Asedio y Tormenta

El mundo está cambiando. Si no cambiamos con él, no quedara nada de nosotros para recordarnos, salvo polvo.

Él me miró con sus fríos ojos de cuarzo, y las palabras murieron en mis labios.

El buey siente el yugo, pero, ¿siente el pájaro el peso de sus alas?

Todas las cosas que merece la pena hacer empiezan por una mala idea

Cuando la gente dice que algo es imposible, normalmente se refieren a que es improbable.

Sabes cuál es el problema de los héroes y los santos Santos?
Siempre acaban muertos.

– Entonces, tú y yo tenemos algo en común, ¿verdad? Además, me gusta tener enemigos poderosos. Me hace sentir importante.
Mal cruzó los brazos y sopesó al corsario.
– No soy capaz de decidir si estás loco o eres estúpido.
– Tengo muchas buenas cualidades – replicó Sturmhond –. Puede ser difícil elegir.

-Si te cansas de piel y huesos - dijo en dirección a Mal -, tengo algo que podría gustarte
Me puse rígida, y Mal echó un vistazo por encima del hombro. La iró de arriba abajo lentamente.
-No - dijo con rotundidad -. No tienes nada

Su rostro se iluminó por una sonrisa que me dejó sin aliento. No sabía si alguna vez me acostumbraría a la idea de que una sonrisa como aquella podría ser para mí realmente.

Con un sobresalto, me di cuenta de que la habitación olía a él. Nunca me había dado cuenta de que tuviera un olor. Cerré los ojos e inhalé profundamente. ¿Qué era? El viento cortante y frío del invierno. Las ramas desnudas. El olor de la ausencia, el olor de la noche.