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Deseo de Navidad de Lighling Tucker
(…) No pensaba explicarle a un ser eterno lo que tenía que hacer para estar con una chica. Si algún día salían de aquella prisión, lo descubriría él mismo después de unos cuantos helados.
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Deseo de Navidad de Lighling Tucker
(…) No pensaba explicarle a un ser eterno lo que tenía que hacer para estar con una chica. Si algún día salían de aquella prisión, lo descubriría él mismo después de unos cuantos helados.
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La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
Aquella mujer se erizaba cuando él le susurraba. Cuando posaba sus labios sobre su oído para que pudiera escucharlo con atención. Y esa reacción le encantaba. Ella podía ser un lienzo en blanco a veces, neutra y sin expresión, pero empezaba a ver otras muchas facetas en ella.
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Conquístame si puedes de Lighling Tucker
—Siempre me haces lo mismo —contestó finalmente—. Me acercas para después alejarme de forma brusca. He decidido que no voy a irme. Hazme lo que tengas que hacer porque no voy a salir corriendo como los demás te han acostumbrado.
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Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
—Tú no vas a ser una cita desastrosa más, ¿verdad? —preguntó inocentemente. Justin casi sintió el impulso de tomarle el pelo, pero decidió ser benevolente. —Yo no, nunca. Esa era una promesa solemne. |
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Los encuentros de Cristina de Lighling Tucker
Era la mujer más provocativa que había visto en toda su vida. Podía hacerle temblar si se lo pedía o saltar al vacío si así lo deseaba.
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Deseo de Navidad de Lighling Tucker
-Prefiero morir peleando a conformarme con ser un pájaro en una jaula. Yo no soy de los que cantan para el disfrute de su amo.
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Los encuentros de Cristina de Lighling Tucker
A lo largo de su vida la habían juzgado por su forma de ser. Muchos decían que era el producto de una relación fallida sumamente dolorosa, nada más lejos de la realidad. Siempre había tenido claro que deseaba ser así y le gustaba su vida. Decidía con quién pasar sus noches libres y después regresaba a su día a día, sin más.
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No soy tu rosa ni tu tulipán de Lighling Tucker
—Disculpen, ¿ha entrado una mujer? Pelo largo, castaño, ojos claros, vestida con un pantalón tejano y una camiseta azul cielo. Marie estuvo a punto de levantarse al escucharle. Casi parecía la definición que se le daba a un policía ante una desaparición y no una mujer que huía para no casarse con un lunático. |
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Conquístame si puedes de Lighling Tucker
—Eres la compañía que deseo —declaró Aidan. Aquella mujer era una mujer increíble. Sus ojos, su rostro y sus labios le hacían comportarse de forma distinta. Ya no era el mismo hombre que ella había visto por primera vez. No sólo había revolucionado el Castillo, también le había cambiado a él. |
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No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Aimee tomó aire repetidas veces, efectivamente, aquel hombre ya no era el Chase que una vez conoció. Los ojos se anegaron de lágrimas y, por primera vez en mucho tiempo, no las reprimió; dejó que salieran, aunque amenazasen con acabar con su cordura. No quería estar allí. |
¿Que es Cinder?