No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Contempló sus hermosos ojos azules dilatados por el placer y quiso llorar por verse reflejada y ser la causante. —Lo siento, Chase —dijo susurrante. Había luchado por mantenerlo al margen, por protegerlo y no lo había conseguido. Lo había traicionado. —Yo no —sentenció solemnemente. Y todo por lo que había luchado en esos cinco años se había desvanecido en cuestión de segundos. |