Y en ese mismo instante hice algo que jamás pensé que haría. Tomé una decisión sin pensar, sin valorar todas las posibles consecuencias. Cerré los ojos y salté. Sentí el vacío bajo mis piel, el miedo, pero no moví un solo músculo para agarrarme a algo seguro. Solo aguanté la respiración y continué cayendo. Y me gustó. (Pág. 85) |