Las cosas que perdimos en el fuego

Siendo sincero, estuve mucho tiempo pensando que no iba a leer nunca a Mariana Enríquez porque no me atraía en exceso su tipo de literatura. El bombardeo en redes (otra vez) con la salida de su nuevo libro y que estuviese en la biblio digital uno de sus libros más alabados hicieron que me decidiera por fin a acercarme a, en este caso, los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego.

La expectativas eran a la vez altas por lo que decía de las reseñas, pero con los pies en el suelo por si no era mi "rollo". Pues bien, se ha quedado un poco ahí, a medias para mí. Por si todavía alguien no sabe de qué va, son en su mayoría historias oscuras, ambientes extraños, situaciones que en momentos no sabes por dónde van a salir.

A grandes rasgos me ha gustado, algún relato incluso me ha encantado, pero también es verdad que hay varios que no me han dicho mucho y hasta uno con el que no he conectado en absoluto y se me ha hecho largo incluso.

Si te llama el libro o la autora, pies de plomo porque ya digo que no es mi tipo de lectura y ha sido alabada por cientos de lectores, críticos y demás, pero esta es mi opinión: me ha faltado algo, me esperaba más viendo el revuelo que se monta siempre en torno a los libros de la autora, a la que realmente no sé si volveré a leer.

Sentimientos encontrados con esta recopilación de relatos. Los que me han gustado lo han hecho mucho pero es que los que no... me entraban ganas de abandonar la lectura.

Los relatos que me han gustado:
El chico sucio.
Los años intoxicados
La casa de Adela
Pablito clavó un clavito: una evocación de petiso orejudo.
Fin de curso.

Mi primer contacto con Mariana Enríquez como prueba de fuego para ver si me lanzaba al “tocho” de “Nuestra parte de noche” y la verdad que me dejó con ganas de más.
Suelo evitar los libros de relatos porque me supone un esfuerzo tener que “engancharme” a cada historia, pero en este caso tengo que reconocer que me sumergí desde el principio y hasta que no lo acabé no paré.
Lo recomiendo para los profanos, como yo, en el género del terror, varios de los relatos dejan un poso que da qué pensar y genera cierta incomodidad y ¿miedo? Posiblemente.
Sin lugar a dudas es un libro que no deja indiferente, solo hay que atreverse y salir de nuestra zona de confort.

Me ha gustado la Argentina arrabalera y suburbana que describe Mariana Enríquez en sus relatos. Historias de terror y tristeza llenas de mujeres valientes. "Las cosas que perdimos en el fuego" es muy recomendable, incluso para los que no solemos leer relatos

6/10

Ha estado bien.

Los relatos me han entretenido y, la verdad es que se beben solos. La autora escribe muy bien y consigue mantenerte enganchada.

Eso sí, no me han gustado esos finales abiertos y me han faltado explicaciones.

De todas formas, perfecto para pasar el rato.

Mariana es una narradora extraordinaria en pocas líneas te sumerge en una historia. Me quede con ganas de un mayor desarrollo de estos relatos, creo que cada uno de ellos podría dar para una novela.

- Chico Sucio ***
- La Hostería ***
- Los años intoxicados ***
- La casa de Adela ****
- Pablito clavó un clavito. Una evocación del Petiso Orejudo. *****
- Tele de Araña ****
- Fin de Curso ***
- Nada de carne sobre nosotras ****
- El patio del vecino ****
- Bajo el agua negra. ****
- Verde rojo anaranjado ****
- Las cosas que perdimos en el fuego ***

No termino de pillarle el punto a Mariana Enríquez. Creo que lo que me ocurre es que no me gustan los libros de relatos. En esta ocasión, excepto "La casa de Adela", ninguno me ha parecido que haya terminado de una forma redonda. Te mantiene con la intriga, enganchada pero en el final... Se desinfla completamente. En 2024 probaré con su novela.

Hacía mucho que no me gustaba tanto un libro como lo ha hecho Las cosas que perdimos en el fuego y es que no puedo parar de hablar de él.

Cada una de las historias de esta colección está construida alrededor de una atmósfera tan perturbadora como real, y, con una prosa absorbente y fría, Mariana Enríquez crea diferentes voces (casi siempre mujeres) que observan y relatan escenas e imágenes que se te quedan clavadas en la memoria.
En todas ellas, lo cotidiano y lo político se convierten en algo oscuro, violento y terrorífico, y para ello la autora explora temas como las relaciones personales, el patriarcado, la historia nacional o la realidad de las clases más bajas, que, junto con ciertos tintes sobrenaturales, hacen de esta lectura una experiencia tanto cruda como reveladora.

Pero quizá lo más terrorífico de estos relatos no sea tanto lo sobrenatural –a lo que estamos más acostumbrados en historias de terror–, si no que ocurran en lugares tan cercanos y con personajes tan reconocibles, que nos hagan replantearnos nuestra propia realidad. Uno de los que a mí me impresionó más fue el que da título a la colección, Las cosas que perdimos en el fuego, en el que hacia el final una de las mujeres de la historia le explica a otra por qué han decidido empezar a quemarse en las hogueras: “Pero que estos hijos de puta digan que las quemas son de los árabes, de los indios… Las quemas las hacen los hombres, chiquita. Siempre nos quemaron. Ahora nos quemamos nosotras. Pero no nos vamos a morir: vamos a mostrar nuestras cicatrices.”

En definitiva, no ha habido ni un solo relato de la colección que no me gustara, todos me parecieron brutales, en ambos sentidos de la palabra, y es una lectura que no me voy a cansar de recomendar, pero para la que se necesita estómago, por lo desagradable y lo explícito de ciertas descripciones.

Me ha parecido un libro muy interesante, la mezcla de diferentes realidades sociales, salud mental, creencias, misterio y terror, con algunos finales suficientemente abiertos para que el lector saque sus propias conclusiones creo que funciona a la perfección

En mi anterior aventura con esta señora — Los peligros de fumar en la cama — comentaba que algo había en sus relatos que me inclinaba a no descartarla del todo. Bien, pues tras esta nueva oportunidad doy por terminados mis encuentros con Mariana Enríquez: definitivamente, no me convence.

He encontrado los mismos defectos y los mismos aciertos que en el anterior y nuevamente los segundos no compensan ni de lejos a los primeros. Mariana Enríquez trata sus cuentos como denuncias de situaciones de todo tipo, la precariedad de la vida de los sintecho, las desigualdades económicas, la drogadicción o el fanatismo religioso o la superstición como salida inútil de la marginalidad de cualquier tipo, la represión, los asesinatos, las torturas, las desapariciones de la dictadura, los problemas mentales, la violencia machista, etc. etc, realidades todas francamente censurables. Todo esto está muy bien, hasta el tono misterioso o fantástico o sobrenatural le da un no sé qué que atrae, pero está todo tan mal acabado que al final todo el relato se desmorona dejándome indiferente.