«La burbuja que creas para protegerte, un día explota hacia dentro en lugar de hacerlo hacia fuera». Es simplista decir que alguien que consume sustancias, se merece lo que a partir de ese momento le suceda. La presión en el trabajo, el sufrimiento emocional, la ansiedad, la depresión y el estrés ambiental, es el antes de esta caída, es decir, la tristeza mantenida, la desesperación y el miedo, pueden ser el principio de ese consumo, juzgar a alguien nos define a nosotros. «Macerando una depresión para no preocupar a los demás». Para entender a alguien hay que ponerse en su piel y no juzgar a la ligera. Ángel Martín nos presenta en esta obra su testimonio, enriquecedor para muchos, para el que no lo conoce, sepa lo que es la locura desde dentro, para el que la sufre, encuentre comprensión y aliento, y para los que están cerca de pacientes, comprendan que nada de lo que dicen es personal. «El mecanismo de la locura es complejo». Sorprende escuchar que dentro de la locura hay cierto placer, pero es así para el que la padece, les hace sentir vivos, conectados con el mundo, incluso con el universo, es cierto, es una armonía dentro del caos. Todo tiene sentido y no existen límites. «Pasar por la locura te hace especial». Hay un antes y un después, hay que extraer lo bueno de ese episódico psicótico, pero sobre todo reconstruirse desde cero y esto no es nada sencillo sin el apoyo de su círculo. «Creo que nos hemos olvidado lo frágiles que somos, y a medida que crecemos en tamaño nos perdemos el respeto, porque físicamente somo grandes, pero lo que llevamos dentro es diminuto, y las palabras no necesitan hacer ningún tipo de fuerza para clavarse dentro. Los golpes pueden doler más o menos, pero los verbales, no hace falta entrenar mucho para que hieran, lo agotador es que no te hagan daño». Cuando uno cae no es consciente, «es increíble que ser ingresado en un hospital no abra la mente», al recuperar ese contacto con la realidad es cuando se toma conciencia de las dimensiones del pozo y la profundidad de este, del dolor que ha causado y lo mucho que se nos ha pirado la pinza, es entonces cuando requieres de la mayor fuerza de voluntad para emprender el ascenso de esa escalera que tienden desde fuera. Y en ese momento hay que tirar de aquellos recursos y herramientas que se tengan, para Ángel Martín fue ese personaje con sentido del humor que quitaba hierro a la vida. El humor activó el circuito de recuperación que necesitó. Y no confundamos, humor no es sinónimo de falta de seriedad ni cinismo, es una herramienta más para ascender por esa escalera, le aportó un punto de vista diferente de lo que le había sucedido, le ayudó a procesar la información y filtrar lo vivido y sacar lo útil. Escribir este testimonio le sirve a él como terapia, pero vuelvo a repetir, también al que no sabe qué es un brote psicótico y en qué consiste, cómo la mente se confabula para alterar la realidad, para interpretar las señales y esto lo hará quieras o no. Escribir es una terapea, ayuda a ahondar en emociones y sentimientos, «la inseguridad que se siente en ti mismo es abismal, se te ha pirado la cabeza», y ahora que está casi recuperado, siente un vacío inmenso dentro de él. La terapia requiere de sacar la esencia de lo que somo y nos hace felices, al que pinta, que dibuje, al que esculpe, que modele con arcilla, al que escribe poesía, que se abra a través de los versos, a Ángel Martín, que use el humor. Gracias Ángel Martín por compartir y dar voz a tantos que viven con miedo su locura. + Leer más |