A veces algunos corazones están tan dañados que ya no saben cómo latir a otro ritmo que el que un día les impusieron.
|
A veces algunos corazones están tan dañados que ya no saben cómo latir a otro ritmo que el que un día les impusieron.
|
Una estrella por cada instante importante. Una marca que solo tú y yo sepamos descifrar. Serán las constelaciones de nuestra vida.
|
"En tus labios sonó diferente, como cascabeles agitándose. O miel derramándose. Jamás hubo nadie que pronunciase mi nombre como tú lo hacías, con esa delicadeza y fuerza a la vez."
|
Fue tan bonito como sencillo. El prólogo de nuestras vidas.
|
Ya no solo deseábamos tener alas, sino que queríamos echar a volar sin paracaídas y sin esperar a que nadie nos diese permiso para hacerlo.
|
No es sencillo que dos personas caminen siempre al mismo ritmo, por la misma senda, en la misa dirección. Una aprende que, de vez en cuando, debe mirar atrás para asegurarse de no abandonar a la persona amada.
|
Estaba quebrándome en mil pedazos delante de ti y no podías hacer nada por evitarlo.
|
“Si aún tienes dudas sobre qué es lo que me hizo fijarme en ti el otro día cuando te vi en la calle, bueno, no lo sé, y eso es lo mejor de todo, la parte del iceberg que se esconde bajo el agua, lo que no consigues ver ni aunque lo tengas delante de tus narices”.
|
Somos edificios, por eso necesitamos cimientos sólidos antes de poder crecer
|
Ocurre algo curioso con esto de la edad. Es como si no fuésemos muy conscientes de ello, al menos no de una manera objetiva. Cuando tenía diecisiete años, veía «viejos» a los de treinta. Cuando cumplí treinta, en cambio, seguía sintiéndome como una niña y los que me parecían más «viejos» eran los de cincuenta. Al alcanzar esa cifra, no imaginaba cómo pude pensar aquello alguna vez. ¡Si éramos dos chiquillos todavía! ¿Verdad? O así se ve entonces, cuando cruzas esa línea y, al mirar atrás, parece que hayan sido dos días.
|
Gregorio Samsa es un ...