Villette

3. En Villette conocemos a Lucy, y con ella viviremos el sentirse sola y el buscarse su sustento abandonando su lugar de origen para probar suerte en Villette, viajando desde Inglaterra y haciéndose un hueco en un internado de chicas, dando clases de inglés. Allí conocerá a personas con las que convivirá en este periodo de su vida tan difícil. También en esta ciudad se reencontrará con otras de su pasado, que le darán cierto apoyo en momentos de crisis. Viviremos junto a ella su periodo de adaptación, su soledad, su sentirse fuera de lugar, sus crisis, su tristeza así como ciertas alegrías, sus reflexiones religiosas, sus análisis de aquellos que la rodean y de los acontecimientos que ocurren... También hay algunos elementos siniestros, como la aparición de una monja muerta años atrás, que nos pondrá un poco los pelos de punta.

He leído bien esta historia, me ha tenido con ganas de continuar y algunos personajes me han parecido muy bien construidos y realistas. Se aprecia la buena escritura de la autora, sus excelentes descripciones que te sumergen de lleno en el ambiente; se deja ver mucho de su vida en toda la novela: sus propias vivencias están aquí retratadas, sus obsesiones y temáticas recurrentes, su intolerancia hacia ciertas cosas...

Pero hay coincidencias y casualidades (habituales en sus novelas) que creo que en esta ocasión abusa un poco de ellas y me ha resultado demasiado repetitivo. Además, otras cosas no me han terminado de convencer (por ejemplo, se da una separación repentina por ciertos motivos que no quedan claros y en un reencuentro posterior años después parece como si no hubiese pasado nada...). La autora juega un poco con lo que Lucy nos cuenta, dando más o menos información aunque la supiese de antemano, es algo que me ha gustado pero en ocasiones me ha parecido un poco "jugar con el lector demasiado" (va cambiando a los personajes y situaciones en cierta forma a su gusto y conveniencia). La protagonista me ha desesperado un poco a veces, pero su comportamiento es muy coherente con el personaje todo el tiempo. El final sí me ha sorprendido bastante, no pensaba que fuese a cerrar así, y al menos este punto no me ha dejado indiferente.

En definitiva, me ha gustado leerlo pero no lo he disfrutado en exceso ni creo que me deje huella, ni la historia ni los personajes han llegado a conquistarme. Comparándolo con Jane Eyre me quedo sin duda con este último, me esperaba más (quizás las expectativas también han influido).

Esta es la última obra que escribió Charlotte Brontë, y lo hizo tras la muerte de sus hermanos. Algo de la soledad que debía estar viviendo, de esa desesperación y falta de consuelo hay en el personaje de Lucy Snowe. al personaje la escritora le negó talentos y cualidades destacables y la dejó sola en el mundo con no más recursos que su tenacidad, su sentido de la independencia y su capacidad de salir adelante. En este sentido es una novela sombría pero con espacio para los sueños y el anhelo.

Por otro lado, haber escogido a Jane Eyre como primera lectura de la escritora (y haberla disfrutado tanto) tiene sus consecuencias. Una de ellas ha sido tratar de descubrir qué rastro de brillantez podría sorprenderme de repente en una lectura que ha resultado ser en general, insulsa en cuanto a trama. En este sentido, he esperado un poco en vano. Sin embargo, he encontrado la prosa rica en imágenes y recursos, con personajes exquisitamente caracterizados en sus raíces psicológicas. La novela contiene algún momento hilarante, un tono mordaz sorprendente en ciertos momentos y episodios dramáticos y oscuros que despiertan lo mejor de los personajes. de hecho, los despiertan, los retan, los llevan al límite. Es en estos extremos cuando el relato coge fuerza y entidad, y lo hace en muchos casos ayudado por elementos naturales y sobrenaturales (en algún momento mitológicos) que actúan como perfecto complemento del sentir de los personajes.

Lástima que algunos giros y vacíos desconcertantes desluzcan la lectura, que algunas apreciaciones sean extremadamente cursis para mi gusto y que algunos pasajes sean excesivamente extensos y recargados. Y sin embargo, por sus reflexiones sobre la vida y la naturaleza humana, por esa escritura profusa (sí, me contradigo como Lucy), por sus reivindicaciones sobre la mujer, recomiendo esta lectura.

La narración de este libro me ha parecido absolutamente preciosa. Es lo que más me ha gustado. Además de ver algo sobre salud mental retratado.

Por lo demás, se me ha hecho excesivamente dramático, a rebosar de divagaciones, y lleno de notas a cada rato por las frases y palabras en francés, o por referencias bíblicas o similares. Un total de unas 436 notas, que quieras que no, te fractura la lectura.

También hay cuestiones en las que se alarga muchísimo y con detalle para luego rematarlas rápidamente. Es curioso porque trata de crear un ambiente de misterio o intriga alrededor de un hecho, para luego resolverlo de la manera más indiferente posible.

Por otro lado los personajes no me han llegado, ninguno, y la protagonista a ratos me hacía poner los ojos en blanco. No he casado mucho con ella.

Y luego está ese final. Que se entiende lo que pasa, pero con todo lo que se explaya durante el resto del libro, es abrupto como él solo.

En fin, de esta autora yo me sigo quedando con Jane Eyre, la verdad.

Villete fue escrita en 1853 por Charlotte Brontë. En ella renombra la ciudad de Bruselas, donde vivió durante 1842 junto a su hermana Emily. Ambas trabajaron allí como profesoras en un internado. Ella regresaría en 1843, pero no fue tan feliz como en la primera estancia.
La primera parte de la novela sitúa a la protagonista, Lucy Snowe en la campiña inglesa para, 10 años después, hacerla llegar a Villette, donde transcurre la parte sustancial de la novela.
Decir que es una novela de personajes sería adecuado, pero también es una novela de ambientes, algunas veces minuciosamente descriptivos y otras generados en la imaginación del lector por las palabras de Charlotte.
Si se ha leído antes Jane Eyre no se puede evitar comparar a ambas protagonistas. Sin embargo, tienen notables diferencias. Jane es estricta consigo misma y divide el mundo entre lo bueno y lo malo; Lucy es una observadora de los que le rodean, pero también de sí misma. Es una persona que se conoce bien. Es un personaje que interpela al lector directamente, que nos hace comentarios afilados, agudos, hirientes, a veces. También hay diferencias entre el desarrollo y el final de Lucy y el de Jane. Esto es lo que hace que Villete fuera considerada un escándalo en su época.
Hay algún personaje odioso y otros realmente interesantes; algunos que a veces matarías y otras comprendes. Es cierto que Charlotte nos hace alguna trampa que otra a la hora de introducir personajes, pero se lo perdonamos... al estar narrado en primera persona y desde la distancia del tiempo, Charlotte Brontë puede desvelar aspectos de la vida de todos ellos y cerrar tramas. Es cierto que competir con Jane Eyre es complicado. La historia de Rochester es más potente. Lo que no se puede negar a Lucy Snowe es su habilidad para hablarnos y ser realmente franca con nosotros.
El final es inesperado -la última frase podría haber sido otra-, pero no deja a Lucy en mal lugar y eso es lo importante.
Hay partes de la novela que se leen de forma ágil y con verdaderas ansias de continuar, y hay otras que son más tediosas, con miles de detalles y de comentarios más banales... y con muchas citas bíblicas o frases en francés (en la edición que he manejado).

Este libro de Charlotte Brontë es uno de los mejores clásicos de la época que he leído hasta ahora. Se trata de la última novela que escribió la autora, y para haberlo hecho en 1853, hay muchas de sus ideas que resultan modernas al leerlas. Escribe desde su propia experiencia como profesora de inglés en Bruselas, Bélgica, y por ello Villette es descrita como la capital de este país. Además, su paso por el internado en e, que daba clases le ayuda y mucho en ricas descripciones de lo que era la vida allí, tanto para profesores como alumnas externas e internas.

Es muy destacable la crítica sagaz que hace la autora a través de su protagonista, Lucy Snowe, a la Iglesia (como institución, claro está). Ella, de sangre inglesa, isleña de nacimiento, es protestante, por lo que los católicos para la misma son gente que respeta pero no entiende por seguir una institución que es cada vez más rica. Este hecho se ve de vez en cuando a lo largo de la novela, y se acrecenta a medida que se lee.

También se critica, del mismo modo que a la Iglesia, en esta obra a las clases altas y nobles. Se presenta a la típica niña de papá en varios personajes, la cual es caprichosa, tanto que obvia a propósito los sentimientos de los demás con tal de tener joyas y vestidos nuevos y lujosos. En contraposición, tenemos a Lucy, un alma independiente que intenta valerse por sí misma, y que no encuentra atractivo el lujo, sino el intelecto.

El final es abierto, y deja volar en ese último capítulo tanto la imaginación de la protagonista como la del lector. Se queda un regusto dulce después de su lectura que hace que se reflexione más tarde sobre lo que sucedería si el libro continuara.

Entrar en este libro es como hacerlo en una conversacion que ya ha empezado... Falta algo de información de la protagonista. Pero conforme se avanza en la lectura uno ve que más bien se trata de un episodio autobiográfico de la vida de Charlotte Brontë, o más bien de la versión que ella quiere dejar constancia.Hay trozos en que la autora hace disertaciones entre la religión católica y la protestante (la suya) que necesitan poner los cinco sentidos para no perderse.Mi suerte ha sido leerlo con el club de lectura de @lapeceradeRaquel, ya que muchas de las participantes me ayudaron a entender partes en las que me perdía.

Libro denso, complejo y muy bien escrito que nos sumerge en la época victoriana de pleno.Narrado en primera persona por un personaje que recoge muchos sucesos autobiográficas de Charlotte Bronte.Menos conocido que el gran éxito de la autora , Jane Eyre, este libro no solo no le va a la zaga sino que se muestra mucho más oscuro y complejo.La forma es una maravilla, un dominio del lenguaje y una capacidad de introspección de la protagonista que hace que tenga que releer algunas páginas para captar la profundidad de sus divagaciones.El contenido es la biografía de una mujer difícil, atrapada por sus miedos e inseguridades pero con un carácter y una convicciones de hierro que logra sobreponerse a todas las dificultades y rechazos con constancia y trabajo.Los rasgos religiosos, el contraste (y desprecio) que sentían los británicos protestantes por el catolicismo y sus supersticiones y oropeles es una de las partes más pesadas a la vez que más trabajadas del libro, también a mediados del siglo XIX y con el imperio británico en su esplendor podemos intuir el sentimiento de superioridad que arrastraban los ingleses respecto a los corruptos y atrasados habitantes del continente.Son cosas que hay contextualizar en el libro y no tratar de llevar a nuestros días, así la historia se nos muestra como la historia de un mujer que luchó toda su vida por mantener su independencia aunque para ello tuviera que renunciar a muchas cosas y que supo apreciar la bondad de una persona aparentemente intolerante y brusca pero que encerraba a una persona sensible.Metáfora de tolerancia hacia lo diferente y de saber distinguir las personas de las ideas.

Desde el principio me intrigó la historia de Lucy Snowe, un personaje calmado, observador, con un pasado turbio, que toma la decisión en determinado momento de dejar Inglaterra para buscarse la vida en el continente. Llegará a Villette, encontrará trabajo en el internado para señoritas de Madame Beck, y ahí comenzará todo.

Alrededor de Lucy, veremos las historias de algunos familiares suyos, de la dueña del internado donde trabaja, de uno de sus profesores más controvertidos, de una de sus alumnas algo alocada y totalmente contrapuesta a su carácter… y todo esto se adereza con unas apariciones misteriosas.

El caso es que me encanta cómo Lucy Snowe, la narradora, nos lleva por donde quiere desde el principio. al comienzo de la novela no pude evitar pensar que estaba algo perdida, pero la intriga hizo que me enganchara completamente a la novela. La narración, tan diferente de cuando Lucy cuenta un día bueno de uno malo, me atrapaba también aunque tuviera unos cambios de ritmo considerables. Pero lo que más he amado de la novela es el presenciar cómo Lucy va creciendo como persona. Además de adquirir conocimientos, aprende muchas otras cosas: a amar, a desamar, a valerse por sí misma, a gestionar sus sentimientos más negativos… Y aunque su carácter la predisponga a ser reservada, a guardarse para sí misma todo lo que siente, también llegará un momento en el que se nos muestre más abierta y esos son con diferencia los pasajes que más he disfrutado. Cuando Lucy estaba bien, yo estaba bien.

También hay mucha (muchísima) crítica a la religión católica. Hija de un pastor anglicano, Charlotte Brontë tenía mucho que decir sobre el tema, pues ella misma estuvo estudiando en Bruselas. He visto, además, muchos toques autobiográficos, y alguna reminiscencia a Jane Eyre o Agnes Grey, pero en general me ha parecido una lectura bastante original, sobre todo por el final, con un cierre muy redondo que da explicación a otros pasajes que me estaban quedando algo descolgados en la novela. Y no puedo evitar emocionarme si pienso que es un final simbólico a un episodio importante de su vida.

No le pongo la máxima puntuación porque la considere perfecta (a mí las casualidades y ocultaciones que Charlotte trama en un determinado momento me parece algo forzado), sino porque habiendo pasado casi una semana desde que lo terminé sigo pensando en ella y tengo muchas ganas de releerla en el futuro.

Lucy Snowe también es una mujer que intenta superar las adversidades de la vida prácticamente en solitario y con la honestidad y la humildad como distintivos de su carácter. Me da la sensación que es una mujer muy a la manera de Charlotte. Nuestra protagonista es originariamente inglesa pero por diversos abatares de la vida se queda sola y sin protección con rapidez, así que debe buscarse diversos trabajos que la ayuden a subsistir lo mejor posible. Por ello inicia un viaje hacia el reino de Labassecour (país ficticio que recrea Bélgica), concretamente la ciudad de Villette (Bruselas). Para nuestra Lucy la aventura es doble porque no habla francés pero quiere ofrecerse como profesora de inglés en un colegio de chicas sin haber dado clases antes.

Lucy se considera una persona muy desafortunada por no contar con un entorno social que la proteja y le ayude a prosperar en la vida. Es por ello que de forma plenamente consciente pretende pasar sus días de la forma más digna posible mientras espera que la muerte la visite y le quite el sufrimiento de la soledad y las incertidumbres de su porvenir. No se da cuenta de que sus decisiones son muy acertadas y muy cabales, no se da cuenta tampoco de la fuerza interior que posee y que la ayuda para seguir adelante.

El amor es un gran protagonista de esta historia. Se describen creo que casi todos los tipos. El interesado, el puro y apasionado de la juventud, el superficial basado en el atractivo físico, el amor que se desarrolla con el tiempo y que va de la mano de la admiración; y el no correspondido que Lucy vive de forma consciente.

Esta obra ha sido una gratísima sorpresa. La protagonista, con sus contradicciones, sus luchas internas, sus prejuicios, sus juicios a los demás, su espíritu crítico e inconformista, al mismo tiempo su complejo de inferioridad, su autoexigencia, su autorepresión, que la hacen dejarse manipular y ser zarandeanda por personajes con más carácter y menos inseguridad que ella, me ha emocionado y enternecido, aunque a veces me dieran ganas de abrirle los ojos con una pinza para que viera lo que tenía delante.
Probablemente, si sois asiduos al género, no os sorprenderá demasiado, os dejaréis llevar previendo lo que viene. Sin embargo, yo lo he leído casi virgen en este género y me ha ido sorprendiendo a medida que avanzaba porque la trama está llena de vaivenes e idas y venidas de personajes que, a menudo, cuando reaparecen, ya tienes olvidados. Todo esto es posible, claro, gracias a mi adorada protagonista, que juega con los lectores, a quienes a menudo apela de manera directa, como quiere, saltando en el tiempo cuando le conviene y ocultando lo que le interesa.
Si algo no me ha gustado ha sido el final, demasiado atropellado y rápidamente solventado en un momento en que la historia de Lucy Snowe empezaba a tomar una independencia que la hacía especialmente interesante. Creo que la obra pierde bastante por la manera en que se resuelve, si no le interesaba contar eso, que no lo resuma, diría yo. Creo que a Charlotte Bronte no le interesaba contárnoslo, de ahí su celeridad en dar por terminada la obra.
El mensaje debe estar en ese desarrollo interior de la protagonista, en sus debates y contradicciones en su relación con los demás y consigo misma. Y también en un aspecto de gran peso en la obra y que a mí me ha parecido muy interesante por su importancia social y cultural (es algo que, sin duda, me traigo al presente), pese a que no he sido, por mi incultura, capaz de llegar a su fondo: en las luchas religiosas y en las diferentes (o similares) maneras de entender la religión que tienen sus practicantes.