Desde el principio me intrigó la historia de Lucy Snowe, un personaje calmado, observador, con un pasado turbio, que toma la decisión en determinado momento de dejar Inglaterra para buscarse la vida en el continente. Llegará a
Villette, encontrará trabajo en el internado para señoritas de Madame Beck, y ahí comenzará todo.
Alrededor de Lucy, veremos las historias de algunos familiares suyos, de la dueña del internado donde trabaja, de uno de sus profesores más controvertidos, de una de sus alumnas algo alocada y totalmente contrapuesta a su carácter… y todo esto se adereza con unas apariciones misteriosas.
El caso es que me encanta cómo Lucy Snowe, la narradora, nos lleva por donde quiere desde el principio. al comienzo de la novela no pude evitar pensar que estaba algo perdida, pero la intriga hizo que me enganchara completamente a la novela. La narración, tan diferente de cuando Lucy cuenta un día bueno de uno malo, me atrapaba también aunque tuviera unos cambios de ritmo considerables. Pero lo que más he amado de la novela es el presenciar cómo Lucy va creciendo como persona. Además de adquirir conocimientos, aprende muchas otras cosas: a amar, a desamar, a valerse por sí misma, a gestionar sus sentimientos más negativos… Y aunque su carácter la predisponga a ser reservada, a guardarse para sí misma todo lo que siente, también llegará un momento en el que se nos muestre más abierta y esos son con diferencia los pasajes que más he disfrutado. Cuando Lucy estaba bien, yo estaba bien.
También hay mucha (muchísima) crítica a la religión católica. Hija de un pastor anglicano,
Charlotte Brontë tenía mucho que decir sobre el tema, pues ella misma estuvo estudiando en Bruselas. He visto, además, muchos toques autobiográficos, y alguna reminiscencia a
Jane Eyre o Agnes Grey, pero en general me ha parecido una lectura bastante original, sobre todo por el final, con un cierre muy redondo que da explicación a otros pasajes que me estaban quedando algo descolgados en la novela. Y no puedo evitar emocionarme si pienso que es un final simbólico a un episodio importante de su vida.
No le pongo la máxima puntuación porque la considere perfecta (a mí las casualidades y ocultaciones que Charlotte trama en un determinado momento me parece algo forzado), sino porque habiendo pasado casi una semana desde que lo terminé sigo pensando en ella y tengo muchas ganas de releerla en el futuro.