Ya se sabe que los prejuicios son muy difíciles de arrancar de algunos corazones cuyo suelo no ha sido abonado por la educación, crecen y arraigan allí como la mala hierba entre las piedras.
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Ya se sabe que los prejuicios son muy difíciles de arrancar de algunos corazones cuyo suelo no ha sido abonado por la educación, crecen y arraigan allí como la mala hierba entre las piedras.
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Las emociones desprovistas de sensatez se convierten en algo anodino, ésa es la verdad, pero tampoco el sentido común a secas resulta un bocado dulce ni fácil de tragar para el paladar humano.
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El ansia del que escucha estimula la lengua del que narra.
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Si la gente fuera siempre cariñosa y obediente con quienes no tienen piedad ni son justos, los malos no encontrarían trabas en su camino, no tendrían miedo ni se les ocurriría nunca rectificar; al contrario, irían a peor. Cuando nos pegan sin motivo, tenemos que reaccionar enérgicamente, claro que sí, y devolver el golpe, para que aprenda y escarmiente el que nos ha pegado.
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Los convencionalismos no son la moral. La santurronería no es la religión. Atacar lo primero no es asaltar lo segundo.
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Los extremos se atraen.
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La belleza está en los ojos de quien mira.
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Se dice que el genio va siempre parejo al egoísmo.
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Resurgam
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¿En el mundo quién se preocupa por ti? ¿Quién te pedirá cuenta de tus actos? Yo me preocupo de mí. Debo cuidar más de mi honor cuanto más sola, con menos amigos y más abandonada me encuentre. |
Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises