No hables con el Devorador de Lighling Tucker
Ella no quería ahogarse, solo ser lo suficientemente fuerte como para aferrarse a la superficie.
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No hables con el Devorador de Lighling Tucker
Ella no quería ahogarse, solo ser lo suficientemente fuerte como para aferrarse a la superficie.
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Huyendo de Mister Lunes de Lighling Tucker
Y fue cuando se fijó en la química que desprendían. Ellos se miraban como si fueran el único ser que quedase en el mundo, casi como si pudieran fundirse el uno con el otro.
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Huyendo de Mister Lunes de Lighling Tucker
Se miraron a los ojos mientras bailaban y fue como si el resto de la pista de baile desapareciese.
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Los encuentros de Cristina de Lighling Tucker
—¿Cuál es tu problema? ¿Te has vuelto loco? Asintió. —Sí, por ti. Sintió que Cristina estaba a punto de tirarse por una ventana si con eso conseguía huir de aquel lugar. Su propio corazón no le dejó escuchar nada más, solo podía sentirse a sí misma después de las palabras de Kurt. ¿Aquel hombre no veía lo que provocaba? Todo su mundo cambiaba por culpa de un hombre que deseaba tener lejos. |
Los encuentros de Cristina de Lighling Tucker
—¿Te has pensado mejor lo de pasar una noche agradable? —preguntó sonriendo. Era un camorrista. No solo por sus pintas demasiado provocativas, como el malote de clase, sino por esa sonrisa que parecía ser capaz de embaucar a cualquiera. Él apenas se parecía a Justin salvo por la forma de sus labios. Estaba convencida de que los hermanos sabían besar muy bien. —¿Y si lo hubiera hecho? —tanteó. Él hizo una mueca con los labios. —No mientras Maddox sea importante para ti. |
No confíes en el Devorador de Lighling Tucker
El lobo suspiró disfrutando de aquella muestra de ternura, para su sorpresa era todo lo que necesitaba en aquel momento. No deseaba lamentos o peleas, solo que alguien le mostrase un poco de cariño sin mediar palabra.
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No confíes en el Devorador de Lighling Tucker
Sí, para los humanos los años eran importantes, para él eran meros parpadeos en un tiempo infinito.
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Los encuentros de Cristina de Lighling Tucker
Ambos sonrieron mirándose. Era algo inusual enamorarse de esa forma. Quizás no era amor, pero aquella química significaba algo y estaban dispuestos a descubrir qué era, juntos.
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Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
(…) Yo estoy sola en esta ciudad, no tengo amigos y te tengo a ti. Si me pasa cualquier cosa o quiero hablar puedo llamarte, pero si tenemos algo más y la cosa acaba mal perderé eso. Te necesito cerca, necesito a un amigo. Aquello lo dejó sin palabras, la comprendía y sintió lástima de lo que Alicia experimentaba. No era fácil mudarse a un lugar nuevo. —Valoro más lo que tenemos que todo el placer que puedas darme y espero que lo entiendas. |
Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
(…) Estaba claro que existía cierta tensión sexual entre ellos que debía morir ya. Iban a ser amigos, lo que significaba que no podían estar jugando con un fuego con el que quemarse. —No deberíamos… —susurró incapaz de seguir con la frase. Justin se mantuvo en silencio unos segundos. —Sabes que puedo ser un gran amigo, pero que acabaremos cayendo. Yo solo esperaré a que te decidas. |
Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
—¿Tu ego y tú cabéis en la cama? Porque la pobre mujer que pase la noche contigo no tendrá sitio. Su risa fue como la de un rayo alcanzando el suelo. Él la ponía nerviosa, tenía un efecto en su sistema nervioso diferente al de todos los hombres con los que había estado, no obstante, no podía tener nada con él mientras fuera su casero. —Tenemos espacio de sobra para ti si es lo que estás preguntando. |
No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
—Que me buscases no iba a significar que me lanzase a tus brazos. No somos una película romántica.
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No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Contempló sus hermosos ojos azules dilatados por el placer y quiso llorar por verse reflejada y ser la causante. —Lo siento, Chase —dijo susurrante. Había luchado por mantenerlo al margen, por protegerlo y no lo había conseguido. Lo había traicionado. —Yo no —sentenció solemnemente. Y todo por lo que había luchado en esos cinco años se había desvanecido en cuestión de segundos. |
No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Se puso de pie dejando caer su bata al suelo dejando su piel expuesta y las crecientes marcas que surgieron. Todo su cuerpo se llenó de tribales propios de su especie, unos de color blancos dado su origen de ángel y otros negros por los demonios. Así era ella, hija de Luz y Oscuridad. En ella convergían dos mitades tan distintas que eran imposibles la existencia de la una sin la otra. Los tribales se esparcían por su cuerpo, al completo, hasta en sus ojos. Mostrando su auténtica naturaleza a su hermano, una que ya conocía bien. |
La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
No deseaba otro amor en su vida, pero sí algo de diversión. Aquella forastera era un soplo de aire fresco en aquella monotonía absurda a la que estaban sometidos en aquel lugar donde todos se conocían.
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La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
—Eres como un pequeño pájaro en apuros. Das pequeños saltos alrededor de alguien que te ayude, pero cuando te dan la mano sales volando. Me pregunto qué es lo que hace falta para lograr que te poses cerca de forma tranquila.
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¿En que trabaja Kote?