La distancia que nos separa

“Los momentos que nos afectan siempre son solo los que no se esperan” ~ La distancia que nos separa de Maggie O'Farrell.

La alegría que me he dado al saber que este libro no es el último escrito por Maggie no tiene medida. ¡Menos mal! ¿Razón? Aprobado justo y salvado por su forma de escribir porque la historia, y como está contada, no me ha gustado nada. Parece una película de Antena 3, básica y previsible.

Tampoco le he encontrado un trasfondo como a otros libros de esta autora. Vamos, para mi, una caída libre en picado. A ver, que también puede ser que no estaba yo físicamente en mi mejor momento como se intuye por la imagen que ilustra esta entrada pero tras leer varias reseñas creo que no me desvío mucho del sentir general.

Conocemos a Jack, un joven nacido en Hong Kong de padres europeos, y a Stella, una joven escocesa. El primero huye de una realidad en la que no se siente cómodo; ella se enfrenta a un hecho de su pasado que no deja de carcomerla por dentro. Con este argumento básico, Maggie esboza una historia simple, en la que cada personaje interactúa, durante la primera mitad del libro, con su entorno más cercano y con sus miedos y temores.

Durante esta mitad no tenía claros los personajes y la autora salta de uno a otro sin orden ni concierto y a veces no sabía ni dónde estaba. A partir de la segunda mitad del libro, ya más centrada en la historia, lo he disfrutado más pero no ha dejado de parecerme una trama básica.

Lo siento, Maggie, seguiré leyendo tus libros pero este pasa el corte por los pelos.

Esta novela no es exactamente una novedad literaria: escrita en 2004, acreedora del prestigioso premio británico "Somerset Maugham", y traducida ahora al español y publicada por Libros del Asteroide. No parece, por tanto, una cuestión de oportunismo editorial, sino una publicación que debía llegar a los lectores de O'Farrell tras los éxitos de Hamnet y El Retrato de casada.

Maggie O'Farrell, es una de nuestras escritoras favoritas, sobre todo, desde el lanzamiento de sus dos novelas de ficción histórica, con las que la autora parece haber alcanzado su madurez narrativa.

En "La distancia que nos separa" encontramos temáticas que ya forman parte del universo de la autora: las relaciones familiares y afectivas, la infancia como lugar de exploración de los hechos presentes, la búsqueda de identidad y la oportunidad, la casualidad, el azar. de hecho, si habéis leído su obra, encontraréis reminiscencias de "La primera mano que sostuvo la mía" o la maravillosa "Tiene que ser aquí", incluso de la autobiográfica "Sigo aquí", Están muy claras: O'Farrell, en esencia.

Stella, una joven de ascendencia italiana que trabaja en Londres, se encuentra con alguien que evoca un hecho de su pasado. Tanto la perturba que, sin pensarlo, deja su trabajo y huye de Londres refugiándose en Escocia. Sólo su hermana, Nina, con quien mantiene una compleja relación, sabría dónde encontrarla.

En otro lugar del planeta, en Hong Kong, Jake, un joven de ascendencia anglochina, ayudante de dirección en el mundo del cine, celebra con su novia, Mel, el nuevo año. Un accidente, en el que ambos se verán involucrados, cambiará su vida.

Ya sabemos, entonces, que Stella y Jake, están llamados a encontrarse. En la novela descubriremos cómo, cuándo y para qué. En algún momento, se difuminará la distancia que los separa.

Maggie O'Farrell domina, y mezcla con oficio, diferentes espacios temporales y geográficos, de forma que aún con el constante cambio de personajes, de localización y los saltos del presente al pasado, que expliquen sus historias, la trama fluye de manera natural y poco artificiosa. Las casualidades se presentan de manera lógica, lejos de los trucos folletinescos.

Aparecerán personajes secundarios, Francesca y Caroline, sus madres, sus abuelos... nada es superfluo y todo sirve para explicar la trama.

Los seguidores de Maggie O'Farrell, estarán encantados de este nuevo encuentro con la autora. Yo, personalmente, considero que estamos ante otra buena novela, pero 20 años después, tras su salto apoteósico a la ficción histórica, nos quedamos con la O'Farrell capaz de dar vida a la olvidada Agnes o una nueva oportunidad a la desconocida Lucrezia de Médicis. Aunque toda, toda la técnica, el talento y su capacidad para crear personajes muy reales y complejos, habilidades necesarias para escribirlas, se intuían ya en sus anteriores entregas. También en "La distancia que nos separa", que la convierte en una lectura muy recomendable.

#EntreLibros

Traumas sin resolver, el destino, el azar, el anhelo de las raíces y a la vez la necesidad de escapar de ellas son siempre los elementos que impulsan a los personajes de las novelas de Maggie O'Farrell que podemos etiquetar de ‘ficción contemporánea' (“La primera mano que sostuvo la mía”, “Tiene que ser aquí”) y gracias a los cuales crea complejos personajes sin aparentes vínculos entre ellos: Stella carga con el peso de un secreto guardado durante años, una mochila tan pesada que la lleva a huir inesperadamente en varios momentos de su vida. Pero la distancia que trata de imponer siempre se rompe por el fuerte vínculo que tiene con su hermana Nina, como si ambas ocuparan mitades separadas de la misma identidad. Jake disfrutaba de una apacible vida en Hong Kong hasta el traumático accidente durante la celebración del Año Nuevo junto a su novia Mel, convertida ahora en su esposa.

Pero ¿qué tienen en común las hermanas Stella y Nina, escocesas-italianas, con Jake, británico-japonés? En “La distancia que nos separa” comenzamos un largo viaje geográfico que nos lleva de Hong Kong a Londres pero también un viaje temporal con madres hippies y abuelos italianos emigrados para llegar a la parada final: un pueblo remoto cerca de Aviemore, Escocia.

Magníficamente escrita, esta tercera novela de la autora (recientemente editada en nuestro país por @librosdelasteroide) alterna hábilmente el presente y el pasado, revelándonos de forma gradual los vínculos entre sus personajes. Además de las relaciones entre amantes y entre padres e hijos, en esta ocasión #MaggieOFarrell examina el amor fraternal, un vínculo tan fuerte y especial pero a la vez causante de la incapacidad para formar otras relaciones significativas.

Como un gran puzle en el que hay muchas piezas por encajar, todo acaba teniendo su lugar y su sentido, pero como en la vida en esta historia también quedan cabos sueltos, heridas que aún tardarán en cicatrizar y la esperanza de nuevos caminos que se abren.
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Todo lo que he leído de la autora me ha gustado, y este libro aunque muy diferente, y no en el mismo nivel, también.
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Tenemos como protagonistas a Stella y Jake, ambos en diferentes lugares de la Tierra, y ninguno de ellos sabe que se encontrarán, aunque el lector lo esté deseando.
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La historia narra primero la vida de ambos por separados, cada uno en una punta del mundo y mientras avanzas, estos se van acercando geográficamente para encontrase a sí mismos.
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Stella vive en Londres pero huye a Escocía, lugar donde solo su hermana sabe el significado de por qué allí,Jake vive en Hong Kong y por unas y otras acaba en Reino Unido…
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Es una novela de personajes, muchos personajes y bien construidos como hace Maggie, pero quizá el fallo , para mi, es la forma en la que está contada la historia.
Una narración que pasa de un personaje a otro, de un lugar a otro, del presente al pasado y viceversa. Cuesta meterse un pco en la historia y a veces me resulto confuso.
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Aún así, es un libro que recomiendo si te gustan las historias de personajes, familiares, y sin grandes giros.
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   La distancia que nos separa de los niños que fuimos nos parece insalvable aunque en realidad no haya pasado tanto tiempo.

   Hay una distancia que nos separa de nuestros hermanos por cuestión de edad, pero que a veces se consume como el papel en el fuego y nos convierte en uno solo.

   El camino que nuestros padres han seguido desde el momento de nuestra concepción es largo y no siempre les conduce a nosotros. al igual que es larga también la distancia que recorrieron hasta llegar a conocerse.

   La mayor distancia entre dos puntos es la que parte de un lugar en el que creemos estar y que se extiende hasta ese horizonte en el que el sol se esconde.

   Porque no hay nada tan inquietante como un atardecer en el que nadie nos asegura un nuevo día. Ni nada tan prometedor como la aventura de caminar hacia él.


   Qué bien escribe la O'Farrel. Punto.