Las cosas que perdimos en el fuego

Última lectura del 2021 y primera reseña del 2022. Una colección de 12 relatos de terror cotidiano, y si algunos me han gustado más que otros ha sido por cuestión de gusto, porque los 12 relatos son de una calidad literaria brutal, tanto en las historias en sí como en la manera de narrarlas.

En estos relatos Mariana nos presenta historias de lo más cotidianas, situaciones que podrían sucederle a cualquiera, pero que acaban envueltas en una atmósfera de terror, bien con algún pequeño toque paranormal o con un terror mas real y cercano.
De todos los relatos los que más me han gustado son: “El chico sucio”, “La casa de Adela”, “El vecino del patio”, “Fin de curso” y “Las cosas que perdimos en el fuego”. Aunque todos los relatos son brutales, destaco estos por encima del resto, porque tanto la historia como la atmósfera me envolvieron de principio a fin y no pude parar de leer hasta terminarlos.

Y por encima de los relatos, lo que más me ha gustado, y debo destacar es la prosa de Mariana. Su capacidad para construir estas historias y darles forma es increíble. Nunca había leído nada parecido hasta ahora. Esa manera de transmitir las emociones a quien está leyendo es única. Hubo relatos que me dieron muy mal rollo, como “Bajo el agua negra”, donde la autora consiguió transmitirme las mismas emociones que siente la protagonista, con unas descripciones concisas y muy bien introducidas en la trama.

Todos los relatos me han gustado, en mayor o menor medida. Llevaba tiempo queriendo leer a Mariana Enríquez y la verdad que he quedado encantado con este primer acercamiento. Estoy deseando seguir leyendo más libros de ella, descubrir más historias, dejarme envolver por las atmósferas que crea y disfrutar de su prosa única, que ha revolucionado la literatura de terror y que me ha cautivado por completo.

Mi primera incursión en el universo Mariana Enríquez ha salido de maravilla, diré también que habría sido un disgusto enorme que no fuera así por las expectativas tan grandes de que me gustará que llevaba. Llevo años siguiendo a la autora, acudiendo a encuentros, escuchando entrevistas, leyendo reseñas… pero eso sí, sin leerla. ¿Por qué? Bueno, pues porque me repito una y otra vez a mí misma que no me gusta el terror.
 
Sin embargo, en los últimos tiempos me he dado cuenta que lo que no me gusta son los sustos, y que el terror cada vez me llama más la atención (con cuentagotas, también lo digo). Siento que de un tiempo a esta parte lo que me da más miedo sucede día a día a nuestro alrededor, y que si ya vivimos así, ¿por qué seguir alejándome de textos oscuros y perdiéndome las delicias que proponen?
 
Así, tras devorar estos relatos, puedo decir que además del terror psicológico, me gusta y mucho el terror que parte de lo cotidiano. Las doce historias recogidas en esta recopilación tienen en común sus protagonistas femeninas (en la mayoría de los casos) y la inquietud y malestar que generan al leerlos. Algunos tienen elementos sobrenaturales y otros no, pero la combinación de ambos tipos de textos, crea como un juego en el que ya nada te parece raro, incluso siento que se digiere pensar que el horror surge de lo paranormal y no de lo que vive en la puerta de al lado.
 
Son historias que remueven, algunas me hicieron arrepentirme de estarlas leyendo sola en casa, pero, sobre todo, de no poder comentarlas nadie conforme las iba terminando. Son perfectas para iniciar una conversación, un debate, una reflexión sobre los problemas actuales.
 
Desde perspectivas originas (con algún guiño al terror clásico), Mariana presenta historias que hablan de soledad, incomprensión, de lo marginal, lo grotesco, de folklore, de salud mental, de asesinatos, de machismo, de violencia… muy asentadas en Argentina, que vemos en las localizaciones, en el hablar y pensar de sus personajes, en su contexto político y también social, pero las problemáticas que aborda son fácilmente extrapolables a cualquier lugar.
 
Al no tener bagaje ninguno en la lectura de historias de este tipo, tengo que decir que me han gustado mucho los doce cuentos, los he sentido muy originales e impactantes. Evidentemente tengo mis favoritos (‘Las cosas que perdimos en el fuego', ‘La casa de Adela', ‘El patio del vecino', ‘Bajo el agua negra') pero no me ha sobrado ninguno. Me gusta cómo no hay dobleces en el estilo de la autora, va directa, no hay intención de confundir al lector, solo implicarle desde la primera línea en cada una de las historias. He deseado que algunas de ellas hubieran sido más largas, novelas incluso. Destacar también que hay finales abiertos o ambiguos, no siempre se responde a todas las preguntas, personalmente es algo que me gusta porque creo que hay una intención clara detrás de esa elección por parte de la autora pero lo comento porque se que no es algo que guste a todo el mundo.

A Mariana Enríquez le fascina lo turbio y a mí me fascina ella.
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Unas de mis lecturas para la “spooky season” ha sido Las cosas que perdimos en el fuego y es que Mariana Enríquez no falla cuando se trata de crear un ambiente siniestro y espeluznante. Aunque sus libros se catalogan dentro del género de terror, sus historias no dan miedo. La autora juega mucho con elementos paranormales, pero lo que verdaderamente asusta es la vida misma convirtiéndose en tu propia pesadilla.

Las cosas que perdimos en el fuego es un libro de relatos en el que todos dan ese mal rollo que nos hace sentir inquietos e incómodos. Su esencia está en los temas de índole social que la autora expone para crear sus cuentos. Entre ellos, nos vemos atrapados en un entorno de extrema pobreza, madres desamparadas y niños desnutridos vagando por barrios de extrarradio en los que predominan las adicciones y la violencia. Igualmente, la autora nos guía hasta personajes con enfermedades mentales como trastornos y depresión, personajes que sufren las consecuencias de la violencia de género, la corrupción política y el abuso de poder de las fuerzas de seguridad, el desempleo, etc. Todo esto lo entremezcla con un mundo de espíritus, desapariciones, casas abandonadas, sectas, locura…y al final el resultado es un combo perfecto para mantenerte en vilo durante su lectura.

Mis favoritos han sido Las cosas que perdimos en el fuego, El patio del vecino y El chico sucio. Además, me he dado cuenta de la conexión de la casa de Adela con su otra novela, Nuestra parte de noche y me ha hecho recordar lo mucho que la disfruté. En definitiva, si queréis iniciaros con la autora creo que este libro es ideal para familiarizaros con su estilo y tipo de historias.

Siendo sincero, estuve mucho tiempo pensando que no iba a leer nunca a Mariana Enríquez porque no me atraía en exceso su tipo de literatura. El bombardeo en redes (otra vez) con la salida de su nuevo libro y que estuviese en la biblio digital uno de sus libros más alabados hicieron que me decidiera por fin a acercarme a, en este caso, los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego.

La expectativas eran a la vez altas por lo que decía de las reseñas, pero con los pies en el suelo por si no era mi "rollo". Pues bien, se ha quedado un poco ahí, a medias para mí. Por si todavía alguien no sabe de qué va, son en su mayoría historias oscuras, ambientes extraños, situaciones que en momentos no sabes por dónde van a salir.

A grandes rasgos me ha gustado, algún relato incluso me ha encantado, pero también es verdad que hay varios que no me han dicho mucho y hasta uno con el que no he conectado en absoluto y se me ha hecho largo incluso.

Si te llama el libro o la autora, pies de plomo porque ya digo que no es mi tipo de lectura y ha sido alabada por cientos de lectores, críticos y demás, pero esta es mi opinión: me ha faltado algo, me esperaba más viendo el revuelo que se monta siempre en torno a los libros de la autora, a la que realmente no sé si volveré a leer.

"Las cosas que perdimos en el fuego" es la segunda colección de cuentos de la escritora argentina Mariana Enríquez (la primera es "Los peligros de fumar en la cama", que reseñé hace unos meses).
Esta obra está formada por doce relatos enmarcados en el género del terror, en los que la autora explora temáticas sociales como la depresión, la pobreza, los desórdenes alimenticios, la desigualdad y la violencia de género.

Leer a Mariana siempre es un placer, da igual en que género y formato, su narrativa es adictiva e impactante.
Es mi tercer libro de la autora y siempre me deja con ganas de más.

Adquirí este libro durante la cuarentena por Covid ya que la editorial tuvo la gentileza de regalarlo durante la misma. Sin duda todo un descubrimiento de autora ya que su libro de relatos es original, hipnótico, mezclando belleza y horror, terror y mágica de forma magistral. Escrito en perfecto *argentino* sus expresiones y retórica me embelesaron y es que como española me resultó muy enriquecedor. En resumen un libro de relatos para pasar un buen rato sin más.

En general los relatos me han gustado, pero como pasa siempre con las antologías algunos te gustan más que otros. Señalar lo bien que escribe y el uso de localismos argentinos que hacen la inmersión completa. Nota media de la antología: 3,63 estrellas
Nota por relato:
El chico sucio: 4,5 estrellas
La Hostería: 3,5 estrellas
Los años intoxicados: 4 estrellas
La casa de Adela: 4 estrellas
Pablito clavó un clavito: una evocación de Petiso Orejudo: 3,5 estrellas
Tela de araña: 3 estrellas
Fin de curso: 3 estrellas
Nada de carne sobre nosotras: 3 estrellas
El patio del vecino: 3,5 estrellas
Bajo el agua negra: 4,5 estrellas
Verde rojo anaranjado: 3,5 estrellas
Las cosas que perdimos en el fuego: 3,5 estrellas

12 relatos ,12 historias cortas, 12 cuentos de terror. No leo terror pero me habían hablado tan bien de este libro que quise probar. No sé si esto es terror porque no tengo con qué comparar. A mi no me ha dado miedo leerlo, pero si que me ha angustiado su lectura.
Ha sido una lectura inquietante
Hay variedad de personajes, de espacios, de temas y de situaciones. Aparece consumo de alcohol y drogas, marginalidad de los personajes, guerra de géneros, temas sobrenaturales,
trastornos mentales...
Y a pesar de la variedad todos tienen en común que las protagonistas son mujeres, que el entorno en el que suceden los hechos es precario y lleno de miseria y que el final no es tal sino que deja a nuestra imaginación lo que puede ocurrir.
Unos me han gustado más que otros pero todos me han causado intranquilidad y agobio. Aún así o quizá por esto me ha gustado mucho y me ha parecido fenomenal leer sobre temas que no entran en mi zona de confort.

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⭐4⭐

Muy interesante. Son varias historias de terror. Pero no un terror como el que conocemos en la ficción. Es terror real.
La locura, la pobreza, la desilusión, la depresión hacen que en casos extremos nos lleve a la deshumanización.
Algunas historias realmente te dejan fatal mentalmente, pero me ha encantado, crea mucha incomodidad.

Las cosas que perdimos en el fuego es un libro de relatos cortos que nos adentran en un mundo que busca el terror pero que se acerca más al desorden mental de los personajes. Con una narración coloquial y a viva voz, la autora, Mariana Enríquez nos ofrece diferentes historias que aunque muchas rocen a provocarte mareos por los sucesos, no es que esté presente en ellas el mismísimo satanás sino que los personajes tienden a no reflejar la realidad y estar viviendo en un mundo paralelo.

Como siempre me pasa, los libros de relatos no son para mí, y lo digo siendo consciente que no todos los relatos están a la misma altura pero en este me esperaba sentir escalofríos y aunque leer como una persona se arranca las uñas y hasta las pestañas o asesinatos a sangre fría no sea lo más agradable del mundo, no clasificaría a la autora en el terror sino en misterio fantasioso y, en muchas ocasiones, en personajes que rozan la esquizofrenia.

No puedo decir que no me haya gustado la manera de escribir de Mariana, de hecho, quería leer una novela suya antes de los relatos porque sabía que la novela me iba a atrapar muchísimo más. Su forma de escribir, que asemeja ser simple, me parece como si alguien estuviese narrándome la historia en la oreja mientras yo acaricio sus páginas, tiene la sensibilidad de llegar con un lenguaje coloquial y nada rebuscado, lo que me ha parecido lo más maravilloso del libro, quitando la ambientación. Quizás, necesitaría un hilo conductor entre las historias o un mensaje común, pero no lo he encontrado, así que sólo me queda decir que probaré con una novela suya para poder conectarme con la autora.
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