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La historia de Lillian y Marcus, si bien ya sabemos que se llevan mal y la sopresa inicial se pierde un poco, es bastante más entretenida que la de Annabelle y Simon. La primera pareja luce sobre todo por la personalidad e insistencia de Simon, su perfil plebeyo y la precaria situación de ella. En esta ocasión, desde el primer momento las chispas saltan entre Marcus y Lillian. Ella: una niña rica norteamericana cuyos padres quieren que se case con un noble inglés; él: un reputado aristócrata con título y riquezas que está acostumbrado a seguir las normas y el decoro. No pueden ser más diferentes el uno del otro y en su primer encuentro durante los sucesos del primer libro, a ambos les quedó claro que no congeniaban... Pero sus cuerpos y corazones parecen no estar de acuerdo con sus mentes. Pronto acaban sucumbiendo a la pasión que hay entre ellos, y entre medias nos encontramos con elementos secundarios que le dan un toque extra como un poción de amor y el cortejo de un encantador libertino. Esta historia es, sencillamente, más completa que la atenrior. Ya sabemos lo que pasa con las primeras partes de sagas, que hay que introducir tantas cosas que en ocasiones se pierde espacio para desarrollar la relación en mayor profundidad. En esta ocasión el único y principal foco es la relación sentimental de nuestros protagonistas. Este detalle es bueno y malo: por un lado nos da una historia más bonita y compleja, sí, pero no puedo evitar echar en falta la interacción de las floreros. Evie, sin ir más lejos, es la mayor ausencia del libro; Daisy aparece más por ser hermana de Lillian, pero sus apariciones son poco interesantes y de refilón, y lo mismo se podría decir de Annabelle. ¿Dónde han quedao los partidos de rounders en calzones? ¿Y el pacto de las amigas para encontrar un marido? Este propósito, el hilo conductor de la saga que une en amistad e interés a las cuatro jóvenes, se pierde por completo con este libro. Y mucho me temo que en los siguientes también. Pese a todo, Lillian es una muchacha con tanto carácter y Marcus resulta tan encantador al no poder resisitirse ante lo que siente por ella que la lectura es una sencilla maravilla. La historia familiar de Marcus es muy triste, y hay una precuela que aún no he tenido el placer de leer pero que tengo pendiente en la estantería, que nos narra la historia de Aline, la otra hermana de Marcus que no aparece sino mencionaba porque se casó con John McKeena, antiguo mozo de cuadras de la familia. Y todo esto, sencillamente, bajo la pluma de Lisa Kleypas, mejora. No puedo esperar para leer el tercer libro. Estoy que no puedo parar y después de tantos años esperando para conseguir el ejemplar en físico del tercer libro en su edición Vergara (tarea que ha resultado muy pero que muy complicada, hasta que por suerte me encontré en Wallapop a una chica que lo vendía), al fin podré descubrir la historia de la pobre Evie y del malnacido (al que sé que acabaré adorando) de St. Vincent. + Leer más |