Los Barrens, los de siempre. No parecían tocados por los últimos veintisiete años; para Bill, la autopista elevada, único detalle nuevo, parecía irreal, algo tan efímero como un paisaje falso proyectado en una pantalla trasera para ambientar la escena de una película. Los arbustos y los matorrales centelleaban entre la niebla. Bill pensó: «Creo que a esto nos referimos cuando hablamos de la persistencia del recuerdo, a esto o a algo parecido, algo que se ve en el momento debido y desde el ángulo debido, imágenes que activan la emoción como el motor de un avión de propulsión. Uno lo ve con tanta claridad que todo lo que ha pasado mientras tanto desaparece. Si es el deseo lo que cierra el círculo entre el mundo y la necesidad, el círculo está cerrado.»