Yo quería estar a tu lado cuando fueses descubriendo ese pedazo del mundo que aún no sabías que te pertenecía (...)
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Yo quería estar a tu lado cuando fueses descubriendo ese pedazo del mundo que aún no sabías que te pertenecía (...)
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Le dedicabas tu tiempo. ¿Y qué puede haber más valioso para un hijo que eso?
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Entendí entonces por qué a la gente le gusta tanto viajar. Es fácil. No se trata solo se conocer otros lugares, se trata también de conocerse a uno mismo. Porque la novedad de estar en un sitio diferente te obliga también a vivir en ese presente, a agudizar todos los sentidos, a «estar», tan sencillo como eso.
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A veces uno de los dos necesitaba soltarse. A veces uno de los dos se quedaba atrás por mucho que hubiese intentado correr para alcanzar al otro.
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Por aquel entonces, anclada entre diciembre y enero en un invierno que parecía eterno, ls letras se convirtieron en un refugio seguro.
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Los recuerdos malos también somos nosotros.
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Los recuerdos malos también somos nosotros.
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Un dolor lacerante e inexplicable me atravesó, y la sábana resbaló de mis manos antes de salir de la habitación, como si fuese posible huir de una misma y de la realidad.
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“«los recuerdos malos también somos nosotros».”
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¿Qué puedo decir, Gabriel? Creo que, en ese instante, cuando alcé la vista y nos miramos en silencio y nerviosos, ajenos a las voces de los chiquillos, supe que iba a enamorarme de ti. |
El retrato de Dorian Gray