![]() |
Atrás quedó la fiebre planetaria del millón de euros y el principio del fin del premio por encargo para ventas navideñas más comentado por los parroquianos de la literatura. Tiempo al tiempo. En las primeras páginas de esta cuarta entrega me encuentro con la bendita sensación de que me sigue importando un bledo la tipología genital que se esconde detrás del seudónimo tan discutido de forma, si se me permite, bastante absurda. Es más, la capacidad de engancharme y meterme en la historia hace que me olvide hasta de quien firma la obra y disfrutarla gozosamente importandome otro bledo (y ya van dos) nombre y apellidos de los autores. La razón es que la novela me ha abducido creando un tiempo muerto, una disociación apetecible y recomendada de la realidad diaria que, es al fin y al cabo, a lo que hemos venido. Gastronómicamente hablando el libro cumple mis expectativas. Crujientes sesos masticados en su jugo y sin cocción que me recuerdan a la alta cocina de Thomas Harris en aquella maravillosa cena romántica de Lecter y Starling perteneciente, si mi memoria no yerra, a su tercera entrega. Aunque en honor a la verdad, los de Harris son en tempura y la escena, condenadamente erótica. Las madres guarda poca relación con su predecesor más allá de los pesos del pasado que han de soportar los personajes en un crecimiento lógico y sostenible que los Mola trabajan a la perfección. Tan solo la nena queda como un delgadísimo nexo de unión, pues su participación es más testimonial que presencial. Quizá esté reservada para la quinta entrega. Así es. El impaciente lector tendrá que esperar al próximo volumen, que lo habrá. Ruego a los creadores a la mayor brevedad posible si no desean que su forma genital cobre relevancia a la hora de decidir mi método de castración. Aunque más o menos en la mitad del texto se revela la identidad del asesino serial, de la trama solo necesitáis saber que aparecen cadáveres con un montón de órganos y vísceras extraídas para introducir en su lugar, fetos. Es decir, otro tétrico banquete. La novela habla de vientres de alquiler, de mujeres reducidas a fábricas enjendradoras del producto final y de su mercado. También de corrupción policial. Más allá del macabro morbo que a muchos nos acerca a este tipo de lecturas (y que estamos para que nos encierren) la obra genera infinidad de enfrentamientos éticos de hondo calado. de hecho ningún personaje de la BAC escapa a ellos. Todos tendrán su momento de traspasar la línea roja. Esto da un fuerte valor añadido a una novela casi excepcional. Ya no hablamos solo de policías que investigan, sino también, de sus cargas. Hay una notable mejora en la prosa pero sin perder la esencia de "sin pollos en vinagre" es decir, que todo lo escrito está únicamente al servicio de la trama y a nada más. Bajo mi mundana y humilde opinión Las madres está por encima de la anterior y aun dejando infinidad de cabos sueltos, cumple sobradamente su cometido. Entretener, tensar y remover estómagos y conciencias. Eso sí. Necesita un cierre y lo necesita ya. Deben darlo todo en la quinta entrega para dejar la saga en el lugar que merece. Más sería asesinarla. ¿Mi conclusión? Otra excepcional novela que no podrás soltar. + Leer más |