Nada se opone a la noche

«¿𝘽𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙡 𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙘𝙖𝙡𝙡𝙖𝙧?»

Siempre he pensado que aprender a escuchar, aprender a mirar me permitirá descubrir cosas que mis ojos no ven.
Volver a leer a DdeV es volver a esas sacudidas emocionales que me permiten mirar y comprender.
Una obra autobiográfica e inevitablemente intimista, en la que su autora busca la piezas de su puzzle de vida.
Divide el libro en tres partes definidas con tres narradores diferentes. En ella nos cuenta su historia, la de una familia socialmente perfecta pero íntimamente destruida, poco a poco, irán aflorando los secretos más oscuros.
Su forma de tratar a los personajes es excepcional.
Pero ¿Que llevó a Delphine a escribir esta obra?
Heridas generacionales y secretos que abren abismos.

«¿𝙌𝙪𝙚́ 𝙗𝙪𝙨𝙘𝙖𝙗𝙖 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙛𝙤𝙣𝙙𝙤, 𝙨𝙞 𝙣𝙤 𝙚𝙧𝙖 𝙖𝙘𝙚𝙧𝙘𝙖𝙧𝙢𝙚 𝙖𝙡 𝙙𝙤𝙡𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙢𝙖𝙙𝙧𝙚, 𝙚𝙭𝙥𝙡𝙤𝙧𝙖𝙧 𝙨𝙪𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙤𝙧𝙣𝙤𝙨, 𝙨𝙪𝙨 𝙥𝙡𝙞𝙚𝙜𝙪𝙚𝙨 𝙨𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩𝙤𝙨, 𝙡𝙖 𝙨𝙤𝙢𝙗𝙧𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙖𝙧𝙧𝙖𝙨𝙩𝙧𝙖𝙗𝙖?»

No es un libro fácil, es un libro puro y autentico pero muy crudo. Un libro que te hace pensar, que incomoda, que duele. Aunque es un homenaje a su madre, es también una terapia que le ayuda a avanzar a través de la escritura. Cerrando heridas, valorando vínculos emocionales, es,simplemente,valorar la verdad que envolvió su historia, abrazar por última vez a través de la escritura las culpas y los miedos.
Escribir a fin de cuentas es dejar de ignorar y afrontar.

«𝙎𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙝𝙖𝙗𝙧𝙖́ 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙡𝙡𝙤𝙧𝙖𝙧»

Me cuesta elegir las palabras para poder transmitir lo que me ha hecho sentir esta lectura. Nos abrimos ante la necesidad de perdonar y perdonarnos para poder continuar con nuestra vida.
Me planteo como madre y como hija ¿Hasta que punto las acciones de una madre condicionan tu futuro?
Todos somos el producto de aquellas personas que nos precedieron, tanto de sus luces como de sus sombras, así los amamos tal y como son, o quizá no.
Luchamos por reafirmarnos en nuestro yo, buscando luz entre la sombra, pero brillando para que nuestras raíces, lo que hemos creado crezca sano y fuerte.

Resulta un placer leer esta obra cuyo tratamiento literario y su sensilidad en tratar temas como el suicidio, el incesto o las enfermedades mentales me han llevado a seguir considerando a Delphine de Vigan una de mis escritoras favoritas.

«𝙉𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙩𝙖𝙗𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙗𝙞𝙧 𝙮 𝙣𝙤 𝙥𝙤𝙙𝙞́𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙗𝙞𝙧 𝙤𝙩𝙧𝙖 𝙘𝙤𝙨𝙖, 𝙣𝙖𝙙𝙖 𝙢𝙖́𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙤».

No les voy a engañar, no fue una gran lectura, y aun así tengo que agradecer y felicitar a la autora por la elección de ese tono contenido que no hace excesiva sangre del drama que es su historia familiar o la situación que vivió ella misma mientras componía y escribía el libro.

Lo que ya no sé si fue realmente una libre elección de la autora son los muchos caminos alternativos que va dejando la historia a medida que se adentra en el drama. Caminos que me desconciertan por su sordidez como para no estar convencida de su veracidad. Quizás es inevitable hacer concesiones o quizás son muchos los testigos para plasmar una única verdad (y esa imposible convergencia de verdades se nota quizás en lo nebuloso que quedan dos personajes tan protagonistas como su madre: sus abuelos).

No obstante, no es la verdad el objetivo de escribir este libro, sino construir ese ataúd de papel a su madre, como nos dice la propia autora, aprovechando para meter en él mucho del peso del que ella misma necesita desprenderse. En este sentido, es llamativa la anécdota con aquel taxista que, tras comentarle ella su oficio de escritora, él le pregunta: ¿A qué se debe?. La respuesta es el centro del libro.

He releído « Nada se opone a la noche » porque la primera lectura fue un terremoto emocional que no pude compartir con nadie y se me puso por delante la opción de comentarla a través del club de lectura organizado por @ratita. Necesitaba procesar este texto a otro nivel, contando con toda la información y con el contraste de ideas y valoraciones que supone siempre compartir lecturas.
Siempre me han atraído las novelas centradas en las relaciones familiares, ese micro espacio que representa todo un universo complejo de emociones, expectativas, temores, fracasos, atribuciones…resultado de un conglomerado de acontecimientos y experiencias que actúa con vida propia y del que es difícil salir a respirar, a tomar distancia, a sanar… Creo que la escritora escribe precisamente esta novela comp una forma de conocer mejor y de distanciarse al mismo tiempo de una figura materna que todo lo ha dinamitado: la idea de protección y de seguridad adulta, sobre todo.
Ser conocedora de la historia de la familia de Delphine no ha suavizado el impacto de leer de nuevo todos los sucesos y acontecimientos que marcan a una familia, a una mujer y a varias vidas a su alrededor: la forma como la muerte, los abusos, los silencios y la salud mental influyen y configuran formas de ser, de actuar y de concebir el mundo dan como resultado un relato doloroso y desgarrador. Me admira la forma como la escritora retrata a una madre, con todas las aristas, transmitiendo dolor y ternura, rabia y amor por igual. La propia idea de madre cuestionada, añorada
Me han resultado más interesantes ahora las reflexiones acerca del proceso de escritura: las dudas, el proceso, los recursos, la memoria, los obstáculos, sus límites.

Cierras el libro. Suspiras. Sientes la angustia, el desasosiego, el desgarro de la autora y de todas las personas cuyas vidas has conocido en esta novela. Intentas escribir algo que anime a quien te lea a darle una oportunidad a este libro. Solo tienes ganas de llorar y buscar a la autora para charlar con ella, tomar un café, ofrecerle un abrazo.

"Días sin hambre" fue mi mejor lectura de diciembre de 2019, quedé prendada de la prosa de Delphine de Vigan y varias personas me recomendaron encarecidamente la lectura de Nada se opone a la noche.

Nada se opone... es una novela que no es novela, tampoco es ensayo ni poesía, pero es las tres cosas a la vez en un trabajo de investigación inmenso y suicida y valiente y enternecedor y...autobiográfico.
Es un libro sobre la memoria y el derecho a recordar, pero también sobre el derecho a olvidar y sepultar dolores inaguantables.

Son casi cuatrocientas páginas que se leen casi sin darte cuenta, ya que la autora maneja la velocidad del relato magistralmente. Tiene una pluma cargada de lirismo capaz de hacerte leer con gusto las situaciones más dramáticas y sobrecogedoras. No hay exceso de dramatismo en su escritura, no hay regodeo en el sufrimiento, tan solo una necesidad de componer una crónica y comprender -me temo- sus propios sentimientos de amor-odio hacia su madre.

En capítulos cortos, que intercalan la propia historia y el trabajo de escribirla, de Vigan intenta reconstruir la vida de su madre desde antes incluso de nacer hasta el día en el que ella misma la encuentra muerta en su casa. Tenía sesenta y un años y se había suicidado.

¿Cuál es el propósito que pretende la escritura de este libro? ¿Quizá hacerle un homenaje a Lucile, su madre, conocerla, conocer cómo y por qué comenzó su sufrimiento? ¿Es tal vez una escritura "curativa" para ahuyentar los propios demonios, la culpa, para creer que la felicidad es posible? ¿Merece la pena desenterrar a los muertos -personas, hechos y sentimientos- y hacer sufrir de nuevo a la familia que sigue con vida? ¿Tiene quizá razón la psicogenealogía y los sucesos traumáticos pasan de generación en generación como el color de los ojos?.

Delphine recurre a entrevistas con familiares y amigos, a recortes de prensa, diarios, cintas de cassette, fotografías, etc. para reconstruir la vida de sus abuelos, madre, tías y tíos e incluso su propia niñez y adolescencia.

Es una historia durísima marcada por el desapego, las muertes, los suicidios, incestos y desgarros... muchos... demasiados.

El tratamiento que se le da a las enfermedades mentales - a pesar de ser causantes de gran parte del sufrimiento narrado- me ha parecido exquisito. El amor que se respira dentro de tanto dolor es increíble.

Me parece un libro valiente, ya que desnuda a varias generaciones de una misma familia y, creedme, no es color de rosa, pero sobre todo me parece valiente porque a pesar del propio daño que siente la autora al recabar información y narrarlo -daño que no estaba planeado- decide seguir hacia adelante y terminarlo, hurgar hasta donde haga falta y exorcizar -si eso es posible- los demonios que se alimentan de secretos y silencios.

Sufres con esta lectura. Sufres mucho sobre todo si alguno de los supuestos te toca de cerca, pero es sin duda un libro que no podéis dejar de leer.

Llega el momento de hablar de esta obra, y me encuentro ante el problema de cómo reseñar una historia que me ha resultado totalmente arrebatadora, y que me ha tenido enganchada a ella desde la primera página. .

Delphine de Vigan nos habla de su madre, de su vida y del cómo y porque llegó a ser la mujer que era. Una persona que se debatía entre diferentes realidades, y que tenía que convivir con un trastorno bipolar que coaccionaba toda su vida, y le obligaba a superarse día a día para no recaer en su enfermedad. .

Todo empieza en el momento en que la autora se encuentra con el cuerpo de su madre, y decide, llevada por el dolor y el remordimiento por la tirante relación entre ambas, investigar para saber más de la vida de su progenitora.
Comienza a recabar información de su niñez dentro de una familia aparentemente "idilica" y muy numerosa. Donde, en un principio, todo tiene una apariencia de normalidad, felicidad y unión. .

Pero conforme van pasando los capítulos, las tragedias y los secretos apenas contados, empiezan a aparecer. Y esa familia, en principio perfecta, se demuestra como el detonante principal de la personalidad trastornada de su madre. La principal razón por la que su vida, y la de su hermana, han sido tan complicadas y llenas de altibajos.

Es una historia dura, contada con delicadeza pero sin adornos y sin metáforas. Para seguir adelante hay que saber de dónde venimos y quiénes somos. Triste en muchos momentos con ese poso de melancolía y fatalidad que llega hasta el mismo final. Un desnudo integral de la autora. Muy bien escrita y ejecutada, tanto la historia que cuenta como el círculo perfecto del principio y el final. de Vigan me parece una mujer fascinante y tras esta lectura me provoca aún más admiración.

Tiene que ser sumamente doloroso repasar la vida de un ser querido cuando lo acabas de perder. No me quiero imaginar lo que supone enfrentarse a la muerte de una madre y exponerlo de la manera en la que Vigan lo hace, pues ella habla de la vida de su madre de forma totalmente transparente. Sin filtros, directa y sin rodeos. Y cuando conoces cómo fue la vida de Lucie, te das cuenta de que este libro es un acto de valentía enorme. Pero supongo que su autora trataba de dar sentido a lo que fue para ella la figura de su madre, a ordenar sus ideas y buscar las respuestas a su muerte.

El libro se va a dividir en tres partes que nos permiten acercarnos a la vida de la preciosa mujer que adorna su portada, de Lucie. Ésta se cría dentro de un familia numerosa, llena de vitalidad y niños rubios y perfectos. Rodeada de una madre que disfrutaba con la maternidad y de un padre generoso con los suyos y los de fuera, me imagino a Lucie viviendo en una casa llena de gritos, de desorden...pero también de vida e historias que contar. Una infancia marcada por la tragedia a la que su familia ya parecía ir acostumbrándose.

La segunda parte abarca el momento en que Lucie crea su propia familia, cómo ésta se tambalea en determinados momentos de su enfermedad mental y la forma en la que sus hijas lo vivieron. Para ellas lo que sentía su madre quedó siempre en la distancia, ella nunca les acercó a lo que vivió con su familia, al dolor que mantuvo oculto durante años. Ni siquiera cuando consiguió exponerlo y nadie pareció sorprenderse.

Lucie fue una madre que, en determinados momentos, llevó una vida desequilibrada marcada por su trastorno mental, lo que acostumbró a su autora, desde muy pequeña, a tener miedo a perderla.

"Lucie sabía que la observaba desde mis doce años, con ese aire de saberlo todo sin haber aprendido nada, esa forma de demostrar en silencio mi desaprobación. Lucie sabía que la juzgaba."
Y ya su última parte se centra en la propia autora como adulta, como madre y el temor que siempre la persiguió por parecerse a su madre. Tenía pavor a estar marcada por el mismo gen que trastornó a Lucie, a sufrir y alejarse de sus hijos como le pasó a Lucie.

Todos estos trazos del pasado de su madre consigue plasmarlos en el papel a través de la cintas y casetes que los hermanos de su madre aún conservan, pero también de las anécdotas o sensaciones que ellos le cuentan. Nunca conoció los detalles a través de su ella, pues, como ya se intuía desde que era pequeña, Lucie siempre fue una mujer tranquila que no mostraba lo que sentía a pesar de los momentos tan duros que vivió.

Como comenté arriba, su lectura no me convenció del todo por la inestabilidad de las sensaciones que me transmitía. de Vigan se extiende, para mi gusto, demasiado en determinadas partes y sentía como lejana la historia que me contaba...como cuando estás escuchando una conversación en la que no conoces a los protagonistas de los que se habla. Era como si lo que escribiera para ella misma. Aunque estas partes se contraponen con otras absolutamente desgarradoras y emocionantes, con las que comprendes la inestabilidad de Lucie, pues nadie podría salir indemne de una vida así de dura.

"Nada se opone a la noche" es una historia escrita desde el interior de su autora. Delphine de Vigan nos desnuda a su madre, pero también lo hace ella mostrando sus miedos y preocupaciones sobre el final de su madre. Se nota que le resultó difícil escribir este libro, que fue un proceso complejo pero también necesario como forma de despedida y como homenaje a todo lo que Lucie no contó y merecía ser contado.

Enlace: https://bajolapieldeunlector..

He tenido que dejar reposar esta novela porque me quedó tocada a pesar de ser una novela circular, que empieza y termina en el mismo sitio y con la misma situación, la madre de la escritora se suicida con 61 años y es la propia escritora la que la encuentra. A partir de aquí vemos desfilar ante nuestros ojos a toda la familia de la escritora, comenzando por los abuelos, continuando por los tíos y en particular con la madre, una madre a la que poco a poco vemos en la vida que ha tenido, los problemas y disgustos, las pocas soluciones, y las decisiones en momentos de cambios drásticos.

Todo empieza con la increíble pluma de Delphine de Vigan, y digo increíble porque hace fácil lo sumamente difícil, hablar de la familia de una misma, de tus miedos, de los prejuicios de familiares y ajenos, de los sentimientos de culpa y lo hace todo. con una sencillez devastadora, al igual que la historia.
La escritora se pregunta qué es lo que quiere descubrir investigando el pasado de su madre y para ello pregunta a su vez a sus tíos qué recuerdos tienen, encuentra grabaciones del abuelo también y sus propios recuerdos mezclados con los de su hermana. Junta todo esto y salen infinitas historias, la mayoría hacen daño, mucho, a ella y también al resto. Sin embargo, no deja de escribir y llegar hasta el final, es como que tiene que conocerla a fondo para entender su decisión, que aún a sabiendas de que es un suicidio no deja de dolerle.
La novela consta de tres partes, en la primera hay dos narradores diferenciados, uno es un narrador en tercera persona que va contando lo que ocurre con sus abuelos y tíos, principalmente, cómo se conocieron los abuelos, las relaciones entre hermanos, la vida que llevaban de trabajo, costumbres, etc. (aquí a veces, me recordaba a la novela de A corazón abierto, de Elvira Lindo, donde también hay dramas y sobre todo muchos hermanos). El drama aparece poco a poco, pero va tomando un tamaño descomunal, sobre todo como veremos en la segunda parte. Intercalados con estos capítulos vemos a la propia escritora que avanza sobre la investigación, habla de lo que le produce el escribir sobre su madre muerta (comiendo con una amiga, en pleno bloqueo de escritura, mientras terminaba estas transcripciones, me oí comentarle: mi madre ha muerto, pero estoy trabajando con un material vivo...) Y también: ¿Qué buscaba en el fondo, si no era acercarme al dolor de mi madre, explorar sus contornos, sus pliegues secretos, la sombra que arrastraba?
En la segunda parte ya es todo en primera persona, aunque mantiene sus pensamientos acerca de su madre y de lo que le ocurre a ella y por otro lado, la historia en sí, donde ella ya ha nacido. Aquí cuenta cómo se conocieron sus padres, y todo el drama que vemos ir surgiendo poco a poco.
Y la tercera parte vuelve a estar escrita en tercera persona, a modo de narrador testigo de lo que le ocurre a Lucile, la madre. También ella escribía y en determinados momentos se mezclan textos de las dos que ayudan al entendimiento global de la obra.
Es un libro que no se puede dejar de leer, donde la prosa es magnífica y tiene tal claridad de ideas que hacen que aun sabiendo que vas a sufrir (hay alguna página al principio donde ves todo lo que les espera a la familia y no es poco) sigues leyendo porque piensas que la vida es demasiado bella para dejar de vivirla, pero entiendes que algo ha tenido que haber para que Lucile se suicide.
Y para terminar me quedo con una frase que me parece que resume todo:
«Pensé que ser adulta no inmunizaba de la pena hacia la que avanzaba, que no era más fácil que antes, cuando éramos niñas, que ya podíamos haber crecido y haber hecho nuestro camino y construido nuestra vida y nuestra propia familia, no había nada que hacer, viajábamos de ahí, de esa mujer ; su dolor no nos sería nunca extraño».
«Era un día de febrero frío y soleado, de una belleza y de una tristeza infinita, el cielo era puro».

¿Qué tienen los dramas familiares que nos atrapan? Este libro cabalga entre la ficción y la biografía, sabes desde el primer momento que lo que estás leyendo es la vida de la madre de la autora. Delphine busca comprender la difícil relación que tuvo con su madre buceando en el pasado y, a través de entrevistas a la familia, diarios, videos y fotografías, reproduce la turbulenta y complicada infancia de su madre.

Un libro que trata sobre la familia, cómo esta nos forma como personas y nos influye a lo largo de nuestra vida. Es una historia dura, yo me he llevado las manos a la cabeza en muchas ocasiones, pero que se lee de una forma muy ágil.

Delphine escribe con mucha delicadeza, alternando la historia de su madre con capítulos donde nos muestra el proceso que siguió para escribir el libro, todo lo que le removió y lo difícil que fue volver a revivir ciertas cosas. Ay, el tabú de la salud mental...

Para mí este libro es una carta de amor a su madre, un tributo a esa mujer complicada y valiente que siempre intentó salir adelante, una forma de entenderla, de perdonarla y también, de alguna forma, de pedirla perdón. de verdad, tenéis que leerlo. Una auténtica maravilla.

Me ha gustado muchísimo este libro.
En un primer momento le puse 4 estrellas, porque de verdad que la novela me hizo participe de la historia y la he disfrutado. Pero es verdad que a veces me ha dejado desconcertada.

Delphine de Vigan en este libro se sincera totalmente. Si con publicó una novela medio autobiográfica, aquí ya es abrirse en canal total.

Desde que descubre el cadáver de su madre, la idea que le viene a la cabeza es descubrir realmente quién era su madre . Así que se pone a escribir su biografía. Con fragmentos de sus tíos, abuelos, conocidos crea una novela maravillosa. En la que la nos deja claro que su madre era para ella una completa desconocida. Es tristísimo.

Voy a generalizar, que esto no creo que sea así 100% pero, las autoras francesas.... ¿Son muy frías a la hora de escribir no? Es que os prometo que me dejan sin palabras. Experiencias personales con la muerte, problemas psicológicos, suicidios etc. Lo narra de una manera tan fría como dándonos a entender que así es la vida, y ya está. Sin un ápice de dolor, o resentimiento en sus palabras. Puede que yo empatice demasiado con ciertas cosas. Pero hay dolores que se te meten dentro. Y Delphine de Vigan lo hace muy bien.

Lo recomiendo 100%. Es una novela que se lee rapidísimo