Bajar es lo peor de Mariana Enríquez
Volvió a escribirlo: le daba cierta seguridad escribir su nombre, saber que todavía existía y no se había ido al mundo de donde venían los monstruos, que todavía estaba aguantando.
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Bajar es lo peor de Mariana Enríquez
Volvió a escribirlo: le daba cierta seguridad escribir su nombre, saber que todavía existía y no se había ido al mundo de donde venían los monstruos, que todavía estaba aguantando.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Es que uno no conoce a las personas la primera vez que las ve, a veces no les presta atención. Cuando uno se fija en una persona, recién ahí la conoce.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Para los que recuerdan, el tiempo no es demasiado largo. Para los que esperan es inexorable.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Además tiene demasiados adornos la primavera, carece de recato. A mí me gusta el otoño, las flores que tiene el otoño; tiene colores, es más plástico, más delicado. La primavera es como una persona muy rica que se pone todas las alhajas que tiene. En cambio en el otoño hay flores que se esconden.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
¿Pero acaso la vida no es esencialmente peligrosa para los que aman?
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Gaspar le dijo que sí y la besó en las mejillas manchadas de máscara corrida, pero pensó: a veces hay que mentir para cuidar. Ya te miento. Te oculto. Y te voy a seguir mintiendo.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Todas las fortunas se construyen sobre el sufrimiento de los otros.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Tenés algo mío, te dejé algo mío, ojalá no sea maldito, no sé si puedo dejarte algo que no esté sucio, que no sea oscuro, nuestra parte de noche.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Un culto que no ofrece beneficios para siempre, o al menos durante un tiempo inusualmente largo, no construye una fe.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Todas las fortunas se construyen sobre el sufrimiento de los otros y la construcción de la nuestra, aunque tiene características únicas e insólitas, no es una excepción.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
A pesar de que lo sabía enfermo le parecía invencible y peligroso, a veces los animales lastimados eran así, mucho más fuertes que cuando estaban sanos.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Él conocía lo suficiente los hospitales y la enfermedad como para saber que la mayoría de los enfermos eran mandones y malhumorados, y que intentaban lograr que los demás se sintieran como ellos.
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Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios de Mariana Enríquez
Qué hermosos son los cementerios, pienso mientras miro por la ventanilla el cielo gris. Mi amiga Patricia duerme a mi lado. “Donde se pueda leer su epitafio”. Donde quedan el nombre y la fecha, una voz que dice: estuve, fui.
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Ese verano a oscuras de Mariana Enríquez
Los nombres de nuestro fin del mundo eran crisis energética, hiperinflación, bicicleta financiera, obediencia debida, peste rosa. Era 1989 y no había futuro.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
"La idea de entrar en la casa fue de mi hermano. Me lo sugirió primero a mí. Le dije que estaba loco. Estaba fanatizado. Necesitaba saber qué había pasado en esa casa, qué había adentro. Lo deseaba con un fervor muy extraño para un chico de once años. No entiendo, nunca pude entender qué le hizo la casa, cómo lo atrajo así. Porque lo atrajo a él, primero. Y él contagió a Adela." (La casa de Adela. Pág.73).
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
"Él supo ocultar hasta el final, hasta su último acto, hasta que solamente quedó de él ese costillar a la vista, ese cráneo destrozado y, sobre todo, ese brazo izquierdo en medio de las vías, tan separado de su cuerpo y del tren que no parecía producto del accidente ---del suicidio, le sigo diciendo accidente a su suicidio--; parecía que alguien lo había llevado hasta el medio de los rieles para exponerlo, como un saludo, un mensaje." (La casa de Adela. Pág.68).
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
"La chica, que era de nuestra edad y tenía el pelo atado en una cola de caballo, lo miró como una bruja, como una asesina, como si tuviera poderes. El chofer la dejó bajar y ella corrió hacia los árboles; desapareció en una nube de tierra cuando el ómnibus volvió a arrancar." (Los años intoxicados. Pág.53).
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
"En la casa de Andrea nadie hacía preguntas: su padre estaba siempre borracho y ella tenía llave de su habitación para evitar que él se le metiera de noche." (Los años intoxicados. Pág.52).
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
"La madre del chico sucio abrió la boca y me dió náuseas su aliento a hambre, dulce y podrido como una fruta al sol, mezclado con el olor médico de la droga y esa peste a quemado; los adictos huelen a goma ardiente, a fábrica tóxica, a agua contaminada, a muerte química." (El chico sucio. Pág.31)
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Gregorio Samsa es un ...