No dejaba de sentir una especie de placer salvaje al correr encabezando el viento, y disolver en aquel estruendoso e inconmensurable torrente que se adueñaba del espacio las tribulaciones de mi alma.
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No dejaba de sentir una especie de placer salvaje al correr encabezando el viento, y disolver en aquel estruendoso e inconmensurable torrente que se adueñaba del espacio las tribulaciones de mi alma.
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Anhelaba con febril osadía que el viento soplase con acentos aún más salvajes, que el ocaso se precipitase en total negrura y que la confusión de las voces alcanzase cotas de algarabía.
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Los castigos injustos habían logrado convertirme en el ser más cobarde de la tierra.
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Como se sabe, es muy difícil arrancar de un corazón cuyo suelo no ha sido abonado con la educación los prejuicios, que crecen allí fuertes como la mala hierba entre las piedras.
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El convencionalismo no es la moralidad. La santurronería no es la religión. Atacar aquella no es defender esta. Quitarle al fariseo su careta no significa alzar la mano contra la Corona de Espinas.
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No debo querer a los que insistan en no quererme a mí, por mucho que intente agradarles. Debo resistirme a los que me castigan injustamente. Es tan natural como querer a los que me muestran afecto, o someterme al castigo que considero merecido.
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—No soy ningún pájaro, ni estoy atrapada en ninguna red. Soy un ser humano libre con voluntad propia, que pongo en funcionamiento para dejarlo.
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Si la gente fuera siempre bondadosa y obediente con los crueles e injustos, los malos se saldrían siempre con la suya. Nunca tendrían miedo, por lo que nunca cambiarían, sino que serían cada vez peores.
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Se supone que las mujeres hemos de ser serenas por lo general, pero nosotras tenemos sentimientos igual que los hombres. Necesitamos ejercitar nuestras facultades y necesitamos espacio para nuestros esfuerzos tanto como ellos. Sufrimos restricciones demasiado severas y un estancamiento demasiado total, exactamente igual que los hombres. Demuestra estrechez de miras por parte de nuestros más afortunados congéneres el decir que deberíamos limitarnos a preparar postres y tejer medias, tocar el piano y bordar bolsos. Es imprudente condenarnos, o reírse de nosotras, si pretenden elevarse por encima de lo que dictan las costumbres para su sexo.
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Todos los hombres de talento, tengan o no tengan sentimientos, sean fanáticos, aspirantes o déspotas, siempre que sean sinceros, tienen su momento sublime, en el que subyugan y dominan.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises