…resucitaba la vieja ternura que yo creía totalmente extinguida.
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…resucitaba la vieja ternura que yo creía totalmente extinguida.
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Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente y, aun si la conoce y la acepta, es una violencia indebida.
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Comprendí, a cuenta de mí misma y hasta la médula de los huesos, que en los últimos momentos de un moribundo se pudiera encerrar el absoluto.
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Esta vez, la desesperación escapaba a mi control: alguien que no era yo lloraba dentro de mí.
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Se había iniciado una carrera entre la muerte y la tortura. Yo me preguntaba cómo se las arregla uno para vivir cuando un ser querido nos ha gritado en vano: ¡Piedad!
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«Un cadáver, ya no es nada». Era sin embargo su carne y sus huesos, y aun durante un tiempo era su rostro.
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Es inútil pretender integrar la muerte a la vida y conducirse de modo racional frente a algo que no lo es: que cada uno se las arregle a su manera en la confusión de sus sentimientos.
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Gregorio Samsa es un ...