Ginger no es de hacer locuras, de hecho es una chica formal que intenta seguir el rumbo que todo el mundo espera que siga. Pero cuando su novio de toda la vida le deja, decide volverse loca, comprar un billete a París e intentar olvidar, por unos días, lo que le espera en Londres.
Pero el destino, la falta de habilidad de Ginger con el francés y una máquina para comprar billetes de metro muy complicada, hace que conozca a Rhys, quien va dando tumbos de un lado para otro sin tener muy claro lo que quiere, sin responsabilidades, sin un objetivo fijo. Todo lo contrario a ella.
Ahí surge una amistad que ambos intentan mantener por correo electrónico, pero la distancia y una pantalla no siempre es el mejor aliado para comunicarse, para expresarse, para darse cuenta de que lo que se forja entre las líneas de sus emails es algo más que amistad.
Esta nueva novela de
Alice Kellen mezcla la narrativa con la epístola (en el que la historia se cuenta por medio de cartas, correos, notas…). Si bien en un principio no conseguía conectar con la historia, poco a poco te va enganchando.
Cuando comencé a leer, fue chocante que, casi desde la primera página, ya se viese la increíble conexión que se crea entre ambos protagonistas. En otras palabras, algo que en las novelas ocurre hacia la mitad del libro, aquí viene de golpe y porrazo nada más abrirlo. También me chocaba mucho lo de los correos. Escribir la historia así no da pie a diálogos dinámicos, a esa sensación de que podría ser algo que ocurre en cualquier conversación.
Sin embargo, conforme vas leyendo la historia comienza a hilarse, comienzas a querer saber qué pasará ahora y cómo será la reacción de los protagonistas ante los detallados emails que se envían.
Y es que tanto Ginger como Rhys son enrevesados, cada uno a su manera. Ginger es muy metódica, siempre queriendo hacer lo que se espera de ella que haga. No llegué a identificarme con ella por completo, pues a lo largo de la trama continúa tropezando siempre con la misma pared: Rhys. Es un chico al que le gusta tanto la vida y su independencia que lo antepone a cualquier otro aspecto, incluida Ginger. Y aunque en la historia descubrimos que ha pasado por momentos familiares que no le han sido fáciles, es un personaje bastante inmaduro y algo autodestructivo. de hecho, se hace repetidas alusiones al cuento de Peter Pan, un niño que no quería crecer. Cuando cualquiera hubiese cortado esa “amistad”, Ginger sigue adelante, perdonando ciertos comentarios y en cierto modo esperando siempre más de él.
Sin embargo, como os digo, la historia en sí es bonita, se cuece a fuego lento hasta que al final estalla. Es una novela emotiva, fácil de leer, y con maravillosas reflexiones, tal y como la autora nos tiene acostumbrados.
Se ve que a pesar de todos los obstáculos, Rhys y Ginger se hacer volar hasta la luna mutuamente.
¿Y tú? ¿Quieres volar a la luna?
Pues ya sabes lo que hay que hacer para saber cómo.