El chico que dibujaba constelaciones

Te quiero a ciegas, por impulso.

"La vida es un pestañeo" [...] "De nada sirve tener un vino gran reserva si al final no te lo bebes".

Entendí que éramos dos estrellas perdidas en un firmamento inmenso que se habían encontrado por casualidad.

No podía dejar de mirarte. Tiempo después llegué a pensar que fue cosa de magia. Que, aquel día, cuando pasé por tu lado en esa calle, alguien nos lanzó un hilo invisible que nos conectó a los dos y nos mantuvo sujetos con fuerza.

“Un punto por cada instante importante. Una estrella, una marca que sólo tú y yo sepamos descifrar. Será el álbum de nuestras vidas.”

Entonces contemplé por primera vez esa sonrisa tuya que me acompañaría durante el resto de mi vida. [...] Tanto que, cuando quise darme cuenta, llevaba mirándote fijamente más tiempo de lo normal.

Digamos que todos tenemos una cuerda atada alrededor del cuerpo llena de responsabilidades y presiones que tiran de nosotros, eso es así, pero intenta que el nudo no apriete demasiado.

La vida es, al final, un puñado aleatorio de escenas inconexas de la película que empezamos a rodar desde día que llegamos al mundo hasta que alguien grita .

No es sencillo que dos personas caminen siempre al mismo ritmo, por la misma senda, en la misma direccción. Una aprende que de vez en cuando, debe mirar atrás para asegurarse de no dejar atrás a la persona amada.

Me dijiste una vez que pensabas que la vida eran instantes, fotografías que se quedan en nuestra memoria, palabras sueltas que nos guardamos incluso sin saber por qué. Y tenía razón, Gabriel. La vida es eso.