Una muerte muy dulce

Será una llamada telefónica la que anuncie que una mujer de setenta y siete años ha sufrido un accidente, una caída, una rotura de fémur, algo sin importancia en un cuerpo joven, salvo aquellas que da la modestia y la inmovilidad.
La madre de Beauvoir ha sido ingresada en un hospital, la autora acudirá junto a su única hermana, Poupette, a socorrer a su madre.

Las hermanas están muy lejos de saber que para ellas, comienza un cambio de vida forzado, un cambio de edad ajena al calendario y a su funcionamiento fijo, tasado y fabril. Pues no van a ser los años al pasar, los que impulsen la metamorfosis, la mudanza, el cambio por el que vamos deviniendo otros.
El accidente dibujará una línea intangible entre dos lados, una mitad ocupará lo que fue antes y otra, quedará para lo que es tras el incidente.
Palabras escasamente sentidas, trazadas, pensadas y habladas, irán tomando cuerpo en el vocabulario y en la vida de la madre de las hermanas, familia y amigos.

Ahora el presente, lo cotidiano es la fusión ineludible, hospital, médicos, enfermeras, tratamientos, alimentación, cuidados, funciones fisiológicas, sedantes, transfusiones , todos estos sustantivos rellenan los renglones del diario. Son lo concreto, lo absoluto.
La madre, el padre, las hermanas, la familia, los amigos, todas estas figuras ya habían sido leídas, explicadas, interpretadas, la nueva situación, el incidente, la enfermedad, la posibilidad de tener que enfrentar incluso la muerte, exige un análisis, una revisión, una puesta al día, habrá que hacer una lista de recuerdos, ponerlos en común y en el presente, mirarlos con los ojos de hoy, llegándose al ayer para que puedan ser metabolizados, comprendidos, quizá algunos, incluso perdonados.
El hospital se irá convirtiendo en un enorme laberinto del que las tres mujeres van comprendiendo que de él, no podrán salir sin sufrir profundas e irreparables heridas.

La obra compleja, dolorosa, dura desoladora, sin apenas matices, es una urdimbre que va entretejiendo con notable solvencia lo acontecido en el interior de un hospital, fundamentalmente, a una madre y a sus dos hijas.

Importantes reflexiones sobre la naturaleza de la muerte, un tema recurrente en la autora y, en este caso , absolutamente desgarrador.
Lectura impactante, demoledora y que sabe conectarnos con lo más profundo, con lo hondo, dejando que indaguemos sobre nosotros a través de los otros.

De esta lectura saco en claro muchos aspectos que van a seguir rondándome la mente mucho tiempo. El primero de ellos es la eutanasia, Simone plantea la cuestión de un modo que nos atraviesa a todxs (¿quienes no hemos sufrido el tener que ver cómo alargaban la vida a alguien querido que sabíamos que iba a morir sí o sí?), consigue plantear un debate muy actual aún. El segundo de ellos es la capacidad de reflexión sobre la muerte, sobre el distanciamiento hacia la persona que está a punto de morir, sobre la soledad que al final acompaña al hecho de irse de lo terrenal. Y el tercero de ellos, la religión y su influencia en la concepción de la muerte, pero que incluso en personas muy creyentes como su madre la religión no consigue justificar la ida, la muerte.

Además, el discurrir sobre la relación entre Simone y su madre es una delicia, de una complejidad muy real, nos hace partícipes del sentimiento de contradicción que se tiene ante la pérdida de una madre, ese rechazo, alivio y tristeza soberana que puede sentirse.

En suma, una confesión muy honda sobre la muerte que de un modo u otro creo que conmueve a cualquiera que lo lea.

Simone de Beauvoir refleja en estas páginas autobiográficas los últimos días de vida de su madre y su muerte. Nos relata el comienzo del fin de su madre. Su relato es sobre la enfermedad, la muerte y sus sentimientos frente a la muerte de una madre.
Encontrarse frente a la muerte le permite realizar reflexiones profundas sobre la vida, sobre nuestra postura como seres humanos frente a la muerte pero también le permite reflexionar sobre la vida de su madre y su relación particular con ella. Una relación madre – hija que no fue sencilla.
En esta novela leemos un diario del padecimiento de la madre. Encontramos el devenir de la enfermedad, que me recordó a la novela La muerte de Ivan Illich de Tolstói, con indicios claros del paternalismo médico. Pero el libro no es sólo eso sino que también vemos los sentimientos y las emociones que tienen frente a toda esta situación tanto Simone de Beauvoir como su hermana. Las relaciones entre familiares, enfermeras y médicos que atienden a su madre.
Esta novela es un relato realista frente a la muerte.

A todos aquellos que la muerte de un ser querido tocó a su puerta cuando no se los esperaba, deben de leer este libro.
Una muerte muy dulce, nos regala una historia de dolor sobre la muerte de una madre, muerte nunca vemos llegar, pero como decía mi mamá, es lo único seguro que tenemos.
Para Simone de Beauvoir este libro es la muestra de dolor y de reconciliación (así lo veo yo) con su madre, al narrar sus últimas semanas de vida hasta llegar a su muerte, de quién padece padece un cáncer, nunca es fácil escribir sobre ella, pero en este libro nos narra esa montaña rusa por la que pasan los enfermos y su familia , los cuestionamientos que nos hacemos cuando tomamos decisiones por ellos.
Para mí leer este libro, me llevo a vivir más intensamente la muerte de mi mamá, pues una simple gastritis termino en un cáncer de estómago muy agresivo, así que fue un libro maravilloso y me llevo nuevamente a sacar las lágrimas más dolorosas que se puedan derramar.