Me preparé un sándwich y salí a la terraza a fumarme un cigarro. Sin ganas de leer. Sin estrellas en el cielo nublado. Sin ella.
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Me preparé un sándwich y salí a la terraza a fumarme un cigarro. Sin ganas de leer. Sin estrellas en el cielo nublado. Sin ella.
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Me quede allí, flotando en la soledad de mi mar contemplando el rastro de espuma y la luz moteada que brillaba entre las olas mientras me preguntaba cuándo volvería a respirar.
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Tres años sin ese trozo de mar, deferente de los demás. Tres años en los que yo había cambiado mucho. Tres años sin verlo. Tres años sin Axel. |
Me asustaba que la línea que separaba el odio del amor fuese tan fina y estrecha, hasta el punto de poder ir de un extremo al otro de un solo salto.
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Años después entendí que hay sonrisas que esconden verdades. Que hay tardes cualquiera que se convierten en recuerdos importantes. Que los momentos determinantes ocurren cuando menos te lo esperas. Que el encanto de la vida reside en ese algo impredecible.
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-Axel, no quiero volver a perderte. -Es que no dejaría que eso pasase. |
Te rechazo a ti. Rechazo follarte como si fueses una cualquiera, que es lo único que podría hacer en este momento.
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Somos los amaneceres en la playa y el sonido del mar, somos las noches de estrellas en la terraza, las ganas de desnudarnos, nuestras canciones, el rojo del atardecer y todos los trazos que he hecho pensando en ti. Somos estas paredes que te rodean, lo que hemos vivido. Y también todo lo que está por llegar.
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Porque el corazón gana a la razón. Porque no hay una fórmula secreta que nos impida enamorarnos de esa persona que resulta inadecuada, o que está llena de defectos, o que tiene pareja, o que jamás se percatará siquiera de que existes…
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Hay heridas horribles, en carne viva, y hay otras peores, de esas que no sangran, esas que parece que han cicatrizado, pero que, si las rozas, duelen como el primer día. Axel era mi herida.
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Manolito ...