Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
(…) Estaba claro que existía cierta tensión sexual entre ellos que debía morir ya. Iban a ser amigos, lo que significaba que no podían estar jugando con un fuego con el que quemarse. —No deberíamos… —susurró incapaz de seguir con la frase. Justin se mantuvo en silencio unos segundos. —Sabes que puedo ser un gran amigo, pero que acabaremos cayendo. Yo solo esperaré a que te decidas. |