La dependienta

En 'La dependienta' conocemos a Keiko, una mujer soltera de 36 años que vive en Tokio y trabaja a tiempo parcial en una konbini, una tienda/supermercado japonés que abre las 24h del día. Toda su vida es un choque cultural constante con el resto de mujeres tradicionales de Japón, y por ello Keiko siempre ha sentido que no encaja en la sociedad y nos cuenta en primera persona cómo es su vida y qué siente.

Nos encontramos con una historia muy corta y amena que nos narra de manera muy cotidiana la vida y los pensamientos de la protagonista. Keiko es un personaje diferente, con actitudes y pensamientos muy peculiares, y aunque no se menciona en ningún momento, estoy bastante segura de que la autora de la novela nos presenta a una mujer que entra dentro del espectro autista, más específicamente en el síndrome de Asperger. Presenta dificultad en sus relaciones sociales, es poco flexible, muy literal y organizada, y me sorprende que no se haya comentado comentado más este aspecto que me parece tan interesante dentro de esta novela.

La historia en sí te atrapa sin darte cuenta, y te sumerge dentro de su evidente crítica social hacia lo convencional, hacia la idea que se tiene sobre lo que está bien y es correcto e incluso hacia los cánones preestablecidos asociados a la edad.

En definitiva, me ha parecido una lectura muy diferente, reflexiva e interesante que os recomiendo mucho y que seguro que no os deja indiferentes.

LA DEPENDIENTA » Sayaka Murata

Somos un número dentro de una gran masa que se mueve más o menos uniforme; dependiendo de los baremos que se apliquen a esa sociedad, así nos comportaremos. El conjunto actúa como un gran tamiz, desechando lo extraño, lo raro, lo diferente.
La sociedad japonesa parece conformar una de las estructuras más regias, disciplinadas y encorsetadas, sobre todo en materia emocional.
La rigidez de sus expresiones y sus conexiones sociales son para ellos sinónimo de buena educación y conducta. Una línea recta que no admite turbulencias.
Keiko Furukura, una joven de 36 años con un marcado espectro autista que en ningún momento se nombra en el relato pero que es una sombra percutante en toda la acción: desconexión emocional con los demás, falta de empatía incluso con su familia, indiferencia ante las interacciones sociales, imposibilidad o dificultad para descifrar expresiones faciales, hasta el punto de tener que copiarlas para saber exactamente cómo proceder; sensibilidad a estímulos externos tales como ruidos repetitivos... y sobre todo, necesidad de rutina, en su caso vinculada única y exclusivamente a su función de «dependienta» en la tienda.
Su seguridad y supervivencia dependen íntegramente de ello.
Me ha sorprendido la sencillez y la fluidez con la que se ha descrito la vida cotidiana de una persona que no encaja por sus marcadas diferencias. Precisamente por sus propias palabras sabemos de primera mano qué pensamiento motiva el movimiento.
Me ha parecido de una habilidad ingeniosa esconder entre líneas una supuesta disfunción mental, acuciada por no tener tratamiento y enraizada por simple desconocimiento. Pero sobre todo, la manera tan sutil de exponerla,como si de un mero comportamiento estrafalario se tratara.
Se nos plantea cómo las diferencias en los individuos son suprimidas, silenciadas, aniquiladas; cómo juzgamos y tachamos sin ser conscientes de lo que puede haber en la trastienda.
¿Cuántas enfermedades mentales son confundidas por comportamientos extraños?¿Esto nos hace menos humanos?¿Qué papel juega realmente un individuo dentro de su sociedad?¿Hay arbitrariedad?

¿Alguna vez has sentido que no encajabas? Entonces podrás empatizar con Keiko Furukura, la encantadoramente extraña protagonista de la Dependienta.

De pequeña, Keiko era un poco rara. Su familia le buscó ayuda psicológica para intentar “curarla”, y durante un tiempo pareció haber funcionado: se mudó a Tokio para estudiar en la universidad y comenzó a trabajar por horas en una konbini, un supermercado abierto 24 horas. En el orden y la rutina que reinaban en esta pequeña tienda nuestra protagonista encontró por primera vez su sitio en el mundo, y ya no se marcharía.

18 años después, nadie entiende que Keiko siga trabajando en el mismo lugar. Tampoco que esté soltera a sus 36 años. Nadie parece darse cuenta de que así ella es feliz, porque no es "normal". Pero... ¿Qué significa ser normal?

Un libro que explora las limitantes expectativas que pesan sobre las mujeres solteras en Japón, pero que también contiene un mensaje universal sobre los “manuales” sociales a los que nos plegamos sin darnos cuenta. Una tragicómica reflexión sobre lo rebelde que resulta, al final, ser uno mismo.
Enlace: http://nextlibris.es/la-depe..

Este libro me llamaba la atención desde hacía mucho tiempo y nunca me había acabado de decidir, pero estoy encantada de haberlo leído finalmente. Es muy corto y se lee prácticamente de una sentada.

La protagonista de esta historia, Keiko, es una dependienta muy peculiar que trabaja por horas en una tienda donde comenzó a trabajar cuando estudiaba, pero ahora ya tiene 36 años y, según su entorno, y la sociedad en general, " no cumple con lo que toca para su edad ". Una historia que nos transporta a Japón y nos muestra una vida, y una sociedad, en muchos aspectos totalmente diferente a la nuestra, y que nos presenta a una mujer que vive fuera de lo que se espera de ella por edad y género.

Una de las pocas cosas que no me ha gustado del libro me gustaría explicarlo lo primero ya que es una de las cosas que más se nota y que primero ocurren en la historia. Y es que los cambios de escenario son muy recurrentes, pero no tienen una transición sino que pasa de un lado a otro sin avisarte. Creo que eso debería estar más organizado porque al verlo así, no sabes ni cuantos días han pasado.

La historia es muy sencilla y bastante clara, pero te ayuda a pensar muchísimo en la sociedad. Encima te das cuenta de que aunque a veces parezca que asiáticos y europeos somos muy diferentes, pero que el ser humano al final es ser humano viva donde viva.

Para la sociedad y sobre todo para su alrededor, familias, amigos Keiko Furukura a cometido los más terribles actos que puede cometer una persona con 36 años. Y es que Keiko trabaja en un Konbini (Que es una tienda que esta abierta 24 horas al día, siete días a la semana y se trabaja por horas) y que sigue soltera, sin pensamiento siquiera de encontrar alguien con quien casarse.

Lo mejor de esta historia es que una persona que no entiende muy bien como debe comportarse una persona, desde que nació (no sé si tiene asperge o autismo). Y por más que pregunta a su entorno que debe hacer para sentirse "normal" como el resto de la gente, ella simplemente es feliz siendo universitaria pero trabajando en un trabajo que supuestamente lo hacen los jóvenes para sacar un poco de dinero y seguir estudiando. Y a la vez también nos muestra como todos sus esfuerzos por parecer "normal" no la hacen feliz porque ella quiere ser como es, y eso le hace diferente en muchos sentidos al resto del mundo. Y a la vez nos cuentan que el resto del mundo también hace las cosas que le dicen a ella que haga porque es lo "normal". Por lo que al final la sociedad es muy contradictoria. Ya que normalmente nos piden ser diferentes para sobresalir del resto de la gente, pero a la vez acabamos siendo todos iguales porque es lo que hay que hacer según la sociedad.

Luego esta la parte de la dependienta, y es que me he dado cuenta de que ella aunque es diferente también se siente bien siendo igual que sus demás compañeros de la tienda. Ya que a ella le han dado unas directrices fáciles a seguir por lo que ella no saliéndose de esas, es perfecta para el puesto. Por lo tanto ella se siente unida al trabajo y muy querida por sus compañeros ya que son "iguales " a ella. Y en lo que no es igual, como la forma de hablar se las copia, o la de vestir. Por lo tanto ella es feliz y por eso busca escusas para que cuando le preguntan cosas como ¿por qué no tiene un trabajo normal? ella se inventa cosas para poder seguir en ese puesto sin dar muchas explicaciones.
Enlace: https://perdidaenmismundos.w..

La dependienta, de Sayaka Murata (2016): una visión alternativa a las necesidades sociales impuestas sobre las mujeres

En esta novela, Keiko Furukura, una mujer de 36 años que trabaja en un supermercado sin contrato fijo, que no establece vínculos emocionales con sus allegados y que tampoco persigue ideales románticos, nos hace partícipes de su día a día mientras comparte su incredulidad ante la rigidez con la que viven todos aquellos que la rodean y nos explica por qué ella se niega a hacer lo mismo. Debido a su ingenuidad, no obstante, no es consciente de que es la única persona de su círculo realmente emancipada de un sistema de valores anquilosado e inicuo, ofreciendo así una crítica constante que, a pesar de ser más bien implícita, cualquier persona que lea el relato podrá identificar, convirtiendo así el libro en una novela con la que reflexionar sobre cuestiones de género.

De hecho, un momento clave es el “enfrentamiento” de la protagonista con un personaje masculino que recurre constantemente a la teoría de la evolución, el contrato social y el instinto animal para justificar su misoginia, su machismo y el acoso que ejerce sobre las mujeres. En estas páginas, la autora parece explicarnos el porqué de esta novela, por qué cuenta esta historia y por qué la cuenta así, contra qué quiere luchar y qué alternativas existen a lo establecido.

Por otro lado, tengo la impresión de que Keiko ha sido retratada como una persona en el espectro autista, no tanto por cómo actúa, sino por cómo la autora describe que el resto del mundo la percibe y que ella, ingenua, no entiende cuál es su problema o cuál es aquella enfermedad de la que siempre le dicen que tiene que «curarse». Pero también esto me ha llevado a una reflexión: ¿por qué pensar que una persona que, de nuevo, no actúa según lo establecido, sino que se deja llevar por lo que ella considera correcto o necesario, tiene que, como mínimo, vivir dentro del espectro autista? Quizá esta sea una de las reflexiones que la autora quería provocar: ¿hasta qué punto, por mucho que lo intentemos, realmente logramos naturalizar aquello que no corresponde con lo impuesto como lógico y correcto?

Sin duda alguna una lectura refrescante y cargada de lo que los angloparlantes llamarían “food for thought”.

«El pasatiempo favorito de las personas normales es juzgar a las que no lo son.»

¿Qué es ser normal? Existen múltiples implicancias que se generan en nuestras vidas por lo que aceptamos socialmente como “normal”. ¿Y qué sucede si no encajamos en aquellos parámetros? Esta fresca novela es profunda más allá de las apariencias de su simple historia.

Vincularnos socialmente puede ser una odisea para alguien que piensa diferente. Tanto que puede llegar a asimilar el mundo que ve para encajar. Esa es la historia de Keiko Furukura, una mujer que fue juzgada desde su infancia hasta que encuentra trabajo en una konbini (un supermercado abierto las 24 hs). Allí encuentra reglas establecidas fáciles de seguir y un mundo al que pertenecer.

«La dependienta» es una novela sencilla, fresca y entretenida que expone una fuerte crítica a la sociedad. Yo disfruté mucho de su lectura y la recomiendo.

“La gente se cree con derecho a escarbar en aquello que considera raro hasta dar con una explicación. A mí me molestaba su insistencia, me resultaba fastidiosa e impertinente. Me cansaba tanto que a veces sentía la tentación de coger una pala y empezar a asestar golpes, como aquella vez en el colegio.” ~ La dependienta de Sayaka Murata.

Keiko Furukura tiene 36 años, vive sola y trabaja en una tienda de 24 horas con un contrato por horas. Ella es feliz. Dedica toda su energía a su trabajo que rige su vida y realiza con todo el orgullo y el buen hacer del mundo. Sin embargo no es comprendida por su entorno que no deja de acosarla con que dé un cambio a su vida: desde la búsqueda de pareja hasta un nuevo trabajo fijo que no sea por horas. Y Keiko, que siempre está sola, comienza a pensar que quizá es buena idea y el mejor camino para ser aceptada.

Me ha gustado el libro, no me ha entusiasmado pero sí me ha gustado. Es sencillo, rápido de leer y en seguida te ves sumergida en la vida de Keiko. He sentido impotencia por esta chiquilla a la que no dejan en paz porque nadie entiende su felicidad y todos se creen con derecho a tomar las decisiones por ella. Un libro con una reflexión detrás y es qué es la normalidad cuando hay tantas normalidades como personas en el mundo.

En el caso de Keiko, además, no se menciona en ningún momento pero me ha dado la sensación de que la chiquilla tiene algún trastorno no diagnosticado y sus decisiones se entienden mientras es joven pero no cuando es adulta. Es una historia diferente, desde luego, que es mejor descubrirla que describirla.

Sayaka Murata nos cuenta la historia de Keiko, una mujer soltera de 36 años muy especial. Nunca se le ha dado bien relacionarse con los demás y es juzgada continuamente por ser diferente y no cumplir las expectativas que la sociedad espera de una mujer de mediana edad. El único lugar donde se siente “normal” y cómoda es en la tienda 24 horas donde trabaja de dependienta, ya que ha aprendido a la perfección todo lo que debe hacer para no desentonar con el resto.

Con este argumento, Sayaka Murata pone en jaque a la sociedad japonesa y demuestra valentía al exponer y criticar esas actitudes y roles que se establecen y que llevan a nuestra protagonista a no querer salir de esa situación tan triste en la que se encuentra, incapaz de ser ella misma sin que la cuestionen o la tomen por alguien inferior al no haber cumplido con ciertos puntos a su edad que la certifiquen como una persona normal a ojos del resto (estar casada, tener hijos, tener un contrato fijo…). A pesar de esto, el libro también es muy bonito al mostrar cómo Keiko logra ser feliz en esa burbuja en la que vive y al narrarnos esa conexión que siente con la tienda en la que trabaja, su único lugar seguro.

Si solo le he dado tres estrellas es porque a partir de la mitad me ha parecido un poco repetitivo y me hubiera gustado que la idea principal se desarrollara más. Tampoco he logrado conectar con algunos personajes secundarios que van apareciendo y que me parecen algo planos.

No obstante, es un libro corto que se lee rápido y que hace una reflexión muy interesante. Vale la pena leerlo solo por eso.

Un librito cortito para leerse de una sentada que contiene una descripción muy interesante de la sociedad japonesa actual desde el punto de vista de Keiko, una mujer de 36 años, que aunque el libro no lo dice explícitamente, da a entender que tiene el síndrome de Asperger sin diagnosticar.

Dentro de una sociedad cuyas reglas no entiende, Keiko siente que ha encontrado su lugar en el mundo trabajando en un konbini (como se llama en Japón a las tiendas de conveniencia o tiendas 24h), donde puede seguir al pie de la letra el manual de empleado, y donde realmente realiza su cometido como nadie. Eso sí, la parte social se escapa de su entendimiento y se ve forzada a “imitar” a quien la rodea para conseguir ser aceptada. Además, la sociedad, su familia y sus amigos no aceptan su estilo de vida. ¿Por qué no sé casa? ¿Por qué no busca un trabajo serio? “Qué rara eres, Keiko…”

Este libro me ha generado muchas emociones y autocrítica de sobre cómo (y quién esté libre de pecado que tire la primera piedra) juzgamos y consideramos no valido aquello que no pasa por los estándares de normalidad. Es una pequeña joya, con puntos cómicos, que nos enseña un pedacito de la sociedad japonesa, y por qué no, de la sociedad humana en general. “El pasatiempo favorito de las personas es juzgar a las que no lo son”, es triste que haya tanta verdad en esa frase.

A pesar de que verdaderamente he adorado este libro, puedo decir que no es para todo el mundo. Es un libro muy sumergido en la sociedad japonesa y tal vez pueda parecer superficial a algunos lectores, pero a mi personalmente me ha parecido todo lo contrario, muy profundo.