Tigres de cristal

Tigres de cristal es mucho más que una novela negra, e incluso más que un thriller psicológico, es una historia tan real como desgarradora, de como unas vidas pueden truncarse desde la adolescencia.
La trama nos cuenta como en los años setenta, Cataluña recibe una legión de emigrantes desde otras provincias españolas, y ahí se funda La Ciudad Satélite, un grupo de bloques de viviendas construídas precisamente para aquellos emigrantes trabajadores como pocos recursos económicos.
En aquella época un crío fue asesinado y varias familias cambian para siempre el curso de sus vidas.
El libro tiene dos líneas temporales, en los años setenta nos cuenta la vida de un grupo de personas hasta que llegamos al día del asesinato y en el 2015 nos relata la vida que llevan aquellos mismos personajes.
Es una historia muy dura, en aquella época, el bullying no existía, solo eran bromas o simples peleas entre niños, el dar una bofetada en la calle a la mujer de uno no estaba mal visto, "algo habrá hecho" y los castigos de los profesores aunque fueran a reglazos eran justos, nadie se alarmaba por esas cosas. Eso pasaba en los años setenta y en esta novela, en el año 2015 la historia vuelve a repetirse.
Es una novela cargada de sentimientos, el cariño entre amigos del colegio, las rencillas, amor y odio.
El final del libro es tal cual como la vida misma, duro y a la vez esperanzador.
Sin duda, el mejor libro de Toni Hill

Impresionante!! Es un escritor que me gusta, pero este libro lo iba dejando, ya que no me atraía el libro ... hasta que lo he leído en una lectura conjunta. Ojalá lo hubiera leído antes.
Es un libro duro, que trata un tema de plena actualidad aunque ha existido siempre, el acoso escolar (bullying). Este acoso ha ido cambiando con las épocas. Esto nos lo muestra el autor en dos tramas temporales, pero compartiendo parte de los protagonistas.
Por una parte, nos encontramos en los años 70, en una ciudad dormitorio de Barcelona habitada por las familias emigrantes procedentes de Extremadura, Galicia, Andalucía... y que en aquellos años era una zona marginal. Vamos conociendo a los protagonistas y sus familias. Víctor, cuyo padre era un líder obrero y su madre había cursado estudios, que vivía bien y era respetado por sus compañeros. Juanpe (el Moco), con un padre maltratador y una madre enferma y alcohólica, acostumbrado a recibir palizas en casa y víctima ideal de los acosadores en el instituto. Joaquín (el Cromagnon), un fracasado escolar, repetidor dos veces, que disfrutaba maltratando brutalmente a sus compañeros, sobre todo a Juanpe.
En la trama alterna, en la actualidad, tenemos a Víctor, triunfador, yerno de un empresario gallego y responsable de la reconstrucción de un hotel en Barcelona. Por casualidad, se re-encuentra con Juanpe, que ha estado en la cárcel y malvive haciendo recados para un mafioso; y, al volver a visitar el barrio en el que creció, conoce a Miriam, la hermana pequeña de Joaquín.
Volvemos a ver el acoso escolar, pero en la actualidad mediante las redes sociales, en lugar de agresiones físicas; siendo la víctima Alena, una compañera de clase de Iago, el hijo de Miriam.
Me he encontrado con unos personajes muy potentes, muy desarrollados, muy coherentes con su evolución durante estos casi 40 años. Una trama adictiva, que en ocasiones me daba ganas de saltarme capítulos para continuar alguna situación.
Como comentario adicional, decir que me críe en Barcelona, en esa misma época, aunque en un barrio de clase media. Recuerdo perfectamente las referencias a situaciones de la época (el paso de televisión en blanco y negro al color, las series, las colecciones de cromos...) y también que ese era un barrio marginal y peligroso, sobre todo en la época en que empezó el consumo de drogas.

A través de los actos y pensamientos de los protagonistas, conocemos lo que esconde la muerte de un chaval de 14 años a finales de los 70 en un barrio obrero de Barcelona. Los flashbacks desde el presente hasta los años de la niñez de nuestros protagonistas son los que nos ponen en contexto, pero las investigaciones desde el presente nos cuentan lo que pasó aquella noche de diciembre.

Creo que en la historia ha fallado el planteamiento porque prácticamente desde el principio sabes quienes son los culpables de la muerte, los motivos que les llevaron a ello y cómo fue. al final lo que me tenía enganchada al libro eran las historias secundarias como la de Alena.

Al principio parece que pasan muchas cosas casi sin descanso para que las asimiles, sin embargo, este ritmo es insostenible durante más de 400 páginas y como es lógico se rebaja y acaba por hacerse un poco pesado. A pesar de esto, al intercalar distintas historias, no resulta tan lento como podría resultar si se centrara en una sola historia.

La verdad es que aunque me ha gustado, no he terminado de encontrarle ese punto que lo haga genial. No es un libro que tengáis que poner el siguiente en vuestra lista de lecturas pendientes, pero si tenéis que apuntarlo.
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La brecha generacional nunca ha parecido mas ancha e insondable. El acoso escolar no tiene su origen en las escuelas, allí solo se da el punto culminante. Las verdades a medias se convierten en verdades rotundas, cuando cada cual las llena con su memoria. La amistad y la solidaridad pocas veces van de la mano, y cuando lo hacen no siempre tienen finales felices.
La violenta conclusión de estas y muchas otras verdades cliché impregnan cada pagina de esta historia marginal, magníficamente estructurada para mantener la unión de las resquebrajadas piezas de esos tigres de cristal que no resisten la presión del paso del tiempo ni del frenético ritmo del cambio impuesto por una España que abandonaba el Franquismo con las manos cargadas de esperanzas , manos que tuvieron que vaciarse de las mismas para reconstruir un algo muy parecido, solo que más moderno.
Un crimen ... la muerte de un adolescente, muchos crímenes, la muerte de las esperanzas de muchos adolescentes y la solidaridad, cuando solo nace de la tragedia.
Tragedia que cada cual vive a su manera, peto que al final terminan convergiendo en nuevas tragedias, no se aprende de los errores, ni propios ni ajenos .
Dos épocas, tres generaciones signadas por una historia común... unidas por los fuertes lazos de la violencia, la tragedia, la culpa, la redención y la esperanza ... esperanza que persiste a pesar de todo.

Es un libro que no solo engancha por la historia que cuenta sino porque también nos lleva a hacer una reflexión sobre distintas problemáticas que, aunque se nos presentan a través de un contexto social y temporal anclado en los años 70, hoy día siguen siendo actuales. Así, por ejemplo temas como la desigualdad social, la marginación, el abuso escolar, el maltrato a la mujer, las enfermedades mentales y la inmigración son solo algunos de los que están presentes a lo largo de todo el libro.
La novela se desarrolla en la ciudad satélite de Barcelona, un barrio en las afueras de la ciudad donde residen familias q emigradas de todas las zonas del país en busca de mejores oportunidades. Es la historia de dos niños que compartieron una infancia hasta que un hecho clave que marcará sus vidas les separa. A partir de aquí las vidas de los dos niños transcurren por caminos muy diferentes , convirtiéndose en dos adultos que ya nada parecen tener en común. Por una parte Victor se ha convertido en un hombre de éxito que lleva una vida bastante cómoda, mientras que su amigo Juanpe se ha convertido en un alcohólico que lleva una existencia oscura.
Casi cuatro décadas después el destino vuelve a reunir a los dos amigos de manera fortuita, pero ahora es el sentimiento de culpa por parte de Víctor y la necesidad de amistad por parte de Juanpe lo que les mantendrá vinculados y les llevará a descubrir la verdad sobre ese terrible hecho que ocurrió en su infancia y que les cambió la vida.
Esta ha sido la primera novela que he leído de este autor pero no va a ser la última puesto que he disfrutado muchísimo con su lectura. Totalmente recomendable.

Pasar la infancia en Ciudad Satélite, un barrio del extrarradio de Barcelona en los años 70, no debió ser fácil para Juanpe y Víctor. Edificios en obras abandonados, grupos de adolescentes que empiezan a descubrir las drogas, pero también libertad, la libertad de unos niños que intentaban no molestar a los adultos y adultos que no se molestaban en entrar en su vida porque son cosas de niños. Una amistad que surgió por casualidad pero que pronto se convirtió en algo más, en momentos compartidos, en juegos, alegría y descubrimientos pero también de compartir miedos, angustias y confidencias. Todo hasta el fatídico 15 de diciembre de 1978 en el que una tragedia los separa para recorrer caminos muy diversos. Casi cuarenta años después, vuelven a encontrarse por casualidad, con Víctor convertido en un triunfador y Juanpe, con un pasado muy turbio y un futuro incierto. Este encuentro despertará fantasmas del pasado que reavivará los recuerdos y les llevará a querer descubrir qué pasó realmente ese día. al mismo tiempo, conoceremos cómo es la vida hoy día en los pisos verdes de Ciudad Satélite que, poco a poco, se entrelazará con el pasado.

El libro está narrado a través de capítulos cortos centrados en los diferentes personajes que se alternan con la narración de un tercer personaje omnipresente que parece conocer de primera mano qué sucedió en los años 70. Poco a poco las historias entre los personajes se irán entrelazando hasta conseguir que el pasado cobre verdadera importancia en el presente. Aunque los protagonistas sean Juanpe y Víctor, no carece de importancia todo lo que sucede a su alrededor, entre los que yo destacaría la historia de Alena e Iago, que representa cómo es la vida de los chavales del barrio en la actualidad.

Con un lenguaje sencillo y fácil de leer, el autor ahonda en el tema del acoso escolar, tanto físico como psicológico. Muchas veces oculto de las miradas pero otras veces muy visible para cualquier adulto que se fije en lo que ocurre en su clase o su casa. Resulta desgarrador descubrir cómo el maltratador va poco a poco socavando al maltratado hasta acabar destrozando mentalmente a su rival aunque las técnicas han ido cambiando con el paso de los años.

Con un final impactante, este thriller psicológico te va atrapando poco a poco hasta engancharte en historia en la que se mezclan pasado, amistad, recuerdos y ganas de saber qué pasó. Nos recuerda cómo el pasado influye en el presente y que las historias no siempre son como parecen y deberíamos recordar los errores pasados para no cometerlos en el futuro.
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Una historia bien contada cuyo argumento gira sobre el crimen de un adolescente que involucra a dos amigos que a partir del suceso dejan de verse para encontrarse cuarenta años después; momento en que el autor traza un paralelismo que nos va mostrando, poco a poco, que la historia podría repetirse. Un desenlace flojo o algo forzado, casi Holyvudesco, que no invalida el resto de la historia y, un final sobre el que el autor nos va dejando dejado algunas pistas, que nos negamos a seguir. El tema de fondo es la violencia; llámese contra la mujer, comunitaria, escolar, social. Todo eso en medio de la difícil vida en los suburbios de Barcelona, donde llegaban ayer, los inmigrantes internos, gente procedente de otras regiones de España y, hoy, los de allende los mares, aunque el autor no profundice sobre esto último. Una narración adictiva, con líneas narrativas distintas que van convergiendo y con un estilo desprovisto de sentimentalismos. Un narrador que inquieta desde el comienzo porque parece conocer el pasado –de forma limitada, ciertamente- y a la vez observa el presente, para al final hacerse parte de la historia. Lástima que el autor no desarrolle la relación de subordinación en Yagüe y su suegro que aparece allí molestando… de Yagüe me llama la atención su disposición a vivir al filo, entre una vida ordenada y la aventura que busca extraconyugalmente. Muy recomendable

Barcelona. 2015. Victor Yagüe, un empresario inmobiliario asentado en La Coruña, que está a punto de inagurar un nuevo hotel en Barcelona, jamás podía imaginar que en una entrevista de trabajo su pasado volvería de repente para poner patas arriba su apacible vida. Allí se encontrará con Juanpe, un antiguo compañero de clase al que le perdió la pista hace más de treinta años. Y aunque desde entonces ambos han corrido diferente suerte, un trágico suceso del pasado unirá irremediablemente sus vidas para siempre: una noche de diciembre de 1978, cuando tan solo contaban con doce años, mataron a un compañero de clases, Joaquín Vázquez, el Cromañón.

Ciudad Satélite, un enclave urbanístico cercano a Cornellá de Llobregat, y que sirvió a partir de los años setenta para el asentamiento de miles de familias de clase trabajadora que buscaban un futuro mejor para los suyos, será el escenario elegido por el autor para ambientar una novela que se desdobla en dos hilos temporales: el primero, narrado en primera persona por alguien en principio desconocido para nosotros, transcurre en los años setenta y nos llevará a conocer lo ocurrido entre esos niños y por qué se separaron a raíz de la muerte de “El cromañón”, un compañero de clase que tenía atemorizado a Juanpe, y al que animado por Víctor, decidieron dar un escarmiento que acabó yéndose de las manos. El segundo nos traslada hasta 2015 y correrá a cargo de un narrador omnisciente. Más de treinta años después volveremos a Ciudad Satélite para conocer a Alena, una adolescente polaca recién instalada en el barrio. Muchas cosas han cambiado a peor en ese barrio: sobre todo en las aulas, en las que ciertos alumnos parecen seguir empeñados en hacer de la vida de otros compañeros un auténtico infierno por mero capricho. El uso de las nuevas tecnologías se los va a poner en bandeja.

Tigres de cristal es una historia durísima y a la vez tan interesante que mantiene al lector rendido ante sus páginas desde su inicio. La forma de infligir dolor entre los menores ha mutado a lo largo de los años, y las redes sociales se han convertido en el caldo de cultivo perfecto para atormentar a otros sin rastro de huellas físicas, pero que deja otras tan o más demoledoras que las anteriores. En torno al acoso escolar que es la columna vertebral de la novela, se vertebran una serie de subtramas tan o más interesantes que esta: familias rotas, maldad, apaños...

El sufrimiento de los menores ante este tipo de situaciones, la culpa, el perdón y la venganza se darán la mano en una novela en la que destaca no solo por la magnífica ambientación que logra sino por la veracidad de que reviste a sus personajes. Personajes con vidas complejas, llenas de secretos y aristas, con sus propios demonios y que en algún momento tendrán que ajustar cuentas con su pasado. Víctor Yagüe y Juan Pedro Zamora en el pasado son la cara y la cruz de una moneda con la que el autor refleja lo incierto del destino de cada persona aun teniendo un pasado común. Alena y su familia, en el presente, serán testigos de cómo se repite la historia.

Tigres de cristal es una magnífica historia. Una novela, desde mi punto de vista, redonda donde acoso, culpa, expiación y mucho más se suceden a lo largo de una lectura llena de intriga que atrapa desde las primeras páginas y ante la que el lector cae rendido. Todo ello en el seno de un barrio que se convierte en un fresco de una época y unas familias. Se podía haber contado de muchas formas, Toni Hill lo ha bordado.
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Lo siento, pero no. El prólogo es muy bueno y me gustó mucho, pensé que me iba a encantar. Pero luego es lenta, el autor a cualquier cosa le saca una metáfora divagando todo el rato con frases más o menos "bonitas" pero que no aportan nada. Un estilo relamido que no me ha gustado y que se me ha hecho bola.

Historia contada entre el pasado y el presente de unos personajes que viven su infancia en un barrio obrero de la periferia de Barcelona. Un hecho ocurrido en el pasado marca las vidas de los personajes y sus consecuencias se extienden hasta el presente.Interesante como se expone el contraste entre el "bullyng" en los 70-80 y el que se da en nuestros días. ¿Hemos evolucionado como sociedad o solo ha cambiado lo que nos rodea?