Diez negritos

Estamos cinco personas en esta habitación. Uno de nosotros es el asesino.

Había algo mágico en una isla, palabra que evocaba toda clase de fantasías. Se perdía el contacto con el mundo. Una isla era un mundo aparte. Un mundo del que tal vez no se volvía jamás.

Comprendí que no podía curarme y que al final llegaría la muerte lenta y dolorosa. Decidí vivir intensamente hasta la hora fatal.

Cuando un médico se vuelve loco, es muy difícil darse cuenta. Muchos de ellos se extenúan por exceso de trabajo y tienen el cerebro fatigado.

Cuando el cuello de un hombre está en peligro, no se detiene demasiado a pensar acerca de sentimientos.

Un ruido pacífico. Un paisaje apacible... —pensó—. La ventaja de una isla consiste en la imposibilidad que tiene el viajero de ir más lejos, como si hubiera llegado al fin del mundo...

Eso es la paz, la paz verdadera. Llegar al final , no tener que seguir... Sí, la paz.

Siendo extraños los unos a los otros nadie puede dejar de ser sospechoso, ya que ninguno puede presentar pruebas de su inocencia

Diez negritos se fueron a cenar.
Uno se ahogó y quedaron: nueve.
Nueve negritos trasnocharon mucho.
Uno no se despertó y quedaron: ocho
Ocho negritos viajaron por Devon.
Uno se escapó y quedaron: siete.
(...)
Un negrito se encontraba solo.
Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!

Un negrito se encontraba solo.
Y se ahorco, y no quedó
¡ninguno!