He tenido que dejar reposar esta novela porque me quedó tocada a pesar de ser una novela circular, que empieza y termina en el mismo sitio y con la misma situación, la madre de la escritora se suicida con 61 años y es la propia escritora la que la encuentra. A partir de aquí vemos desfilar ante nuestros ojos a toda la familia de la escritora, comenzando por los abuelos, continuando por los tíos y en particular con la madre, una madre a la que poco a poco vemos en la vida que ha tenido, los problemas y disgustos, las pocas soluciones, y las decisiones en momentos de cambios drásticos.
Todo empieza con la increíble pluma de Delphine de Vigan, y digo increíble porque hace fácil lo sumamente difícil, hablar de la familia de una misma, de tus miedos, de los prejuicios de familiares y ajenos, de los sentimientos de culpa y lo hace todo. con una sencillez devastadora, al igual que la historia.
La escritora se pregunta qué es lo que quiere descubrir investigando el pasado de su madre y para ello pregunta a su vez a sus tíos qué recuerdos tienen, encuentra grabaciones del abuelo también y sus propios recuerdos mezclados con los de su hermana. Junta todo esto y salen infinitas historias, la mayoría hacen daño, mucho, a ella y también al resto. Sin embargo, no deja de escribir y llegar hasta el final, es como que tiene que conocerla a fondo para entender su decisión, que aún a sabiendas de que es un suicidio no deja de dolerle.
La novela consta de tres partes, en la primera hay dos narradores diferenciados, uno es un narrador en tercera persona que va contando lo que ocurre con sus abuelos y tíos, principalmente, cómo se conocieron los abuelos, las relaciones entre hermanos, la vida que llevaban de trabajo, costumbres, etc. (aquí a veces, me recordaba a la novela de
A corazón abierto, de
Elvira Lindo, donde también hay dramas y sobre todo muchos hermanos). El drama aparece poco a poco, pero va tomando un tamaño descomunal, sobre todo como veremos en la segunda parte. Intercalados con estos capítulos vemos a la propia escritora que avanza sobre la investigación, habla de lo que le produce el escribir sobre su madre muerta (comiendo con una amiga, en pleno bloqueo de escritura, mientras terminaba estas transcripciones, me oí comentarle: mi madre ha muerto, pero estoy trabajando con un material vivo...) Y también: ¿Qué buscaba en el fondo, si no era acercarme al dolor de mi madre, explorar sus contornos, sus pliegues secretos, la sombra que arrastraba?
En la segunda parte ya es todo en primera persona, aunque mantiene sus pensamientos acerca de su madre y de lo que le ocurre a ella y por otro lado, la historia en sí, donde ella ya ha nacido. Aquí cuenta cómo se conocieron sus padres, y todo el drama que vemos ir surgiendo poco a poco.
Y la tercera parte vuelve a estar escrita en tercera persona, a modo de narrador testigo de lo que le ocurre a Lucile, la madre. También ella escribía y en determinados momentos se mezclan textos de las dos que ayudan al entendimiento global de la obra.
Es un libro que no se puede dejar de leer, donde la prosa es magnífica y tiene tal claridad de ideas que hacen que aun sabiendo que vas a sufrir (hay alguna página al principio donde ves todo lo que les espera a la familia y no es poco) sigues leyendo porque piensas que la vida es demasiado bella para dejar de vivirla, pero entiendes que algo ha tenido que haber para que Lucile se suicide.
Y para terminar me quedo con una frase que me parece que resume todo:
«Pensé que ser adulta no inmunizaba de la pena hacia la que avanzaba, que no era más fácil que antes, cuando éramos niñas, que ya podíamos haber crecido y haber hecho nuestro camino y construido nuestra vida y nuestra propia familia, no había nada que hacer, viajábamos de ahí, de esa mujer ; su dolor no nos sería nunca extraño».
«Era un día de febrero frío y soleado, de una belleza y de una tristeza infinita, el cielo era puro».