Diez negritos

Ya puedes hacerte el fuerte, pero todas estas historias comienzan a perturbarte.

La experiencia me ha enseñado que la providencia nos deja a nosotros, los mortales, la misión de condenar y castigar a los culpables. En numerosas ocasiones, nuestra tarea está plagada de escollos, y la búsqueda de la verdad carece de atajos.

En esta vivienda ultramoderna, exenta de oscuros rincones, con la luz eléctrica derramada a chorros, todo era nuevo, brillante, resplandeciente, nada podía esconderse y eso era lo que verdaderamente asustaba.

Bruscamente, todos bajaron al último escalón de la humanidad y pusieronse al nivel de las bestias

¡En plena vida pertenecemos a la muerte!

Ruido monótono, paisaje apacible...La ventaja de una isla consiste en la imposibilidad que tiene el viajero de ir más lejos...parece haber llegado al fin del mundo...

"El crimen no es siempre lo que uno se imagina de ordinario. Para matar a una persona no es necesario administrarle arsénico o empujarla desde lo alto de un acantilado..." - Hugo Hamilton

𠇍iez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: Nueve.

Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: Ocho.

Ocho negritos viajaron por Devon. Uno se escapó y quedaron: Siete.

Siete negritos cortaron len〺 con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron: Seis.

Seis negritos jugaron con una colmena. A uno de ellos le picó una abeja y quedaron: Cinco.

Cinco negritos estudiaron derecho. Uno de ellos se doctoró y quedaron: Cuatro.

Cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron: Tres.

Tres negritos se pasearon por el zoo. Un oso los atacó y quedaron: Dos.

Dos negritos estaban sentados en el sol. Uno de ellos se quemó y quedó: Uno.

Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!”.
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La sola palabra isla tiene la virtud mágica de evocar en nuestro espíritu toda suerte de fantasías, pues al llegar se pierde el contacto con el mundo. ¡Una isla representa ella sola un mundo! ¡Un mundo de donde, a veces, no se vuelve jamás!

Vera leyó el poema. Era una canción infantil que recordaba haber aprendido en su niñez.