Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
El disco se terminó, pero no hubo silencio: escuchamos algunos gritos y risas, alguien estaba alucinando con escorpiones o a lo mejor los bichos habían invadido de verdad la casa.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
El disco se terminó, pero no hubo silencio: escuchamos algunos gritos y risas, alguien estaba alucinando con escorpiones o a lo mejor los bichos habían invadido de verdad la casa.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
La miró como una bruja, como una asesina, como si tuviera poderes.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Inútiles, los adultos, pensábamos, qué inútiles.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Que no era la princesa en el castillo, sino la loca encerrada en la torre.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Es cuestión de no tener miedo, de hacerse con algunos amigos imprescindibles, de saludar a los vecinos aunque sean delincuentes -especialmente si son delincuentes-, de caminar con la cabeza alta, prestando atención.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
le recordaba a su gato, que se dejaba acariciar ronroneando y de repente, porque sí, tiraba un zarpazo al aire, sin intención de lastimar, solamente para dejar claro que ya había recibido lo que necesitaba.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
También reconoció a una señora que había venido a tirarse las cartas, preguntando por su hija: Tali la había visto muerta, ahogada, y se lo había dicho. Una de las tantas chicas asesinadas por los militares y arrojadas a los ríos...
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
En el último tiempo, Tali había mantenido su santuario en un discreto silencio. Sabía de militares que destrozaban altares domésticos en allanamientos y a veces se llevaban secuestrados a los dueños, los tenían algunas noches detenidos en una comisaría solo como una demostración de poder...
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Con Rosario había armado una sala dedicada a San La Muerte en el Museo de Arte Popular de Asunción, parte de la colección permanente; era reconocida como la mejor del Paraguay, de la región y probablemente del mundo...
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¿En qué año se publicó?