Villette

Este libro de Charlotte Brontë es uno de los mejores clásicos de la época que he leído hasta ahora. Se trata de la última novela que escribió la autora, y para haberlo hecho en 1853, hay muchas de sus ideas que resultan modernas al leerlas. Escribe desde su propia experiencia como profesora de inglés en Bruselas, Bélgica, y por ello Villette es descrita como la capital de este país. Además, su paso por el internado en e, que daba clases le ayuda y mucho en ricas descripciones de lo que era la vida allí, tanto para profesores como alumnas externas e internas.

Es muy destacable la crítica sagaz que hace la autora a través de su protagonista, Lucy Snowe, a la Iglesia (como institución, claro está). Ella, de sangre inglesa, isleña de nacimiento, es protestante, por lo que los católicos para la misma son gente que respeta pero no entiende por seguir una institución que es cada vez más rica. Este hecho se ve de vez en cuando a lo largo de la novela, y se acrecenta a medida que se lee.

También se critica, del mismo modo que a la Iglesia, en esta obra a las clases altas y nobles. Se presenta a la típica niña de papá en varios personajes, la cual es caprichosa, tanto que obvia a propósito los sentimientos de los demás con tal de tener joyas y vestidos nuevos y lujosos. En contraposición, tenemos a Lucy, un alma independiente que intenta valerse por sí misma, y que no encuentra atractivo el lujo, sino el intelecto.

El final es abierto, y deja volar en ese último capítulo tanto la imaginación de la protagonista como la del lector. Se queda un regusto dulce después de su lectura que hace que se reflexione más tarde sobre lo que sucedería si el libro continuara.