horas en una konbini; una tienda con productos japoneses abierta las 24 horas y todos los días del año. Desde niña siente que es una mujer diferente a las demás, que pertenece a un mundo dónde no encaja, salvo en la tienda, que siente que es su lugar seguro y dónde se encuentra muy cómoda.

Es una novela rápida y fácil de leer, con un ritmo ágil y bastantes diálogos; lo que facilita su lectura. Es una historia sencilla y no ocurre gran cosa, sin embargo, logra atraparte con la vida de la protagonista y su cotidianidad. El día a día de Keiko, y cómo ve ella la vida. La escritura de la autora ayuda a la lectura de la novela. A pesar de no estar estructurada en capítulos, hay pausas y separaciones de párrafos que indicarían como un cambio de escena. Se ayuda de los pensamientos de la protagonista para demostrar la cotidianidad y lo repetida que es su vida; pero no se hace nada pesado. Escritura sencilla y ágil.

Esta novela es una crítica a la sociedad japonesa, ya que todo el mundo hace lo que se espera de ellos, y si no hacen lo correcto, están mal vistos y discriminados. Y eso es lo que le ocurre a la protagonista por ser diferente.

En conclusión, iba un poco con miedo a lo que me encontraría y la verdad es que disfrute mucho con la lectura y me gusto.
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RepellentBoy
 16 September 2020
¡Vaya gozada de lectura! Todas mis expectativas iban perfectamente encaminadas. Lo primero que tengo que decir es que quizás este libro no va a ser entendible por todo el mundo. Es muy peculiar y es de esos libros que a primeras parece ser sencillo, tanto en su trama, como en la forma de contarla. Sin embargo, esconde en su interior algo mucho más profundo. Si te has sentido alguna vez diferente, poco entendido por los demás y, sobre todo, te ha costado entenderlos a ti, es tu libro.

Keiko es una protagonista atípica y nos irá narrando su día a día en su lugar de trabajo, un konbini. Estos son tiendas abiertas veinticuatro horas donde se puede encontrar todo tipo de artículos. Nada más empezar sabremos que Keiko es una persona diferente, bastante alejada de lo que la sociedad suele considerar y se verá constantemente obligada a fingir una personalidad falsa que irá imitando de las personas que la rodean, con la intención de no destacar. El único lugar donde se siente ella y cree encajar es en su puesto de trabajo.

La trama, como os digo, puede parecer sencilla, pero cuenta mucho más de lo que una lectura superficial conseguirá rascar. El libro es una crítica a la sociedad japonesa, y a las pautas marcadas por esta para que un individuo sea considerado como un ciudadano útil y como es rechazado por ella cuando se sale de la media. Y, como no, nuevamente la mujer se lleva la peor parte. Cuestionada por su trabajo, por sus estudios, por su edad, por no ser madre aún, por no estar casada todavía... Como digo es una irónica crítica a la sociedad machista nipona, pero curiosamente, y salvando los elementos culturales propios de cada país, no veo mucha diferencia en estas pautas establecidas socialmente con las de España o el resto de Europa.

Por otra parte, lo sentí como un canto a la libertad de ser difertene ya poder disfrutar de nuestras diferencias, a ser lo que somos y no tener miedo a serlo, ya que si dejamos de serlo aunque solo sea un segundo, nos volvemos vulnerables. Keiko es de esos maravillosos personajes que se van a quedar conmigo para siempre. El libro completo es una cita interminable. ¡Qué maravilla!
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delphinecaparros
 07 February 2019
Otro libro precedido de premios y, en este caso, de grandes ventas. Nada que decir de la escritura, pero el argumento aburre a las ostras, y los supuestos puntos de humor harán gracia a los japoneses, pero por estos lares no hacen ni sonreír. El tema de fondo se hace sentir en contadas ocasiones. Recuerdo haber leído un libro con ciertas similitudes de Amelie Nothomb. No era muy pallá pero al menos tenía un poco de gracia.
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