Crimen y castigo

¿No habrá sido un futuro Napoleón el que la semana pasada mató a nuestra Aliona Ivánovna?

La primereros (los obedientes) conservan el mundo y lo multiplican matemáticamente, los segundos (los superiores) lo mueven y lo conducen a su fin.

Casi nunca la masa les reconoce este derecho, sino que los castiga o los manda a ahorcar; y así, con absoluta justicia, cumple su destino conservador, lo cual no es óbice para que, en las generaciones siguientes, esa misma masa erija a los castigados sobre pedestales y se incline ante ellos

Divide ustes a los hombres en "ordinarios" y "extraordinarios". Los hombres vulgares deben vivir en la obediencia y no tienen derecho a infringir las leyes, por el hecho mismo de ser vulgares. Pero los extraordinarios tienen derecho a cometer toda suerte de crímenes y a infringir de todas las maneras las leyes...

El crimen es una protesta contra la anormalidad del régimen social

¡Oh, y qué caracteres tan ruines! ¡Aman como si odiasen! ... ¡Oh, y cómo uo ... los odio a todos ellos!

A veces, por lo demás, no es nada hipocondríaco, sino sencillamente frío y de una sensibilidad que raya en antihumana; así, ni más ni menos, como si alternasen en él dos caracteres encontrados que por turno se manifestasen. A veces, es terriblemente taciturno. Para nada tiene tiempo, todo el mundo le estorba, y él se está tendido, sin hacer cosa alguna.

Sonia se detuvo en el rellano, junto a la misma puerta, pero no traspasó el umbral, y desde allí miraba como una demente, sin darse cuenta, al parecer, de nada, olvidada incluso de su traje de colorines, comprado de cuarta mano, de seda, indecorosa en tal lugar, y con una cola ridícula, y de la enorme crinolina, que cogía todo el hueco de la puerta, y de sus botines de color, de su sombrillita, innecesaria de noche, pero que llevaba consigo, y de su grotesco sombrerillo de paua, con una brillante pluma del color de fuego.

¡Qué raro es usted! De fijo que aún sigue enfermo. Hizo usted mal en salir.

¡La cosa es vivir, vivir, vivir! ¡Vivir, sea como fuere, pero vivir! ... ¡Qué verdad tan grande! ¡Señor, qué verdad! ¡El hombre es cobarde!... Y cobarde quien por eso le llama cobarde