Nada se opone a la noche

El alma en mil pedazos, el corazón en un puño y con una tristeza infinita. Así me ha dejado este libro. Una obra autobiográfica que la autora escribe en un ejercicio íntimo para comprender a su madre y su muerte.
Escrito desde la búsqueda de respuestas, con la necesidad de entender el pasado, de manera terapéutica para encontrar una explicación que le lleve a conseguir la paz interior y cerrar las heridas.

Y al buscar en el pasado nos llevará a la infancia de Lucile, su madre, y a sus abuelos y tíos. Y allí encontrará el inicio de unas vidas llenas de heridas abiertas, de secretos oscuros. La historia de una familia disfuncional llena de intimidades que ocultar, de apariencias que engañan. Llena de sufrimiento, de culpa y de miedos. Un pasado marcado por el drama y la tragedia.

A partir de los recuerdos, las fotografías y filmaciones, las cartas y diarios, los testimonios que logrará reunir, irá recomponiendo el puzzle de la vida de su madre para explorar en los traumas, la salud mental, el incesto, el desamor, la tristeza, la pérdida y el desasosiego que acompañaron la existencia de Lucile y la suya propia. Pero, ¿consiguió llegar a la verdad mediante la escritura?, ¿consiguió deshacer ese nudo que la oprimía?

Un libro tremendamente intimista, conmovedor y melancólico, que transmite una intensidad emocional que hace difícil avanzar en la lectura en muchos momentos, que duele, igual que le tuvo que doler a la autora escribirlo. Un homenaje a su madre, un análisis de las complicadas relaciones maternofiliales, un testimonio demoledor, un intento de darle un adiós a través del perdón, de la aceptación, de la comprensión.

Una historia para sufrirla, con la que empatizar y sentir. Una biografía que me ha conectado con experiencias vividas que duelen. Otro libro increíble de una autora que nunca defrauda.